"El Villano del Show"
"En caso de que no los vuelva a ver: buenos días, buenas tardes y buenas noches."
Esa fue la despedida que nos entregó Truman la última vez que lo vimos. Una película llena de intriga y curiosidad que nos ha maravillado durante años, protagonizada por Jim Carrey y convirtiéndose en una masterpiece del cine. Esta es mi versión retorcida de una secuela que me enseñó sobre cómo hacer cine:
Después de salir del domo, Truman seguía siendo una figura pública, algo en lo que, al parecer, no se había detenido a pensar. Cámaras, paparazzi, televisoras y cadenas de todo el mundo lo buscaban con la misma pregunta: ¿qué se sintió estar allá dentro? Truman rechazó todas las ofertas. Recordemos que es un hombre dañado, ya que solo hay una mujer allá afuera que realmente lo conoce, pero debido a su paranoia al salir al mundo, sus lazos fueron cortados... al menos por el momento.
Intentó llevar una vida lejos de los reflectores. Digo, ¿Quién no querría eso después de vivir literalmente en un reality show? Con el paso de los años, parecía dejar atrás su locura y malestar por El Show, o al menos eso quería aparentar. Porque, en realidad, por dentro estaba desolado.
Después de un arreglo con varias televisoras y demandas, consiguió el suficiente dinero para vivir una vida plena. Recordemos que su mayor aspiración era viajar, pero al estar solo, no era como él lo había imaginado. No tenía con quién compartir recuerdos, algo así como un padre sin sus hijos o un joven sin su mejor amigo, aunque de una manera más leve, claro.
El punto es que había un vacío imposible de llenar. Con el tiempo, esto comenzó a traerle consecuencias, como una ansiedad que poco a poco empezó a consumirlo. Y esta vez, tal vez, no habría retorno.

El tiempo pasaba y, poco a poco, Truman se iba devastando. No había más en su vida que ser una atracción para los demás. La locura lo consumía, y su existencia iba perdiendo sentido. Pero encontró una falsa luz de amparo: intentar cambiarlo todo.
Decidió eliminar los episodios grabados del reality: cintas, clips, todo. No quería dejar rastro. Sabía que era imposible competir legalmente contra una cadena internacional, más aún por sus antiguos acuerdos de regalías. Pero ya no quedaba otra opción. Bufetes de abogados, demandas, cartas, noches de desvelo y una fortuna invertida. Su lucha por evitar que la gente siguiera viendo su show no se detuvo, pero, poco a poco, la locura lo consumía. Truman se volvió un hombre frío.
El juicio duró más de tres años: Truman contra el mayor monopolio del entretenimiento de la historia. La decisión final estaba por tomarse. El mundo apoyaba a Truman, apiadándose de él. Pero del otro lado estaba el implacable monopolio. Un silencio se apoderó de la sala... Esto definiría no solo el destino de nuestro protagonista, sino el futuro del entretenimiento.
Al final, la corte falló a favor de la televisora.
Truman salió devastado. Ya no le quedaban motivos para vivir.
Días después, en su casa, recibió una noticia inesperada de sus abogados: los derechos del programa en realidad le pertenecían. Según una nueva cláusula de derechos de autor, él tenía la potestad de decidir si eliminar el show para siempre.
Sin perder tiempo, Truman se dirigió a la televisora. Christof, el creador del show, accedió a hablar con él y le pidió piedad. Le habló de las sonrisas, los buenos momentos y las familias que había unido gracias a su historia. Pero Truman, demasiado dañado, fue indiferente. Hasta que, indirectamente, Christof le ofreció la oportunidad de seguir haciendo feliz al público. Esta vez, no como protagonista, sino con un nuevo proyecto: "El Show de Alex".
Truman fue manipulado. Su frialdad lo cegó. Christof le habló de cómo su vida ya no tenía sentido… pero ¿qué tal si usaba sus últimas gotas de propósito en hacer feliz a más personas?
Christof lo logró. Llevó a Truman a un punto impensable para muchos.
Truman aceptó, esperanzado de darle un nuevo significado a su existencia.

El proyecto se llevó a cabo tal como hace unos años, solo que con nuevas medidas de seguridad y más tecnología. Pero ese ya no era el problema.
Truman, una vez más, estaba confundido. Cada episodio que pasaba le provocaba crisis de ansiedad. Quería dejarlo todo. Al principio, el papel de director parecía una buena idea, pero ahora la responsabilidad era inmensa. Un joven sin idea de que su vida era una mentira… Truman temía que la historia se repitiera.
Por más familias que hiciera felices, sentía que Alex era su reflejo. Esto lo llevó a intentar abandonar el proyecto, pero Christof, una vez más, lo manipuló.
Un episodio más en el reality. Alex comenzó a notar cosas extrañas, aunque esta vez eran más complejas. Fallos de calidad en el fondo, una especie de píxeles en el cielo, su mejor amigo actuando de manera demasiado perfecta…
Durante esos pensamientos, Alex dijo algo inesperado:
—Mi vida es tan... como un reality.
Se lo dijo a su amigo.
El estudio entero se congeló.
Truman solo podía escuchar en su cabeza una pregunta que lo atormentaba:
¿La historia se repite...?

Debido a la locura de Truman por descubrir la verdad, planeó un encuentro se supone accidental con Alex. Se infiltró en una fiesta familiar dentro del show, haciéndose pasar por un simple camarero nada raro. Todo parecía parte del guion… hasta que llegó el momento de servir el plato de Alex.
Entre comillas, casualmente, se encontraron.
Truman intentó entablar conversación con él, pero de repente, Alex le preguntó:
—¿Cómo es ser camarero? Nada parecido a saber que toda tu vida es una mentira, ¿verdad?
Truman se quedó helado.
Intentó irse, fingiendo no entenderlo, pero entonces Alex añadió:
—Sé quién eres. Sé lo que haces… pero, ¿lo sabes tú?
El set parpadeó.
Reflejos de cámaras aparecieron en los lentes de Alex.
Algo andaba mal. Y Truman lo sabía.

Sin perder tiempo, Truman investigó más sobre el show. La triste realidad se presentó ante sus ojos: era un hombre castigado por las risas de los demás.
Todo había sido planeado.
Su supuesto escape, sus crisis, sus viajes, las demandas, el dinero, las rebeliones… todo.
Alex, en realidad, era solo otro actor, diseñado para orillarlo a lo más bajo. Todo con un único propósito: crear una nueva temporada del show, una que cautivara a los patrocinadores.
Truman, el villano.
El inicio de una nueva era.
La última parte muestra a Truman, desolado y solo, en una habitación llena de pantallas. mientras ante sus ojos ve cómo millones de personas siguen viendo su vida como entretenimiento e nunca será feliz por hacer feliz a los demás.
Finalmente, derrotado, Truman mira a la cámara y murmura:
—¿Y ustedes? ¿De verdad creen estar fuera del domo?

¿Qué giro tan inesperado, no? Sé que a muchos no les gusta la idea de ver a Truman en este papel, pero creo que el verdadero propósito de esta plataforma es representarnos a nosotros mismos en cada texto.
A mí me fascina imaginar, cambiar y mover las piezas para construir una trama inesperada, intrigante y llena de sorpresas.
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