La vergüenza debe
Cambiar de lado
Gisele Pelicot
Hace unas semanas se dio a conocer el veredicto del caso Pelicot: veinte años de prisión al hombre que drogó durante décadas a su esposa para que alrededor de cincuenta años la violaran cuando ella estaba inconsciente. También se dieron otras condenas menores a los otros abusadores, y todo me parece tan poco cuando vemos las atrocidades que hicieron y el daño que le hicieron a esta mujer. Desde que comenzó el juicio, la víctima, Gisele Pelicot, se negó a los ofrecimientos de esconder su rostro y su identidad a la prensa, ya que ella dijo que “la vergüenza debe cambiar de lado”. Ella no tiene por qué sentirse avergonzada de lo que pasó, sino los monstruos que le hicieron tanto daño.
Un acto de maldad y cobardía
Este caso me conmovió muchísimo y me llevó a querer escribir sobre un género polémico pero necesario, el rape revenge o cine de violación. Este consiste en películas en las que mujeres son abusadas y a veces asesinadas, y a partir de este crimen se efectúan represalias por mano propia sobre los atacantes. La venganza se efectúa por la víctima, (si es que sobrevivió o resucita de una forma sobrenatural) o por algún ser querido suyo, generalmente un hombre. Una de las primeras películas sobre este género es El manantial de la doncella (1960) de Ingmar Bergan. Cuenta la historia de una muchacha que es violada brutalmente por dos hombres en la carretera, luego asesinada y descartada como si fuera basura. Al enterarse de esto, su padre los asesina.

Lo primero que quiero destacar de este género, que es el ABC de la violación hacia las mujeres, es que representa un acto inhumano de maldad y también de cobardía, porque es muy fácil atacar a alguien que sabes que no va a poder defenderse, sobre todo cuando son varios hombres contra una mujer. Por eso este género toma este acto cobarde y lo revierte, evocando una venganza impensada para el atacante, sobre todo cuando la que se venga es la propia víctima. A continuación, quiero mostrarles dos ejemplos de películas en los que se ve este género y en los que se desarrolla de manera distinta.
Thelma y Louise (1992) de Ridley Scott
Fue un antes y un después en el cine, se convirtió en un hito feminista y en un clásico del cine universal. Trata sobre dos amigas que escapan de su pueblo luego de matar a un hombre que, no solo intento violar a una de ellas, sino que luego intento burlarse de ambas. La policía comienza a perseguirlas y, en el viaje de huida se enteran de secretos entre ellas. Por ejemplo, que a la otra también la habían violado en su juventud. Por diferentes causas, ambas mujeres se van transformando y empoderando, sobre todo Thelma, la que intentaron violar al comienzo de la película, que al principio parecía ser una mujer débil e ingenia, para después convertirse en alguien de armas tomar (literalmente).

Si bien este film escapa del clásico arco del rape revenge, sí cumple con muchos de los requisitos. La violación en sí no se perpetúa en la película, pero el asesinato del potencial violador supone un acto de justicia tanto por ese potencial crimen como por el ataque que había sufrido Louise en el pasado. Además, algo interesante es cómo se ve ese acto de cobardía que había señalado al principio. El atacante, al principio, no escucha los llantos de piedad de Thelma, quien está sola, borracha e indefensa. Él hace caso omiso y aun así pretende violarla. Eso es hasta que Louise lo sorprende apuntándolo con una pistola, entonces ahí él se calma y le dice una frase clásica, no solo en el cine, sino también en la vida real: “tranquila, solo nos estábamos divirtiendo”. Luego de poner a su amiga a salvo, le dice: “en el futuro, cuando una mujer llore de esa manera, no se está divirtiendo”. En el momento que el atacante se siente a salvo de nuevo, le grita: “perra, debería habérmela cogido de todas formas”. Ahí es cuando Louise se da vuelta y lo mata.

Es una muestra perfecta de cómo un violador es un cobarde, que busca aprovecharse de alguien débil e indefenso, y él se convierte en el ser indefenso una vez que se aparece alguien de su tamaño. En este caso, una mujer sola no es competencia para él, pero la cosa cambia cuando aparece una mujer peligrosa con un arma. Visibilizar ese acto de intercambio de roles y la justicia por mano propia son los dos elementos principales que debe tener una película del género rape revenge. Y si la que ejecuta la justicia es una mujer, estamos delante de una del género más moderno, ya que en los primeros ejemplos de la historia la víctima no sobrevivía, y la venganza se ejercía por un hombre. Pero si lo hace una mujer, es aún más significativo.
Lo irónico es que son ellas las que son buscabas por la policía durante toda la película, por haber intentado defenderse. El final es sumamente simbólico y pasó a la historia por su innovación y originalidad. Al verse acorraladas por la policía en un precipicio, ellas no se dejan atrapar, y deciden seguir conduciendo hasta arrojarse en su auto al barranco. “No nos dejemos atrapar” le dice Thelma a Louise. Este termina siendo su mayor acto de independencia, porque antes de ser juzgadas por la ley patriarcal por haberse defendido de la violencia machista, prefieren la muerte.
La chica del dragón tatuado (2012) de David Fincher
Basada en la trilogía Millenium, puntualmente en la primera entrega llamada Los hombres que no amaban a las mujeres, tiene a uno de los personajes más interesantes y mejor construidos del siglo XXI: Lisbeth Salander. Ella es un hacker que está declarada como incapacitada mental, entonces tiene un tutor legal que controla sus finanzas. El tutor original, un hombre amable que se preocupada realmente por su bienestar, tiene un derrame cerebral, por lo que es reemplazado por uno nuevo, que resulta ser un abusador. En uno de sus intentos de abusos, aludiendo que, si no hace lo que él dice la internará en un psiquiátrico, el nuevo tutor la viola brutalmente. Lisbeth, que parece una mujer indefensa, mentalmente inestable, además de que es increíblemente delgada y callada, es la víctima perfecta para un abusador. Lo que el tutor no se espera es que luego ella se vengará, no solo por ella, sino que se encargará de que nunca vuelva a hacerle eso a ninguna mujer.

Otra vez el patrón se repite: un abuso de poder por parte de un cobarde sobre una mujer que parece ser débil e indefensa, que luego implora clemencia cuando la violencia se ejecuta sobre él. Digo que también la justicia es para otras mujeres, porque ella le tatúa en el pecho: “soy un cerdo y asqueroso violador”. Así ella se asegura que esa marca lo persiga por siempre, además de amenazarlo diciéndole que lo tiene vigilado y que, si algún día intenta llevar a una mujer a su casa, por más que ella lo haga por voluntad propia, lo matará.

Luego de este suceso, Lisbeth es contratada para ayudar a un periodista a encontrar a un asesino y violador en serie de mujeres. Este caso para ella significará una forma de volver a hacer justicia y, en esta ocasión, no de forma simbólica sino de forma más literal. Por lo tanto, aquí no solo es una venganza por mano propia para limpiar el daño ejercido en uno mismo, sino la ejecución de una justicia ejemplar, en nombre de otras víctimas que no pudieron defenderse.
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