Finalmente terminé de ver la versión de 1997 de "Fuera de juego" durante una tarde tranquila, aunque en realidad nunca había visto muchos partidos del Arsenal.
Colin Firth interpreta a un maestro de escuela primaria que es un perdedor. Se llama Paul y siempre luce desaliñado. Usa camperas viejas, pantalones anchos: tiene la apariencia que la gente suele asociar con los fanáticos del fútbol, no muy diferente a la de un adicto. Incluso tiene una camiseta de fútbol vintage con mangas rojas y blancas, con el símbolo de una pistola en el corazón.

El personaje de Paul representa al típico fanático de la Premier League inglesa: le regalan una pelota ni bien aprende a caminar, contempla como patearla aún más lejos, va a su primer partido en vivo a los seis o siete años, después de que crece un poco, emprende largos viajes para comprar los boletos de la temporada, acude a bares en donde se fuma, se bebe y se mira fútbol, se sumerge en el aroma de la cerveza de malta y exhala el humo de cigarrillo mientras insulta apasionadamente durante un partido especial. Estos hitos de la vida probablemente sean normales para un aficionado al fútbol. Sin embargo, la mayoría de las personas solemos adoptar un enfoque más silencioso y nos enteramos de las noticias en línea, apretamos los labios cuando se sortean las rondas de las ligas, despertamos abruptamente de un sueño sólo para ser atormentados por el próximo gol de nuestras pesadillas. Nacimos en un lugar donde el fútbol tiene raíces débiles, y es un sistema que no está arraigado a la población. Como la parte inferior de la pirámide, solemos sentirnos impotentes a pesar de nuestro amor por el deporte. El concepto de "fútbol" surgió abruptamente en vez de transmitirse de generación en generación. Somos vagabundos en una cultura futbolística extranjera, profundamente inmersos, pero incapaces de liberarnos.
La confusión sobre el fútbol siempre existirá, incluso en el lugar del nacimiento del fútbol moderno: Inglaterra. Es como si las mujeres del mundo no pudieran captar el encanto de este deporte y un partido emocionante fuera insuficiente en comparación con el atractivo del rostro de David Beckham. Esta diferencia sigue siendo intrascendente, ya sea en China o en el norte de Londres. Por eso, mientras miraba la película, sentía que Sarah Hughes, la protagonista femenina, realmente amaba a Paul. Soportaba estar apretujada entre un grupo de hombres mayores, aguantaba noventa minutos llenos de palabras incomprensibles e insultos profanos, y toleraba a su novio, quien aparentaba ser una persona gentil y adorable, pero que revelaba sus momentos emocionales más intensos en la multitud — sin la capacidad de contenerse o reservarse sus opiniones— totalmente obsesionado. Durante este tiempo, ella se mantenía inmóvil, aunque ocasionalmente cambiaba el televisor a canales de fútbol durante los momentos de inactividad y además conocía los nombres de uno o dos jugadores del Arsenal. Las sutilezas del fútbol también se reflejan en la sutiles influencias sobre Hughes.

Es posible que nunca hubiéramos imaginado que llegaríamos tan lejos. Casi todos hemos hecho las tonterías que menosprecian los realistas de este mundo. Arrojamos dinero a cosas intangibles. Pegamos pósters, cartéles de campeonatos, eslóganes de equipos en nuestras paredes. Recorremos las calles vistiendo camisetas con números de jugadores, haciéndole frente a todo tipo de mirada extraña. Nos ponemos los escudos de los clubes en nuestro pecho, los colgamos en llaveros o hacemos que ocupan cada centímetro de nuestros protectores de pantallas en los teléfonos y monitores. Y lo más importante es que esto no es apego emocional o prueba de nuestras emociones. Todo comienza cuando nos rodeamos de estas cosas, cuando sentimos un orgullo inherente, un sentido de pertenencia, el sentimiento de ser parte del equipo, de ser parte del fútbol. Incluso si no es del todo cierto, a nadie le interesa. En el mundo del fútbol, todo depende de cómo lo percibas, no importa tanto la naturaleza real de los problemas.
Tal vez el Arsenal sea realmente horrible. Quizá la vida sea verdaderamente espantosa. Quizá el fútbol en sí sea horroroso. Cuando los fanáticos empujan una y otra vez,cuando derraman sangre real en Sheffield, es aún más terrible. Cuando los ultra fans destrozan las ventanas de los negocios en una calle del norte de Londres, es todavía más horrible. Cuando una pequeña pelea en las gradas del Manchester Derby hace que se termine llamando a una ambulancia, es incluso, muchísimo más horrible. La mayoría de las veces, el fútbol se asocia con la violencia, pero no se puede negar que este "horror" es una parte inherente de él. Desde esta perspectiva, la violencia se convierte en un aspecto significativo e indispensable.

Cuando entras en este mundo, debes saber cómo es: el fútbol es un sueño violento, una calidez persistente, un placer crepitante, es como el fuego: apasionante y enérgico. Incluso en noches largas y frías, arde con intensidad.
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