A fines de mayo salió al aire el final de la segunda temporada de The Rehearsal en un capítulo de cierre sin precedentes del que no vi tanta repercusión como sí la tuvo en mi visionado, quizás no son tantas las personas que están siguiendo a esta serie, por lo cual creo este artículo para hacer catarsis de las emociones que me generó el mismo y, si alguien más necesita hablar del capítulo, para comentarlo. Nathan Fielder es el creador de esta obra, quien también es el protagonista con un final heroíco y sorpresivo en el que termina piloteando un avión Boeing 737 con pasajeros a bordo. The Rehearsal es una serie que mezcla formatos y géneros: crea shows televisivos dentro de la misma serie, los actores son personas reales, realiza críticas a acontecimientos del pasado del protagonista quien hace de sí mismo, pero al mismo tiempo no. Es una obra que parte de la premisa de un ensayo donde se simulan y crean una gran variedad de escenarios posibles para que una persona pueda prepararse para el momento real y tener todas las respuestas y formas de actuar ensayadas previamente.
La primera temporada se focalizó principalmente en la maternidad y luego en la paternidad, donde Nathan quería saber si estaba listo para ser padre. Esta segunda temporada toma otra temática, un tema que obsesiona a Nathan: los accidentes de aviones. El primer capítulo de la segunda temporada empieza con la reproducción simulada de una compilación de accidentes de aviones reales focalizado en el espacio de la cabina del avión donde están el piloto y el copiloto. Nathan reproduce los diálogos y accionar de cada uno tomando como base la información de las cajas negras de esos aviones. Nathan llega a la conclusión que gran parte de esos accidentes se dieron por fallas comunicativas, específicamente por el desequilibrio de poder entre piloto y copiloto que influye en que el copiloto no se anime a contradecir al piloto, sugerirle alternativas, advertirle potenciales peligros o directamente tomar el mando del avión ante algún error del piloto. Es por esta razón que Nathan decide indagar en cómo es la relación entre los pilotos y copilotos, para ello busca pilotos reales y observa sus comportamientos. Más tarde, al no tener acceso a los sectores privados de los aeropuertos, Nathan crea su propio set de aeropuerto con pilotos reales para ver cómo es la interacción, allí descubre que el piloto y copiloto no tienen una charla previa a subirse al avión, sino que se conocen directamente allí. Nathan se acerca a un ex miembro de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos llamado John Goglia quien en su momento había sugerido que los pilotos hagan juegos de roles para mejorar la comunicación, los dos tratan de llevar al Congreso su preocupación y un proyecto con posibles mejoras para la comunicación entre los pilotos. Sin embargo, Nathan no logra captar el interés de ningún congresista para poder presentar su proyecto. Entonces decide probar sus métodos en un vuelo real siendo él uno de los pilotos.
Es aquí cuando la temporada toma un giro inesperado que es revelado en el anteúltimo capítulo en forma de flashbacks donde los espectadores nos enteramos que Nathan desde hace dos años que está entrenando para ser piloto y fue registrando todo su aprendizaje: comenzó haciendo un curso para pilotear una avioneta y le costó mucho lograr aterrizar y aprobar. El mismo Nathan admitió que logró aterrizar luego de muchas horas de vuelo siendo el estudiante que más tiempo le llevó. Sin embargo, con mucha perseverancia y práctica (incluida la práctica dentro de su casa donde se sentaba y con los ojos cerrados simulaba que estaba arriba del avión repitiendo todos los pasos del aterrizaje una y otra vez), finalmente, según sus palabras, “algo hizo click” y pudo lograr aterrizar y aprobar. Luego siguió avanzando en las certificaciones y licencias de piloto de avión, hasta llegar a la de piloto de avión del estilo Boeing 737, que son los aviones que se usan para transportar pasajeros comercialmente, los cuales son de gran magnitud. Lo que sorprende al espectador es cómo Nathan se anima y logra en poco tiempo ser piloto de avión, de hecho no tenía las horas suficientes de vuelo que piden las aerolíneas, por lo cual tiene que encontrar un vericueto legal para poder realizar su experimento y poder transportar pasajeros en un avión 737. Tenemos la fortuna que Nathan nos devela todo el recorrido que tuvo que hacer para lograr esto: la visita a “cementerios” de aviones 737 hasta poder encontrar al avión que considera correcto, las horas de práctica en un simulador, la elección de su copiloto (que es uno de los pilotos que ya había seleccionado para el reality show de canto) y la decisión de que los pasajeros sean actores pagos, ya que estaba prohibido que pagaran porque sino sería un vuelo comercial.
