Volcanes: la tragedia de Katia y Maurice Kraftt - La única pareja volcánica del mundo

Spoilers

El tiempo se detuvo para Katia Krafft y Maurice Krafft cuando el volcán Unzen entró en erupción en 1991, desparramando cenizas y rocas que se cobraron la vida de muchas personas. La tierra retumbaba, las cenizas se levantaban, las montañas se desmoronaban, la gente gritaba y corría... Ese era el momento en el que la naturaleza todopoderosa sacudía al mundo. Aunque la pareja pasó toda su vida explorando los mitos de los volcanes, la naturaleza no tuvo piedad.

El documental nominado al Oscar, Volcanes: la tragedia de Katia y Maurice Kraftt, fue ampliamente aclamado desde su estreno. La directora Sarah Dosa creó un romance sobre la lava a partir del metraje y las obras dejadas por la "pareja volcánica". La película es emocionante, con muchas tomas expresivas de volcanes en primeros planos, pero lo que la hace realmente impresionante es que las imágenes fueron capturadas en los lugares reales de la erupción por los Krafft después de años de observación y documentación. Durante más de treinta años, la pareja arriesgó su vida en la observación científica sólo para acercarse lo suficiente a los sitios volcánicos. Su legado ha enriquecido enormemente la comprensión humana sobre los volcanes y también ha evocado un fuerte sentimiento de asombro ante la naturaleza en estos días en que la tecnología parece ser la cura universal.

Cuando se trata de documentales sobre relaciones humanas y no humanas, lo primero que se nos viene a la mente es el documental ganador del Oscar, Free solo. Sin embargo, Free Solo trata más sobre la superación de los miedos y la recuperación de la paz interior al desafiar a la naturaleza, es la exploración psicológica de uno mismo. Volcanes: la tragedia de Katia y Maurice Kraftt se diferencia de este no sólo por la interacción de la pareja con los volcanes, sino también por las relaciones entre la naturaleza, el ser humano y la sociedad, entrelazadas con el heroísmo romántico y la búsqueda persistente de la ciencia.

La historia de amor de Katia y Maurice es bastante romántica. Ambos crecieron en la región francesa de Alsacia, con sus ciudades natales a poco más de 20 kilómetros de distancia, pero recién se conocieron en la universidad. Casualmente, ambos desarrollaron un interés poco común por los volcanes desde muy pequeños y querían explorar la magnificencia de las erupciones. El interés compartido finalmente los unió después de una cita a ciegas en un café y pronto se convirtieron en una pareja perfecta en la vida y el trabajo. Aparte del interés por los volcanes, los dos tenían muchas cosas en común. Crecieron en un mundo de posguerra donde ambos se sintieron inseguros y, por lo tanto, decepcionados de la humanidad, y las maravillas naturales se convirtieron en sus refugios. En las décadas de 1950 y 1960, la comprensión humana del paleomagnetismo se profundizó y se lograron avances en sismología y exploración espacial, lo que dio lugar a la investigación sobre las placas tectónicas. Esta fue una gran noticia para los amantes de los volcanes porque la investigación archivada sobre el tema necesitaba con urgencia científicos que se dedicaran a esa área de investigación. Los jóvenes Katia y Maurice se sumergieron de lleno en la disciplina emergente de la vulcanología.

Katia y Maurice tenían rasgos personales diferentes. Ella era una persona detallista, meticulosa y racional, mientras que él era un aventurero apasionado y divertido. En sus observaciones científicas, ella utilizaba imágenes para capturar momentos fugaces pero magníficos y él disfrutaba de los videos que mostraban cambios. Hay una escena en la película en la que Maurice rema en un bote en una piscina de ácido sulfúrico, mientras Katia camina con ansiedad por la orilla. Él incluso tenía el sueño loco de remar sobre lava y más de una vez recaudó fondos para esta idea en la televisión. Sus diferencias de alguna manera se complementaban en el matrimonio y el trabajo. Se acompañaron siempre, observando los chorros de lava durante la noche, volando alrededor del mundo en busca de volcanes activos, o esperando pacientemente las erupciones.

Maurice dijo una vez: “si pudiera comer rocas, jamás dejaría los volcanes”. No todos los vulcanólogos investigan como lo hacían los Krafft. Eran intrépidos y atípicos e incluso aceptaban gratamente ser los "bichos raros" como los reconocían sus pares. Los Krafft se acercaron lo más posible al peligro y al espectáculo de estas erupciones tectónicas sísmicas procedentes de las profundidades de la tierra. Se pararon justo al lado de los ríos de lava relucientes y de las enormes rocas calientes, y lo registraron todo, dejando un recuento en fotos y videos de la actividad volcánica que sigue siendo incomparable. Estuvieron totalmente obsesionados con los volcanes y los trataban como si tuvieran inteligencia. Maurice bromeó una vez diciendo que Katia lo engañaba con los volcanes, ya que ella presenció 20 erupciones más que él. Su romance con los volcanes es legendario, como así también el triángulo amoroso entre ellos y la naturaleza.

