Hirokazu Kore-eda: Ningún antídoto es el antídoto para la vida

Sin un cierto nivel de madurez y experiencia de vida, puede resultar difícil apreciar las películas de Hirokazu Koreeda. Algunos podrían considerarlas tediosas y poco interesantes, sin dramas y conflictos, ya que mayormente retratan los aspectos ordinarios e incluso mediocres de la vida cotidiana.

Podría asumirse que este tipo de películas no son atractivas. Sin embargo, Hirokazu Koreeda acumuló un gran número de seguidores en todo el mundo. Sus películas se diferencian de las superproducciones de Hollywood, que suelen crear narrativas emocionantes basadas en héroes, o de películas realistas como Parásitos o Somos una familia, que están llenas de crítica social y sátira.

En cambio, las películas de Koreeda ofrecen una experiencia diferente. Se adentran en los momentos silenciosos de la vida, explorando las complejas dinámicas de las relaciones humanas y las emociones sutiles que dan forma a nuestra existencia. A través de su narrativa, Koreeda invita a la audicencia a reflexionar sobre la belleza y la complejidad que se encuentran en lo convencional y conmueve con sus profundos conocimientos sobre la condición humana.

Hirokazu Koreeda transforma sus reflexiones sobre la realidad en una estética oriental profunda y delicada llamada "mono no aware" o consciencia profunda de las cosas, que consiste en una profunda apreciación de la naturaleza transitoria de las cosas. Sus películas se centran en las alegrías y tristezas de personas convencionales y captura los matices sutiles de la vida cotidiana. Al debatir sobre su proceso creativo, alguna vez comentó que no le gustan las narrativas en las que el protagonista supera sus debilidades, protege a su familia y salva al mundo. Le interesa más retratar los momentos en los que un mundo ordinario y algo sucio se vuelve hermoso de repente.

De hecho, esta es la realidad de la vida. No existen los superhéroes ni los momentos de grandiosidad heroica. La realidad de la vida radica en comprender que incluso después de reconocer la verdad, uno debe seguir viviendo.

No existe antídoto; ese es el antídoto para la vida misma.

La estética documental de tomas fijas y planos secuencia extensos

El estilo estético único de Hirokazu Koreeda se caracteriza por el uso de planos secuencia extensos y tomas fijas, brindando una perspectiva objetiva para explorar las complejidades de las relaciones humanas, mientras que también prioriza los detalles sobre las narrativas impulsadas por la trama. Este enfoque se asemeja al cine documental, que captura la autenticidad de la vida.

La formación de esta sensibilidad estética se remonta a la crianza y las experiencias de Koreeda. En el año 1987, a los 25 años de edad, Koreeda se graduó de la Universidad Waseda en Japón. Aunque inicialmente aspiraba en convertirse en novelista, se encontró con el mundo del cine en sus días de estudiante.

Impulsado por la dedicación y la pasión por el mundo del cine y la televisión, Hirokazu Koreeda, recién graduado de la universidad, se unió a la compañía de producción TVMANUNION en Japón como asistente de dirección. Sus años de experiencia como documentalista le demostraron que la frontera entre el documental y la narrativa ficticia no existe, y que solo las emociones sutiles que fluyen bajo la calma tienen un significado eterno.

Además de su trabajo en documentales, otra influencia significativa en el estilo cinematográfico actual de Koreeda es Hou HsiaoHsien. En el año 1993, mientras filmaba un documental titulado When movies talked about time: Hou HsiaoHsien y Edward Yang para Fuji TV, Koreeda conoció al director taiwanés Hou HsiaoHsien, y los dos comenzaron una amistad que duró más de dos décadas.

Al hablar sobre el impacto de Hou HsiaoHsien en su propio trabajo, Koreeda afirma abiertamente que fue la película de Hou titulada Ciudad doliente, la que lo llevó por el camino de la cinematografía.

En las películas de Hou HsiaoHsien, las emociones de los personajes se suelen representar de forma contenida y sutil, principalmente a través de planos largos que capturan paisajes naturales. Una composición representativa implica presentar a los personajes como elementos minúsculos dentro de la inmensidad del mundo, mientras que el paisaje que los acompaña ocupa el primer plano en el encuadre.

Esta relación única entre los personajes y su entorno encarna la sensibilidad estética de Hou HsiaoHsien de la emoción dentro del mundo. Las emociones se infunden en el paisaje mientras que el paisaje sirve como telón de fondo de las emociones. Al integrar objetivamente la insignificancia del individuo en la grandeza del mundo, sus películas ofrecen una experiencia estética que contempla la vida. El espacio natural y la belleza corresponden a las complejidades y los misterios de la vida. El lenguaje cinematográfico de Hou HsiaoHsien refleja su visión filosófica de la vida y una expresión natural de su perspectiva del mundo.

En la antigua filosofía china, existe un concepto de unidad entre el cielo y la humanidad, así como también una interacción entre ambos. Un famoso poema antiguo chino dice que las flores pueden conmover a los corazones rotos y que los pájaros cantores pueden asombrar a las almas rotas.

En la película Nadie sabe de Hirokazu Koreeda, se hace uso de las tomas fijas extensas para representar una escena en la que Akira entierra a su hermana pequeña. La tumba de Yuki está posicionada en el cuarto inferior del encuadre, y la amiga de Akira, Saeko, entra lentamente desde la esquina inferior derecha del encuadre. Ella recoge una flor silvestre y la coloca frente a la tumba. Luego, Akira entra desde la izquierda y coloca una piedra en la misma posición. Ambas inclinan la cabeza, paradas en silencio frente a la tumba de Yuki. Toda la secuencia se desarrolla en silencio, transmitiendo un profundo sentido de emoción y conexión en silencio.

En el encuadre panorámico, las figuras vulnerables e indefensas de los niños contrastan con la serenidad de la noche y engradecen el conflicto visual entre su interior profundo y el entorno social al extremo.

Hirokazu Koreeda se abstiene de mostrar lágrimas al público. La cámara se posiciona distante y los espectadores solo podemos comprender los matices de la atmósfera de la escena y contemplar los cambios emocionales de los personajes.

Esta técnica de filmación refleja el respeto de Koreeda hacia los personajes. Evita mostrar heridas abiertas o emociones espectaculares. En cambio, crea una sensación de distancia y permite a la audiencia observar todo lo que se desarrolla ante ellos desde la perspectiva de un espectador. Es como observar una tormenta o un terremoto e invoca a la empatía y brinda el espacio para la introspección.

Como resultado, el estado emocional del público trasciende las experiencias personales y alcanza un estado de observación calma del mundo y sus fenómenos.

Si está interesado en profundizar en el significado social y las reflexiones filosóficas detrás de las películas de Hirokazu Koreeda, haga clic aquí para continuar leyendo.

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