Por lo cual, cuando llega el momento en el capítulo final titulado “My controls” de ver el despegue, vuelo y aterrizaje del avión comandado por Nathan, quien pasó de las horas de práctica en el simulador al vuelo directamente, la adrenalina, ansiedad y atención del espectador es absoluta. Hay imágenes bastante impresionantes dentro del avión en la que se ve lo que ven los pilotos y copilotos en los vuelos, se los humaniza e incluso evidencian errores humanos. En simultáneo al vuelo que está haciendo Nathan, hay otro avión que vuela alrededor del Boeing 737 para captar imágenes por fuera, el cual pasa bastante cerca del avión comercial. También tenemos acceso a las imágenes de los pasajeros dentro del vuelo. El clímax se da en el momento del aterrizaje donde vemos la concentración de Nathan al aterrizar por primera vez este tipo de avión con personas a bordo, acrecentando la adrenalina para el espectador ya que conocemos todo su recorrido y las dificultades que tuvo en el pasado para lograr aterrizar, finalmente logra aterrizar correctamente.
La hazaña de Nathan es bastante extraordinaria dejando al espectador con muchas dudas sobre si lo que vio es real o no. Nathan en entrevistas dijo que realmente él es piloto y piloteó ese avión, llevando su impronta de romper con los límites de ficción, documental y realidad constantemente, agregándole su estilo único de comedia, en gran parte generado por su forma de ser. En relación a su personalidad, en esta segunda temporada se abre el interrogante sobre si Nathan tiene autismo y/o ansiedad ya que percibe que cumple con varias de las características. Antes del vuelo del Boeing 737 tiene que llenar un formulario con valor de declaración jurada alegando que está en condiciones relativas a su salud mental para pilotear, en este momento Nathan duda y va a un médico para que lo evalúe, allí accede a hacerse una resonancia que podría determinar si tiene ansiedad, autismo, entre otras variables. No obstante, el estudio tarda varias semanas y no tiene tiempo para esperar, tiene que pilotear el avión. Nathan decide responder en el formulario que está en condiciones y maneja el avión. Hacia el final de la temporada nos cuenta que sigue manejando aviones vacíos por el mundo y que sólo los mejores lo hacen, llega a la conclusión que si puede hacer eso es porque está bien de salud mental. Queda la duda si la resonancia y la decisión posterior de Nathan de ignorar el mail del médico para hablarle es ficcional o no.
El planteo de Nathan sobre la comunicación entre los pilotos puede expandirse a muchas situaciones que vivimos en nuestro día a día, como bien muestra Nathan, por ejemplo, cuando viajamos en un taxi y no nos animamos a decirle al chofer que deje de ver el celular para ahorrarnos una conversación incómoda, pero potencialmente necesaria para evitar accidentes. The Rehearsal trae temáticas como la salud mental, la comunicación asertiva y los vínculos, Nathan en su afán por tener todo bajo control y poder ensayar las variables emocionales involucradas en la interacción humana, encuentra una forma de resolver un problema: los accidentes de aviones. Lleva al extremo su necesidad de mostrar su punto pasando a ser él el protagonista, tal como pasó en la temporada 1, brindándonos una experiencia audiovisual inaudita que nos hace pensar en si hay límites en los formatos de la producción audiovisual, ya sea por la experimentación entre los géneros/formatos, entre lo real y lo que no, pero al mismo tiempo en lo ético al pagarle a actores para participar en su prueba de aviación.
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