El contador de cartas (2021). Director: Paul Schrader

Hay en ‘El contador de cartas’ un curioso acercamiento tanto a ‘Pickpocket’, de Bresson, como a la leyenda de Guillermo Tell. En ‘Pickpocket’, el protagonista, Michel, ha cometido un pecado, que es el de robar a su madre, sufriendo por ello la culpa de la vergüenza y evitando encontrarse nuevamente con su madre en vida a pesar de amarla y respetarla profundamente. El protagonista de ‘Pickpocket’ decide recluirse en un miniapartamento (similar en su forma a la celda de la prisión militar de ‘El contador de cartas’) y dedicar su vida a pequeños robos como carterista. En cierta forma, tanto el Michel de ‘Pickpocket’ como William Tell (Oscar Isaac en "El contador de cartas") buscan anularse como seres humanos, viviendo una insoportable cárcel interior, eliminando cualquier tipo de pensamiento de su vida diaria. Reflexionan desde una “subjetividad indirecta” (sus diarios / las cámaras en ambas películas), buscando en su sufrimiento una redención que les llegue de forma individual. Esta redención (la famosa metáfora de la cárcel de ‘Pickpocket’) se encuentra cuando alcanzan lo divino. Lo divino se presenta en forma de mujer, sea Jeanne en ‘Pickpocket’ o Linda (Tiffany Haddish) en ‘El contador de cartas’.

En la secuencia del encuentro de Jeanne con Michel en la prisión de ‘Pickpocket’, separados por los barrotes de la cárcel, la voz interior de Michel dice: «… para poder estar contigo he tenido que hacer locuras». Es la propia cárcel, en la que acaba Michel, lo que le permite su liberación, su redención como persona, hasta alcanzar un estado de ascesis tras haber vivido bajo un estado de culpa y castigo permanente. Digamos que el tema de Freud respecto al comportamiento consciente frente al inconsciente de “la transformación en su contrario” es lo que prevalece: hay que apartarse de lo que se desea para poder alcanzarlo.

Con ‘El contador de cartas’, Schrader homenajea la secuencia de la cárcel en tres ocasiones, junto a sus anteriores filmes ‘American gigolo’ (1980) y ‘Sin posibilidad de escape’ (1992). Por su parte, la historia de Guillermo Tell es la que adopta internamente el protagonista para configurarse como personaje externo a su cuerpo. William Tillich/Tell no tiene un hijo, pero en cierta forma apadrina a uno como si fuera el suyo: Cirk (Tye Sheridan), hijo de otro militar que participó como torturador en la cárcel de Abu Ghraib y que terminó suicidándose. El único propósito en vida, ahora, de Cirk es acabar con la vida del mayor John Gordo (Willem Dafoe), el comandante a cargo del adiestramiento para torturas de los soldados americanos en las cárceles iraquíes. Mientras los soldados que aparecieron fotografiados con los presos torturados acabaron condenados en cárceles militares, los mandos superiores, como Gordo, fueron exonerados. Como en la leyenda suiza, Tillich/Tell preparará su venganza sobre Gordo a través de su “hijo”, Cirk: una rebelión individual e intimista contra el poder establecido y corrompido. Finalmente, será la búsqueda de ese rencuentro de Cirk con su madre el camino indirecto que adopte William Tillich/Tell hacia su viaje por la redención del alma.

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