En "El viaje de Chihiro" de Hayao Miyazaki pude ver dos historias completamente diferentes. La primera historia trata sobre cómo preservar la pureza interior en un mundo dominado por el materialismo.
Me recuerda a una cita del dramaturgo simbolista francés Maurice Maeterlinck: "La fe en la vida sólo puede obtenerse trascendiendo todo tipo de dificultades y encontrando la mirada de los niños". Esta cita me hizo entender por qué aunque "El viaje de Chihiro" trate sobre la aventura de una niña, me dio a mí, un adulto, fe. Esta fe nace de la mirada de la niña: una inocencia valiente y honesta que aún no ha experimentado el mundo.

En "El viaje de Chihiro", Miyazaki muestra una ciudad misteriosa. Este pueblo tiene un estilo medieval, que es el período más oscuro de la historia de la humanidad. No hay gente en la ciudad, sólo una vista decadente de la calle al anochecer. La protagonista, Chihiro Ogino, es una niña que acaba de cumplir 10 años. Llegó a a este pueblo por accidente cuando iba a mudarse al campo con sus padres. Es una niña normal, no tiene nada extravagante o llamativo. Es un poco mimada, llora con facilidad y es frágil, como cada uno de nosotros en nuestra infancia.
Al principio, pensé que la siguiente parte de la historia sería sobre el crecimiento de Chihiro, que es el tema principal de la historia, por supuesto. Pero por otro lado, me sorprendió descubrir que esta historia no sólo busca enseñarle a los niños sobre la valentía. También consuela a los adultos, diciéndonos que todos tenemos algo adentro nuestro que debemos tratar de encontrar y proteger: el instinto de hacer el bien.

Este pueblo es como un sueño, pero es un reflejo de la realidad. Parece imaginario e ilimitado, pero en realidad tiene reglas de funcionamiento inquebrantables. Por ejemplo, acá tenés que comer o desaparecerás, pero no puedes comer o beber de más, sino te convertirás en un cerdo. En este pueblo debes encontrar un trabajo para demostrar tu valor ya que aquellos que sólo buscan la comodidad se convierten en animales y son exiliados. Acá hay que soportar que los humanos sean extraterrestres y que estos monstruos puedan acercarse en cualquier momento y decir: "Hueles muy mal". En este mundo, el dinero sigue siendo la existencia suprema por las que todos corren, y por dinero, incluso los dioses pueden luchar a muerte y perder su dignidad. Por supuesto, esta última parte no es muy diferente al mundo real.

Lo que Chihiro enfrenta es una realidad muy abstracta. Sin embargo, ella no sale a desafiar estas reglas decadentes ni a convertirse en una heroína que cambia el mundo. Ella acepta. Encuentra trabajo en la casa baños e intenta sobrevivir. Esto hace que toda la historia sea más realista: cada uno de nosotros sólo puede aceptar las reglas sociales establecidas y convertirse en parte del juego. La diferencia es que algunas personas le temen a las reglas, mientras que otros siempre viven en torno a ellas. La inocencia intrépida de Chihiro no es algo que se enseña, es innata. Cuando el Dios del río llega todo sucio a la casa de baños, todos se retiran, sólo ella corre a ayudarlo para quitarle las capas de suciedad. Esto nada tuvo que ver con su espíritu profesional, sino con un impulso de la naturaleza. Y fue esta acción la que hizo que la gente la mirara de otra manera: "esta pequeña es realmente algo".

Chihiro no se dio cuenta de que su espontaneidad era digna de admiración ante los ojos de los demás. Ella simplemente estaba haciendo lo que pensaba que era correcto basándose en la intuición de un niño.
Este pequeño pueblo está dirigido por un par de abuelas gemelas. Yubaba y Zeniba. Son como las dos caras de una moneda y también representan las dos reglas de este mundo. Uno se llama intercambio equivalente, la otra retribución causal. Estas reglas no fueron creadas por ellas, sino que existen de forma natural y ellas son sólo ejecutoras de las reglas. En casa de Yubaba, Chihiro consiguió trabajo y sobrevivió, pero a cambio, poco a poco olvidó su nombre y se perdió. Mientras está en casa de Zeniba, el amigo de Chihiro, Haku, pierde la vida al robar el sello de Zeniba, y Chihiro debe remediar el crimen de Haku y salvarlo.

A lo largo de la historia, Chihiro nunca supera las reglas del pequeño pueblo, sino que vive con valentía y honestidad bajo las mismas. Fue precisamente esta honestidad la que le impidió perderse y, en última instancia, salvar a sus amigos. No es de extrañar que el fantasma "Sin Rostro" se sintiera inexplicablemente atraído por ella desde la primera vez que la vió. No era producto de la soledad, sino que era por la bondad natural.
Sin Rostro (sin género, rostro ni emoción) simboliza la humanidad universal. La decisión casi instantánea de seguir a Chihiro hasta la muerte nos dio un poco de confianza en el regreso de la humanidad. Aunque Sin Rostro a veces se confundía y vendía lo más preciado para ganarse el favor de los demás, todavía quería dejarle la mayor cantidad de oro a Chihiro para redimir su culpa interior. La historia de Sin Rostro es como la de todos: luchando entre la bondad y la codicia, esperando la redención. Al final, Sin Rostro se traga la pastilla de Chihiro, vomita y vuelve a su apariencia original. Sigue a Chihiro a través del río limpio y encuentra un hogar tranquilo.

