Hasta entrados los dos mil las historias de amor tenían implícita la idea de que la felicidad era conseguida con el amor romántico y por lo tanto el final feliz era el matrimonio de una pareja heterosexual, que había tenido desencuentros que ya se habían resuelto.
Ahora, en un siglo veintiuno más incluyente, el amor queer llegó con toda, incluso en historias de amistad infantil, pero para ellos aún no diseñan finales felices. Se tolera la transgresión, se denuncia la intolerancia y hasta ahí.
A las historias LGBTI les pasa como a las mujeres infieles en las novelas escritas por hombres en el siglo diecinueve. Así, la Ana Karenina de Tolstoi y Madame Bovary de Flaubert, terminan suicidándose. Y esto ocurre a pesar de que se haya explicado y tratado de generar cierta comprensión sobre sus actuaciones, dada la época de matrimonios forzados y sin amor.
¿Crueldad innecesaria?
Hay dos casos recientes de amistades infantiles de niños queer: ‘Close’ (2022) y ‘Monster’ (2023). En el primer caso las familias son abiertas, amigables, no hay tabúes, sólo una amenaza de burla por parte de los recién conocidos compañeros de enseñanza media de los niños, que ven con sospecha los gestos de afectos que para ellos habían sido naturales.

En ‘Monster’ se incluyen muchos conflictos alrededor de una historia que ya es compleja. Uno de los niños huérfano de padre, se bota del carro de su madre un día en que ella le habla de cómo será su vida adulta con esposa e hijos. La escena impacta, pero la película pretende tocar muchos más escenarios, entre ellos el de las paternidades machistas e hipócritas, sobre todo la del padre del niño que lo considera un “monstruo”.
Tango en ‘Close’ como en ‘Monster’ los niños son preadolescentes, pero aunque ocurre en dos sociedades muy diferentes (territorio flamenco en Bélgica y la segunda en Japón), Close acierta al sólo mostrar los efectos del trauma de uno de los niños por la ruptura de la amistad con el otro, mientras que en ‘Monster’ se llegan a tocar temas de felicidad a partir de la escogencia de una pareja, en el caso de unos niños que apenas están explorando unos sentimientos que pueden ser inadecuados para su entorno.

Los dos finales son horribles y garantizan el llanto. En el caso de ‘Close’ es más claro, en el de Monster, es fácil que el espectador no entienda muy bien a qué hora o por qué ocurrió todo lo que ocurrió.
El tabú en la vida queer adulta
Pero sí es de finales crueles en relaciones homosexuales ya adultas, la campeona de todas las películas es ‘All of us strangers’ (2023) con los muy de moda Paul Mescal y Andrew Scott. La soledad de los dos personajes, uno de ellos huérfano desde niño, es muy extrema y ocurre un escenario de periferia de ciudad, que se entiende al saber que la historia es originalmente una novela japonesa de 1987, llamada Strangers.

La tensión en ciertos momentos de la película que la hacen parecer en algún punto un thriller de misterio, se resuelve con la sorpresa más horrible. Y es difícil imaginar incluso que esos desenlaces se puedan comparar con el suicidio con veneno de Madame Bovary. La crueldad con los personajes y con los espectadores, es peor que con la que se tiene con el destino de los villanos y antagonistas de películas de súper héroes.


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