La historia de Big Brother, un reality show sin moraleja😑😑😑

Nos hacemos la peli con Big Brother, un reality show que implica una convivencia en una casa por un grupo de aproximadamente 15 personas desconocidas televisadas 24 horas al día por una cantidad acordada de meses. Conocido a nivel mundial, cuenta con ediciones en diferentes países cada uno con su cultura particular pero con un factor en común: la falta de un mensaje consciente para el espectador.

Este programa de TV fue creado por John de Mol, fue emitido por primera vez en 1999 en los Países Bajos y distribuido internacionalmente tras su éxito inusitado.

Lo cierto que actualmente en Argentina la décima edición está al aire con picos de puntos de rating altísimos y esto me invitó a investigar un poco la línea editorial del concurso que semana a semana van superando una serie de expulsiones resultantes de los votos de la audiencia.

Por supuesto no sorprende el nivel de canibalismo televisivo de las empresas que manejan los hilos de esta franquicia, y resulta un poco ofensivo que se amparen detrás de supuestas premisas en defensa de colectivos o minorías, que terminan por detractar de manera alevosa.

El premio invita a los concursantes a exponerse a grandes desafíos y salir airosos de meses de exposición continua. Si bien los participantes, asumen este riesgo, la zanahoria del premio millonario o del segundo premio de una casa, los mantiene a tiro.

Es triste sintonizar un poco el canal y descubrir las faltas de respeto hacia el público y hacia los mismos participantes. Lamentablemente eso es lo que vende: la pelea, la violencia, la traición, el sexo y el eterno consumo de un discurso misógino, racista y capitalista.

Tal vez lo más curioso es que el nombre del programa hace referencia a la novela que George Orwell publicó en 1949, que tiene su película de adaptación: 1984, en la que el Gran Hermano es el líder que todo lo ve en la distópica Oceanía.

En el libro la crítica a un sistema que perjudica a quienes lo sostienen en la propia ilusión de sus posibilidades esclavistas nos advierte a mantener nuestros propios ojos abiertos ante este tipo de contenido y a prestar atención a la bajada ideológica turbia que esconde al final. Spoiler alert: no tiene moraleja. O, más bien, la que tiene es sumamente peligrosa.

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