Nueva entrega de la que quizás ya podamos decir que es una de las mejores sagas de acción de la historia y del cine en general. Cuando uno piensa que ya han dado todo lo que tenían para dar, cuando uno piensa que se pueden repetir y copiar esquemas previos, aparece el séptimo film (tercero bajo la dirección de McQuarrie) para demostrar que no, que todavía hay mucho por contar y que las formas no siempre son las mismas, a pesar de que obviamente se repiten patrones y formas (acá se bebe en algunos aspectos y para bien de la primera entrega, dirigida por el gran Brian de Palma).
Cuando hablamos de patrones que se repiten, el más importante es el que refiere al uso de las máscaras: en toda la saga de MI son vitales ya desde la escena del primer film, en la que hay una puesta en la que se empieza mintiendo en pos de poder confrontar a los enemigos. En esta nueva entrega se adelantan a lo que está sucediendo hoy día con las IA (recordemos que esta película se venía haciendo hace tres años, lejos del auge que tiene hoy día este nuevo uso de la tecnología), ya que exponen que todo lo que se cree real es mentira, las personas que se cree son de una manera en particular son otras, todo es completamente manipulable y hay dos bandos divididos, en las partes interesadas que lo hacen para poder dominar el mundo por un lado y quienes lo usan para hacer lo correcto y buscando defender a la humanidad, como lo hacen Ethan y su equipo.
Esta última idea se empata con la forma de ver a la vida y el cine de Tom Cruise, que no es solo un actor más, es un artesano y lo ha demostrado en Top Gun Maverick: aunque intenten desplazar a los humanos, aunque se piense que un algoritmo pueda manejar todo a su merced y quienes están detrás de eso quieren controlar al mundo y moldear a los humanos en lo que deben hacer y pensar, aunque las “naves oxidadas” sean piezas de museo, son las que priorizan lo considerado antiguo y entienden lo que vino detrás, en una forma de hacer cine que no queda solamente en grandes secuencias de acción, sino que también hay una intención en el subtexto de hablar siempre de las formas en que se opera en la actualidad y exponer la forma de obrar del sistema a nivel mundial.
Sin ir más lejos, la película se liga a lo que sucedió en la manifestación comandada por Fran Drescher, en la que se producía un reclamo en contra de la idea de los estudios de escanear las caras de los actores para poder usarlas a su antojo y así pagarles menos dinero. Una forma de representar esto por debajo sin discursos ni obviedades, demostrando que, aunque los mandamases no quieran, todavía se pueden seguir haciendo películas con actores de carne y hueso, dejando de lado también el uso del CGI poniendo el cuerpo a las balas y literalmente dejando la vida por y para que el séptimo arte siga teniendo justamente más vida que nunca.
Lo que me parece brillante de esta película es también la sensación pesimista que se maneja, porque tenemos a La Entidad, a la cual parece realmente imposible derrotar, ya que no tiene una cara puntual, no es para nada manejable, es como marca el título de este escrito UN ENEMIGO INVISIBLE, si maneja las situaciones a su merced y hace un daño irremediable a quienes la enfrentan, no tiene un rostro en particular. La mejor forma es yendo al pasado y también utilizando elementos del presente como computadoras y artefactos de rastreo, porque Ethan y sus secuaces no se manejan solo con lo humano, se abrazan también a la tecnología en cada entrega, pero el tema está en el cómo deciden aplicarla y se diferencian de aquellos contra quienes luchan.
Aunque me interesó más priorizar en el texto las ideas tecnológicas por la urgencia del tema y sus constantes avances además de la trascendencia en la realidad, también sobresalen las ideas religiosas: podemos encontrar al personaje de Hunt que representa al Mesías, que necesita encontrar la llave para solucionar el conflicto (la cual tiene forma de cruz), no es casualidad que parte de la película transcurra en un país tan religioso como Italia y que el villano se llame Gabriel, considerado en la Biblia como alguien capaz de destruir ciudades enteras y una de las criaturas más poderosas que existen, acorde a lo que pretende hacer el interpretado por Esai Morales.
También hay un espíritu Spielbergueano en la película, porque Ethan y su grupo son una familia a esta altura y que se fue conformando con el paso del tiempo. En esta, Hunt siempre tiene la intención de salvar a Grace, a pesar de sus intentos de huir con el dinero y con la cruz, él siempre la cuida e intenta reclutarla, lo que posteriormente generará que empiece a ceder y formar parte de su equipo. Casi que la adopta y ella se vuelve su versión masculina (al final viste como él), lo mismo que hace con el joven que va a hacerle la entrega de la misión en el arranque del largometraje. También decide perdonar la vida a la joven que está con Gabriel y que lo quiere matar, lo que posteriormente genera que ella le devuelva esta gentileza casi sobre el final, porque entienden que es un hombre de bien, a pesar de que en su momento haya cometido errores.
Algo que quiero destacar en último lugar es el abrazo al humor, que si bien está presente en las últimas entregas, acá está totalmente ligado a la screwball comedy en las persecuciones que tienen lugar en Roma que le sientan perfecto a la película, porque recuerdan a aquellas del cine clásico que se valían mucho de los gags y los “accidentes” y le dan una inventiva interesante a lo que sucede, porque también Cruise y Atwell demuestran que pueden hacerlo y congenian muy bien en esa secuencia que despertó la risa de más de uno en la sala de cine.
Esta no es una saga más, no es solo “buenas secuencias de acción” y nada más, es una película de las que escasean en el Hollywood actual, en la que se nota que hay amor por el hacer cine, pero también por contar historias que entienden lo que vino antes y leen de forma muy inteligente los peligros de la humanidad. Seguramente queden cosas sin decir, pero porque es una película que tiene mucha tela para cortar y esto se haría interminable.
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