Renfield: asistente de vampiro, simplemente Renfield en su título original, es todo lo que uno podía esperar cuando se anunció una película con un Conde Drácula interpretado por Nicolas Cage con Nicholas Hoult como su mano derecha, y mucho más.
En resumen, esta película es una nueva interpretación de la historia clásica; presenta una ciudad completamente dominada por una familia mafiosa que es tan despreciable como divertida; la historia de una policía que quiere vengarse de esa organización criminal porque asesinaron a su padre; una comedia de acción con escenas de pelea frenéticas y mucho gore; y, como si fuera poco, una representación de la toxicidad a través de la relación codependiente de Drácula y Renfield, que hace que éste último vaya a un grupo de ayuda para personas envueltas en relaciones dañinas.
Viendo toda esa cantidad de elementos distintos y líneas argumentales juntas, una encima de la otra, te podría parecer que es demasiado. Que más que Drácula parece un Frankenstein armado con partes de distintas historias y no hay forma de que salga bien. Dejame contradecirte, no sólo funciona sino que estamos ante una de las películas más entretenidas del año. Sí, estoy en condiciones de afirmar esto aunque apenas estemos en abril.
¿Por qué Renfield funciona tan bien? Yo encuentro dos razones. Una es que la película sabe exactamente lo que es: una locura estrafalaria con risas, acción y algunos toques emotivos. No se anda con vueltas y no busca justificarse, sólo proporciona 90 minutos de diversión pura sin restricciones. La otra es su elenco perfectamente elegido. Nicholas Hoult tiene un gran talento para el drama y un timing impecable para la comedia. Awkwafina hace un buen papel interpretando a la policía que busca venganza y tiene una química creíble con el personaje de Hoult. Shohreh Aghdashloo y Ben Schwartz forman una excelente dupla de madre-hijo encabezando la familia mafiosa. Aunque claramente la estrella de la película es Nicolas Cage, en definitiva es su actuación lo que le da sentido al film. Toda esa acción desenfrenada, con violencia excesiva, con cabezas que explotan y brazos arrancados que sirven como arma para atacar al próximo enemigo; todos esos momentos incoherentes que se reconocen de forma autoconsciente con un chiste, se justifican porque la película crea un tono de locura lo suficientemente divertido como para que aceptemos el sinsentido. Ese tono se logra en gran parte gracias a la presencia de Cage, que hace gala de su a veces tan cuestionado estilo de actuación “exagerado”. Estilo que estoy dispuesto a defender como algo brillante hasta la muerte. Nick Cage se divierte como nunca lo hizo en un papel, siendo estrafalario y desmedido de todas las formas correctas, y dándose el gusto de imitar a Bela Lugosi, el protagonista de la película original de Drácula dirigida por Tod Browning en 1931. Uno, como espectador, se contagia de ese disfrute por parte del elenco y pasa un rato increíble.
Puede que se note demasiado mi fanatismo por Cage, pero no tengo intención de ocultarlo. Me parece un actor que continuamente busca proyectos nuevos e interesantes. Porque principalmente quiere disfrutar cuando actúa, y cuándo el actor la pasa tan bien, y la dirección es competente, el público la pasa genial. Eso es lo que pasó cuando fui a ver Renfield: asistente de vampiro, era una sala llena de personas que nos moríamos de risa con cada chiste, nos poníamos frenéticos con cada escena de acción e, incluso, nos conmovíamos con los momentos emotivos que son pocos pero suficientes. Definitivamente hay que verla en el cine porque se disfruta mucho más como una experiencia colectiva. Al terminar la función quedamos todos atrapados bajo la maldición del vampiro, ¡y vaya que da gusto!
¡Comparte lo que piensas!
Sé la primera persona en comenzar una conversación.