Microcrítica:
Happiness (1998 - Dir: Todd Solondz)

por Gastón Siriczman
El cine indie siempre tuvo la capacidad de correr las cortinas de la clase media de los Estados Unidos y dejar al descubierto sus aspectos más sórdidos y contradictorios. Y en Happiness, Todd Solondz lleva este juego a límites que sacan al espectador de su rol pasivo y lo colocan en una cuerda floja de incomodidad. Es así que quedamos balanceándonos entre el horror y la risa.
Happiness es un muestrario de gente fisurada, algunos son consientes de su condición, otros todavía tienen energías para impostar felicidad. Con una estructura fragmentada, los personajes se van vinculando a partir de sus imposibilidades, sus perversiones o sus fracasos.
Las actuaciones son sobresalientes (cómo extraño a Philip Seymour Hoffman), pero su mayor mérito es el tratamiento cinematográfico de cada una de las escenas. Solondz sabe de cine y lo aplica. Recomiendo ver el comienzo de la película en el que una pareja de un hombre y una mujer, están sentados en un restaurante. Tienen un diálogo sobre la comida, sobre cuántas estrellas tiene el lugar y otras banalidades, pero en realidad lo que están diciendo es que esa relación acaba de terminar. Estamos en presencia de cine en estado puro, y ahí recién comienza la historia.
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