Los más genios no siempre son los más sabios.

Esta es la historia de Robert Oppenheimer, un hombre inteligente que le dio un lugar a la física cuántica en Estados Unidos, pero también fue el creador de la bomba atómica, la que no destruyó el mundo, pero si miles de vidas.

Christopher Nolan siempre elige contar historias que te hipnotizan hasta el último momento. Esta no relata únicamente la creación de la bomba atómica, sino la vida de la persona que está detrás de este invento. Conocemos a Robert Oppenheimer una persona que está obsesionada con la física cuántica y contagia su interés en Estados Unidos. Además, interviene en las políticas y se cuestiona las decisiones de los poderosos. De a poco Oppenheimer se convierte en una persona reconocida en su campo y un día le llega una oportunidad que no puede rechazar: construir una bomba atómica para terminar con las guerras, pero ¿puede una bomba atómica terminarlas o empezará otras?

Durante las tres horas, la película acelera su ritmo, sentimos la ansiedad y el terror del creador de la bomba atómica. Formamos constantemente parte de su cabeza, pero Christopher Nolan, por momentos, nos da otro punto de vista de la historia para percibirla con otros ojos a través de escenas en blanco y negro.
Oppenheimer es una película que se necesita ver en la pantalla grande, es una experiencia sensorial que te deja sin energía. Aunque es una historia compleja y hay muchos personajes interpretados por brillantes actores, la película no pierde el hilo y te hace olvidar que estás dentro de un cine.
Después de haber visto Oppenheimer, muchas escenas se quedaron en mi cabeza, sobre todo la conversación entre Oppenheimer y Einstein, en ese preciso momento entendí que esta historia necesitaba ser contada.