Video nasty es un término que se popularizó en Inglaterra a principios de los 80 con el que se denominaba a una película cuya distribución en video estaba prohibida.

Toda película que quisiera estrenarse en un cine del Reino Unido debía estar aprobada por el Consejo Británico de Clasificación de Películas o BBFC (British Board of Film Classification). En algunas ocasiones esta certificación era denegada o para obtenerla se recortaban escenas relacionadas con el sexo,
la violencia y el gore. Sin embargo, había un vacío legal que los censores británicos no habían tenido en cuenta, y pronto iba a causar una gran polémica: estas restricciones no se aplicaban a la nueva pero creciente industria del video casero.
Los videoclubs empezaron a llenarse con copias de films que no habían sido aprobados por la BBFC, o sin los cortes que habían sido requeridos para su estreno en la pantalla grande. Funcionarios de la administración de Margaret Thatcher comenzaron una campaña apoyada por artículos periodísticos hechos en tono alarmante, para establecer regulaciones que comprendieran a todas las películas y no sólo las estrenadas en cines. La razón que daban era la que siempre se invoca en estos casos: una preocupación por los niños y sus mentes jóvenes que corrían el riesgo de ser corrompidas. Con el argumento de que estas imágenes gráficas tenían un efecto perjudicial en la sociedad, y especialmente en el público juvenil, se aprobó en 1984 la VRA (Video Recordings Act).

La VRA era una ley que extendía el poder del BBFC a los video cassetes. Una película sólo podía ofrecerse para la venta o alquiler si poseía una clasificación de edad. Algunas directamente tenían prohibida su distribución sin importar la edad de quien quisiera verla. Los títulos que integraban esta lista de prohibición total eran denominados video nasties (que podría traducirse como “videos repugnantes”), su venta era ilegal y era común ver policías entrando a videoclubs para confiscar copias de estos films. En esta lista se encontraban desde ejemplos de Nazisploitation y películas italianas de caníbales, pasando por Inferno de Dario Argento o Una mujer poseída de Andrzej Zulawski, hasta un clásico absoluto como Evil Dead. Esta última fue catalogada por Mary Whitehouse, la principal activista en contra de las películas “inmorales”, como “la video nasty número uno”. A pesar de que, cómo la misma Whitehouse admitió, no había visto la película.

Pero la prohibición suele tener el efecto contrario al buscado. Por lo que rápidamente se consolidó un mercado clandestino, donde se compraban e intercambiaban estas películas prohibidas. Cuando se hizo pública la lista completa de video nasties, fue usada por los aficionados del terror y el gore como una especie de guía. El sello video nasty era visto por éste publico no cómo una vergüenza, sino como una medalla de honor. Por lo que la censura, más que ocultar, logró crear un nuevo catálogo de terror de culto para el deleite de los amantes del cine tenebroso.
Después de 14 años, el BBFC cambió de director y las restricciones se volvieron más y más laxas a medida que avanzó el tiempo. Ya en el siglo XXI, casi todos los films de la lista se lanzaron sin cortes. Con algunas excepciones como Holocausto Caníbal que aún necesitó eliminar algunas escenas para que su distribución fuera permitida.
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