En el reino cinematográfico, podemos encontrar esclarecedoras reflexiones sobre el eterno enigma de "extraterrestres contra humanidad". Hice un análisis en profundidad en mi artículo ‘Shin Ultraman’: Deidades y Demonios en el Bosque Oscuro, en donde exploré de una manera matizada esta temática. La trama se desenreda aún más a medida que continuamos nuestro viaje cinematográfico.
En un intento por frustrar los siniestros planes de Mefilas, Ultraman se apodera de la codiciada Cápsula-β, destinada para los humanos. El enfrentamiento entre Ultraman y Mefilas es una deslumbrante sinfonía de intelecto y fuerza. Es evidente que la supremacía de Mefilas va más allá de la mera táctica o la fuerza física; supera a Ultraman con destreza. Justo cuando la energía de Ultraman decae y se avecina la derrota, Mefilas vislumbra a otro emisario de la "Tierra de la Luz" que se une a la arena terrestre. La batalla se detiene en ese mismo instante. Los cínicos pueden tachar esto de retirada táctica, pero delata el arte calculado de Mefilas. Se da cuenta de que un enfrentamiento directo similar al de Zarab no iría bien contra la formidable "Tierra de la Luz". La sabiduría de Mefilas reside en orquestar un tablero de ajedrez, manipulando a los jugadores en su beneficio. La moderación de Ultraman no es una omisión de potencia, sino una anticipación del momento perfecto para la acción, una lección perdida por Mefilas. Su astucia lo consolida como un estratega cósmico por excelencia: un visionario astuto y previsor, con una ambición audaz y una gracia inquebrantable, un auténtico fuera de serie entre la galería de enemigos de Ultraman...
Este nuevo enemigo proveniente de la “Tierra de la Luz” era Zoffy, quien se enfrenta a un complicado enigma. Lo que una vez fue una pelea local en la Tierra se ha convertido en una auténtica catástrofe. La difusión de la tecnología de las armas biológicas ha desatado el pánico interestelar. Ignorar el problema desencadenaría la disolución del control en todos los sistemas estelares, culminando en una inminente guerra universal. Como persona imparcial dentro del tratado interestelar, Zoffy tiene las manos atadas frente a Mefilas, cuya conducta traspasa la línea de la legalidad. Vergonzosamente, la táctica de Mefilas deja a Ultraman y a la "Tierra de la Luz" como los instigadores de la confusión de la Tierra frente a los ojos de lo humanos. La postura de Zoffy debe ser racional e imparcial y su mirada hacia la Tierra y la humanidad, distante y racional. En medio de un universo rebosante de más de 13 000 millones de formas de vida inteligente, la humanidad no es más que una ínfima parte, y sus acciones superan su importancia cósmica. ¿Por qué dejar que persistan? Equilibrando la balanza, Zoffy llega a un veredicto: borrar la Tierra y la humanidad.
El deber recae en el "Arma de Supresión Celestial". Esta creación es una amalgama de IA encerrada en un campo de blindaje, fabricada para autoensamblarse a partir de módulos de hardware almacenados en el espacio imaginario. Se manifiesta como un objeto colosal, aprovechando la luz de las estrellas para acumular energía. Toda esa fuerza la acumula con el fin de generar una explosión cataclísmica capaz de arrasar la Tierra. Más allá de la destrucción, la energía irradiada aniquilaría el sistema solar, un Armagedón cósmico.
Sin embargo, dentro de los pliegues de la "Tierra de la Luz", la perspectiva de Ultraman toma un rumbo divergente…
"Para los seres de este planeta, uno lo es todo..."
Esta afirmación tiene un trasfondo filosófico similar a "Cada flor encierra un mundo, cada hoja encarna la iluminación". La esencia de la vida desafía la grandeza o la disminución: reside en su propio ser. Unificada bajo esta luz, ya sea la majestuosidad de las civilizaciones que abarcan las estrellas o la minuciosidad de la vida microbiana, reina la igualdad, y cada entidad es otorgada por la luz. Como personificaciones de la luz, los principios de Ultraman y de la "Tierra de la Luz" reflejan sus principios intrínsecos: compasión sin límites, imparcialidad y omnipresencia. Reconociendo y honrando el significado y el valor de cada vida, prodigan luz y calor para su crecimiento sin trabas.
