La idea de que el ser humano realiza un acto performativo constantemente en sus interacciones sociales fue analizada por varios filósofos, especialmente por Erving Goffman en La presentación de la persona en la vida cotidiana (1956) quien enlaza a la vida social con la representación teatral explicando que las personas usan “máscaras” o “escenarios” para mostrarse ante un otro dependiendo del contexto en el que se encuentren y según la impresión que quieran dejar. Más tarde, Judith Butler en El género en disputa (1990) tomaría el concepto de performatividad asociada al género y cómo la construcción del mismo es un acto interpretativo del que se van adquiriendo las nociones de interpretación de forma social a medida que el ser humano va creciendo, no es algo inherente a la persona desde su nacimiento según su sexo biológico. También Foucault habla de las relaciones de poder en Vigilar y Castigar (1975) al establecer cuáles son las instituciones de control que están presentes en las personas durante su crecimiento (las escuelas, fábricas, cárceles, hospitales, entre otros) donde cada espacio implica tener comportamiento específico por parte de las personas para su funcionamiento.
En la película francesa El segundo acto o Le deuxième acte (2024) del director Quentin Dupiex se pone en primer plano el concepto performativo para dejarlo en evidencia de forma explícita, en este caso al retratar el ida y vuelta de los personajes en su rol de actores dentro de una filmación, de una forma humorística y metarreflexiva. El film fue seleccionado para abrir el Festival de Cannes en el año 2024, lo cual lo hace más interesante aún al insertarlo dentro de un evento donde el cine se ve y celebra a sí mismo. La película tiene varios hilos discursivos, el film es sobre el rodaje de una película, por lo cual se muestra la trama de la película a ser filmada y la trama de los actores que están rodando ese film. El argumento de la película que están filmando es que Florence quiere presentarle su novio (David) a su padre (Guillaume), sin embargo David no quiere estar más con Florence y tiene la idea de presentarle a un amigo, Willy, para que ella deje de estar enamorada de él al sentirse atraída por Willy. En la trama de los actores ninguno se soporta entre sí, hay rivalidades y egos, el actor que interpreta a Guillaume recibe un llamado para protagonizar la próxima película de Paul Thomas Anderson, la actriz que interpreta a Florence no tiene el respeto de su familia por su profesión, entre otros matices de los actores que interpretan a otros actores. El Segundo Acto presenta un extrañamiento inicial ya que en uno de los planos secuencias largos que tiene el film, David y Willy caminan y hablan en un espacio verde amplio solos, en este charla ambos están interpretando los diálogos de la película que están filmando, sin embargo cuando el actor que hace de Willy rompe personaje y empieza a dar sus apreciaciones personales, el actor que interpreta a David le dice que pare ya que están siendo filmados. En ese momento el espectador comprende que está viendo imágenes de un rodaje, pero sin embargo en el rodaje no hay un equipo técnico ni un director que diga corte, son los actores que van y vienen del personaje de forma continua. La razón de esta extrañeza es porque la película que están filmando tiene la característica de ser la primera película escrita, dirigida y editada por una inteligencia artificial.

El Segundo Acto expone los actos performativos del ser humano al mostrar el traspaso de cada personaje actor al no actor, al mismo tiempo que lo metarreferencial está presente para los espectadores ya que sabemos que la interpretación de estado de “no actor” también es una actuación añadiéndole una capa más de sentido al film provocando la autorreflexión: ¿Cuándo somos realmente nosotros?. En el trabajo nos comportamos de una forma, en un evento como un casamiento nos vestimos de una forma particular y estamos dispuestos a festejar y bailar, en la escuela estamos sentados escuchando y cuando hay que exponer lo hacemos tratando de usar el vocabulario más correcto posible, con amigos quizás decidimos ir graciosos ese día o más contemplativos y observadores, por nombrar algunas facetas. Son todas decisiones que componen a nuestro personaje según cada momento, lugar e interlocutores. En El Segundo Acto los actores saben que están siendo registrados constantemente, por lo cual también cuidan lo que dicen cuando no están interpretando las líneas de su personaje. El elenco está compuesto por actores de gran renombre en Francia en la vida real como Léa Seydoux, Vincent Lindon, Louis Garrel, Raphaël Quenard y Manuel Guillot dándole mayor intertextualidad al film por la trayectoria de sus actores dentro de la industria.

El nombre del film también refiere a la estructura dramática narrativa, al segundo acto que es donde se suele dar el desarrollo de la historia, donde ya está establecido el objetivo central de los protagonistas y una vez que termina ese segundo acto, deviene la resolución. No obstante, en la película no se sigue la estructura convencional de los tres actos, sino que se queda justamente en el desarrollo de la historia, pero sin haber aclarado los objetivos centrales de los protagonistas; quizás en un intento por satirizar a la vida que parece un gran segundo acto que termina abruptamente por momentos.
En relación a la parte formal del film, la película cuenta con varios planos secuencia en los que la cámara se desplaza a lo largo del campo y los personajes van caminando y hablando. Tiene como locación un gran espacio verde y un restaurante que se llama “el segundo acto” en donde sucede gran parte del film. Dentro del restaurante los actores tratarán de rodar una escena, pero no pueden ante el nerviosismo del actor que interpreta al mozo. En ese tiempo muerto mientras el mozo practica su acción, el resto de los actores habla entre ellos y se llega a conocer más sobre sus personalidades.

El film también establece una reflexión sobre la presencia de la inteligencia artificial en el mundo del arte, hasta qué punto puede reemplazar a los humanos y cómo las personas simulan y tienen que actuar con cierto sometimiento y disciplinamiento ante su nuevo “jefe”, la inteligencia artificial, quien no tiene sentimientos al recortarle la paga a algún actor que se haya equivocado en algún diálogo, por ejemplo. Actualmente estamos en un mundo que pareciera ser de transición, en el que las inteligencias artificiales están avanzando rápidamente dejándonos a la deriva y con dudas sobre si estamos presenciando los comienzos de un mundo a lo Blade Runner, Terminator o Matrix o si el ser humano seguirá al mando y podrá usar a la inteligencia artificial a su favor. Por lo pronto, El Segundo Acto lleva a un extremo (que por lo menos hoy parece absurdo) las implicaciones de la IA en el cine. El film expone cómo la presencia de la IA no evita que los seres humanos tengan emociones, ambiciones y contextos que los moldean, al mismo tiempo que la IA tiene un accionar frívolo tomando decisiones sin escrúpulos.
La película está disponible para ver en MUBI.
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