A través de escenas que representan la belleza más inquietante y emocionante de los volcanes, el tema de la relación entre el hombre y la naturaleza se analiza en la película. Maurice dejó una declaración que invita a la reflexión: “La razón por la que Katia y yo estudiamos vulcanología es porque estamos decepcionados con la humanidad y sentimos que los volcanes son más grandes que los humanos. Creo que esto es lo que necesitamos”. Esta afirmación recuerda la trama de la película Azul profundo, dirigida por Luc Besson, donde el héroe deja todo atrás y camina hacia el mar. Quizás aquellos que están profundamente fascinados por la naturaleza la vean como un refugio de la sociedad humana. Debido a las guerras, Katia y Maurice tuvieron una infancia difícil y, por lo tanto, resentían la guerra y las luchas de poder. Sin embargo, todavía se preocupaban por las cuestiones sociales y el futuro de la humanidad y se unieron juntos al movimiento contra la guerra de Vietnam en 1967, cuando sus fotografías aparecieron en la portada del Humanitarian Daily. Desde que surgió la vulcanología, se dedicaron por completo a esta área y se preocupaban por los humanos explorando lo desconocido. Pudimos ver que, aunque asustados por las guerras, no abandonaron el optimismo de que los individuos, por pequeños que sean, aún podrían hacer del mundo un lugar mejor.

A medida que los volcanes se hicieron populares en los medios, los Kraff también se convirtieron en personajes favoritos. Pensaban que el público no tenía tiempo ni energía para materiales e informes académicos serios. Así que escribieron libros, hicieron vídeos y aparecieron en la televisión sólo para concienciar a más personas sobre los peligros de los volcanes y las soluciones para evitarlos. Siempre había ligereza en su cámara a pesar de que lo que estaban filmando eran feroces asesinos. Llevaban cascos y ropa protectora y caminaban cerca de los volcanes, recordando escenas del alunizaje del Apolo. Maurice incluso fritó huevos sobre la lava. Sus apariciones en pantalla hicieron que muchas personas los consideraran como la querida "pareja volcánica".

Aunque pudieron ganar algo de atención por parte del público, la mayoría de las personas no eran capaces de sentir la presencia peligrosa de los volcanes. Les pedían a las autoridades que establecieran un sistema de alerta temprana y elaboraran planes de prevención de desastres. Sin embargo, estos esfuerzos no fueron tomados en serio por los legisladores. En noviembre de 1985, la erupción del volcán Drus en Nevada, EE.UU., provocó más de 20.000 muertes por las corrientes de magma y lodo. Antes de esto, los vulcanólogos habían predicho con 100% de seguridad que el volcán entraría en erupción en un futuro cercano, pero el gobierno no emitió ninguna advertencia debido a los costos que estas implicaban.

Esa vez, Katia fue a las zonas afectadas por el desastre en Nevada y se sintió extremadamente impotente. Frente a la naturaleza despiadada, el poder de los humanos es muy insignificante. Cuantos más volcanes visitaban, más cosas se enteraban sobre la imprevisibilidad de los volcanes activos. Nadie puede predecir cuándo entrará en erupción un volcán en el mundo y qué tan destructivo será. La vulcanología es un campo en el que nadie se ha aventurado antes, sus peligros sólo pueden entenderse mediante una exploración continua. El volcán en erupción es como la parca: devora las vidas cercanas. Los vulcanólogos deben observar de cerca las diversas actividades de los volcanes. Eso es lo que hacían los Krafft. Arriesgaron sus vidas acercándose a los cráteres y observando las escenas. Vieron esqueletos de animales cerca de los volcanes, presenciaron el flujo de magma y más de una vez lograron escapar de erupciones inesperadas.

Han pasado treinta años desde que Katia y Maurice abandonaron este plano. Su historia fue contada a través de la película Volcanes: la tragedia de Katia y Maurice Kraftt. La gente se sorprende al ver cómo los dos apasionados estudiantes que visitaban las calles de París se transformaron en profesionales que salvaron a muchas personas de los desastres después de años de investigación. Fueron a lugares remotos, no para alejarse de la humanidad que los decepcionó, sino para observar volcanes e investigar, para poder predecir la actividad y salvar vidas. El triángulo amoroso que surge entre los Krafft y los volcanes, entonces, es el testimonio de la capacidad de escuchar a las personas y al planeta por igual.

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