Utilizando esto como base, Ultraman emprende una misión para rescatar a la humanidad. Los críticos cuestionan su razón de ser: ¿por qué una luminaria milenaria empatizaría con seres que existen hace tan solo un siglo? ¿Pueden los humanos empatizar con insectos por ejemplo? Bueno, esto sería el mismo caso. Sin embargo, esta pregunta no pone en el centro la alienación de Ultraman, sino la escasez espiritual de la humanidad. A pesar del pasado de locura y fragilidad de la humanidad, Ultraman discierne una sabiduría y un potencial latentes. Si nosotros pudieramos abrazar este potencial, esforzándonos por refinarnos, podríamos ganarnos la aceptación de la galaxia.
Aunque sólo existe una posibilidad entre diez mil, Ultraman, como faro de luz, se mantiene firme, alineado con los principios de la "Tierra de la Luz". Su amor por la humanidad no es una parcialidad, sino la encarnación de la benevolencia de la luz.
Luego de una ardua batalla, llegamos al desenlace y el final del combate. Pero este llegó de una manera anticlimática, casi que sin esfuerzo. ¡Y así es como en apenas un milisegundo, el destino de la humanidad se salva!
Sin embargo, Ultraman es arrastrado a las fauces gravitatorias de un agujero negro, perdido en la incertidumbre. A través del velo de la membrana de Planck, Zoffy descubre por fin su paradero. Extiende su reverencia a Ultraman y a la humanidad, reconociendo su prerrogativa cósmica.
En primer lugar, la humanidad utiliza la Cápsula-β de forma responsable; ya no es un arma biológica fuera de control.
En segundo lugar, su logro -una hazaña casi imposible- confirma su sabiduría, valentía y vitalidad, lo que los hace merecedores de ello.
En tercer lugar, esta maravilla podría derivar de la insinuación de una voluntad cósmica. Ultraman no es omnipotente; una voluntad superior podría controlarlo a él y a las civilizaciones estelares, obligándolos a ser leales. Las decisiones de Zoffy y Ultraman no son intrínsecamente contradictorias, sino que encarnan la dualidad de una deidad: una encargada de mantener el orden, la otra de salvaguardar los principios. La elección fundamental recae en Ultraman. Si abandona los principios en favor de la obligación imperial, la "Tierra de la Luz" podría convertirse en un monstruo violento, perder legitimidad y hacer añicos el orden cósmico, un escenario que Mefilas anhela.
Por suerte, la Tierra logró recuperar la calma y la estabilidad. Pero no duró mucho tiempo… Ultraman percibió el cambio inmutable en la trayectoria de la humanidad. El equilibrio interestelar se rompió, lo que convirtió a la Tierra en objeto de codicia e infiltración por parte de diversas culturas extraterrestres.
Aunque la Tierra deja de ser huérfana en el universo, la sociedad humana pierde su refugio seguro. Sin embargo, esta agitación no tiene precedentes; la seguridad nunca ha sido un don inequívoco para la humanidad. La agitación y la lucha son los ejes de la historia; la tranquilidad y la prosperidad son interludios fugaces.
La humanidad persiste gracias a la esperanza inquebrantable, el intelecto, el valor y la colaboración, preciados principios de la civilización humana. Con este corazón apasionado, el cosmos se transforma de un bosque enigmático en un tapiz de valores compartidos, disipando la necesidad de que todos sean cazadores armados. La humanidad merece la salvación de Ultraman, que ya está preparado para forjar un futuro de paz y prosperidad dentro del peligroso cosmos.
¿Te gustó Shin Ultraman? ¿Qué te parecieron los temas de la película? Yo no puedo esperar a que llegue la secuela, ¿y tú?
Comparte tu opinión en los comentarios y ¡sígueme para más análisis cinematográficos interesantes y profundos!
‘Shin Ultraman’: Deidades y Demonios en el Bosque Oscuro
¡Comparte lo que piensas!
Sé la primera persona en comenzar una conversación.