De hecho, desde el principio de la película, Miyazaki nos revela la clave para atravesar el pequeño pueblo. Cuando el tentador aroma de la comida flotó en el aire, los padres de Chihiro se apresuraron a atiborrarse hasta que se convirtieron en cerdos y cayeron bajo el hechizo. En ese momento, Chihiro no se conmovió, incluso mostrando una expresión desdeñosa. Fue precisamente este rechazo natural de la niña lo que le dio la llave del pequeño pueblo. Pudo deambular, ser querida y admirada y finalmente se fue con dignidad. Ella no era una superheroína, era simplemente una niña que conservaba su verdadero yo. Y cada uno de nosotros alguna vez fue un niño. El instinto de bondad no necesita buscarse externamente; sólo tenemos que mirar hacia atrás y enfrentarnos a nosotros mismos para obtenerlo.

Esa es la primera historia.
En lo más profundo de mi ser, existe otra historia, mucho más sencilla. En esta segunda historia no hay maldad ni oscuridad, sólo una joven que afronta el adiós de su infancia. Esta despedida comienza con el traslado a un nuevo hogar.
Al comienzo de la película, Chihiro se encuentra con el misterioso pueblo porque se mudó al campo con sus padres. Todavía recuerdo el miedo y la ansiedad de cuando me mudé por primera vez en mi infancia y tuve que caminar por calles desconocidas para volver a casa. "La mudanza" es una aventura para los niños, que incluye la tristeza de decir adiós al pasado, a lo ya conocido. Por lo tanto, la misteriosa ciudad podría ser simplemente un "recuerdo materializado de la infancia" que Chihiro construyó en su mente. Quería completar un luto magnífico para ella, arrepentida de no haber tenido tiempo de despedirse.

Quiere volver a vagar por el pasado, volver a encontrarse con esas personas y esas cosas; quiere hacerlos reaparecer, aunque pueden ser completamente diferentes al ser transformados por su subconsciente:
Boiler Gramps, quizás era el abuelo que ya había fallecido en la realidad, brusco pero de buen corazón, siempre dispuesto a protegerla. Porque en el pequeño pueblo, el abuelo Boiler había dicho: "Ella es mi nieta".

Yubaba y Zeniba pueden ser la imagen real de las abuelas de Chihiro, a veces feroces, a veces comprensivas. Al igual que en el proceso de crecimiento infantil, siempre descubriremos que lo que al principio parecía irrazonable, al final resulta ser amable y encantador.

Sin Rostro, tal vez era solo un chico de la escuela que estaba enamorado de Chihiro, la trataba bien en secreto y estaba dispuesto a mantener el corazón de oro en su mente solo para ella.

El Espíritu del Río que vino a bañarse puede ser el recuerdo de la infancia de Chihiro porque, frente a su casa, en realidad podría haber un río contaminado que ella había observado mientras los humanos lo llenaban con innumerables escombros y barro. Quiere restaurar la claridad en su imaginación.

En cuanto al Dragón Blanco, también es un recuerdo de la infancia que ha perdido. Cuando era pequeña, cayó al río Ámbar y casi muere, pero se salvó milagrosamente. En el pequeño pueblo, el niño que la salvó se transformó en un dragón blanco, convirtiéndose en su guardián.

¿Recuerdas lo que Haku le dijo a Chihiro cuando la conoció en "El viaje de Chihiro"? "Te conozco desde que eras muy pequeña". De repente, todo lo que pasó en el pequeño pueblo se volvió puro. Era un vínculo inexplicable, un apego a no querer crecer y a un pasado que eventualmente quedaría atrás.
¿Te acordás de la conmovedora historia de "La vida de Pi"? "La vida es un proceso continuo de dejarse llevar y seguir adelante, pero, lamentablemente, a veces no tenemos tiempo para despedirnos como es debido". Después de vivir una aventura aún más fantástica que "La vida de Pi", Chihiro finalmente se despidió de su infancia. El camino a casa estaba delante de ella en la llanura donde las olas habían amainado.
Haku le dijo a Chihiro: "¡Ve y recuerda, nunca mires atrás!" Los dos se separaron. En ese momento, el cielo estaba despejado y había grandes nubes flotando. Chihiro atravesó la hierba verde y los barrancos, atravesó un túnel y se reunió con sus padres en el mundo real. Pero las palabras de Haku todavía resonaban en sus oídos: "¡No mires atrás! ¡No mires atrás!" Porque no había vuelta atrás. Fue como cuando la familia regresó a su auto y vio que estaba lleno de hojas caídas. La madre dijo: "Alguien debe haber hecho una broma".
De hecho, no fueron las personas las que hicieron la broma, sino el tiempo.

Y ese pequeño pueblo llamado Infancia estaba situado en el origen de los tiempos. Siempre permanecerá en la llanura de la memoria, y veremos a Chihiro alejarse. No hay necesidad de esperar a que ella regrese. El tiempo es un tren que sólo avanza, viajando decididamente hacia un lugar llamado futuro en el mar de la tristeza. Pero no hay necesidad de desesperarse, como dice la canción final "Always with Me": "Incluso si hay una tristeza infinita, nos encontraremos de nuevo en nuestro destino".
Entonces, prefiero la segunda historia. ¿Y vos?

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