Llaman a la puerta: El fuego ficticio de la sinceridad

Spoilers

Las películas de terror, un género cinematográfico muy popular en estos tiempos, se están volviendo cada vez más comunes y tan sólo están siendo impulsadas por el mercado. Al mismo tiempo, también sucede que algunas trascienden el género y se convierten en obras de cine de autor, como por ejemplo, las películas de M. Night Shyamalan. Su última película, Llaman a la puerta, basada en la novela de terror de Paul Tremblay, The Cabin at the End of the World, es un testimonio de lo mejor que el género de terror tiene para ofrecer este año. La trama sigue a una familia que es rehén de cuatro extraños que afirman que deben sacrificar a uno de los miembros de su familia para evitar el fin del mundo.

Las películas de terror suelen presentar la misma secuencia cliché: en Llaman a la puerta, la pequeña Wen viaja por el bosque intentando escapar de la cabaña; decide mirar por detrás de ella para comprobar su seguridad. Primero, mira hacia su izquierda y confirma que es seguro ese lado. Luego, gira la cabeza hacia la derecha para comprobar que nada extraño sucede. En un instante, gira hacia la izquierda para huir. Es en este momento que el corpulento Leonard emerge desde la izquierda, dándole un pequeño susto. En el contexto de la narración cinematográfica clásica, la mirada del personaje hacia la izquierda sirve para confirmar una ilusión temporal de seguridad para la audiencia, y cuando la cámara regresa, revela su verdadera naturaleza. Esta secuencia dramática no se trata de los movimientos reales del personaje; su objetivo principal es sumergir al público en la película, representando la filosofía fundamental de los géneros de terror.

Llaman a la puerta (2023)

Las películas de terror prosperan en contextos específicos. En muchas obras orientadas al terror, entre las que se incluyen varias de las producciones anteriores de Shyamalan, el uso de elementos desconocidos crea escenarios convincentes y peligrosos. Tomemos como ejemplo La aldea, con su color prohibido y el mundo exterior inexplorado, o Viejos, que presenta distorsiones del tiempo en una playa misteriosa, y El fin de los tiempos, donde se desarrollan ataques aterradores e inexplicables y asesinatos en masa. Sin embargo, Llaman a la puerta se aleja de la típica representación del terror desconocido. Lo que nos cautiva es una forma diferente de suspenso: el grupo de personas que irrumpen en la tranquila cabaña: ¿son una secta de fanáticos religiosos y terroristas, o en realidad sus afirmaciones de que el mundo está al borde del apocalipsis son ciertas? ¿Y son los salvadores profetizados, los Caballeros del Apocalipsis, que intentan rescatar un mundo en colapso? Este suspenso no gira en torno a algún elemento desconocido; gira en torno a la potencialidad. El público se enfrenta a una decisión respecto al suspenso de la película: creer en el fin del mundo inminente o anticipar un resultado completamente diferente.

De manera similar, en La mujer codiciada, de Nicholas Ray, se establece una estructura de trío triangular inestable: McCloud atrae a Wes al mundo del rodeo, poniendo en peligro la vida estable de Louise; la posible conexión romántica entre McCloud y Louise podría dejar a Wes aislado; en cuanto a Wes y Louise, cuyo amor ya está justificado por su matrimonio, la interferencia de McCloud podría ser simplemente una ilusión. Los motivos de McCloud siguen siendo oscuros, las habilidades de Wes siguen siendo desconocidas y el amor de Louise sigue siendo incierto. En consecuencia, nunca podremos estar seguros de quién ganará en el próximo rodeo. En Llaman a la puerta, la aparición repentina de extraños armados, la pantalla de televisión que muestra imágenes de los desastres y los cálidos y preciados recuerdos de la pareja gay en los flashbacks: cualquiera de estos elementos podría desviar la narrativa por un camino inesperado en cualquier momento dado. Quizás esta incertidumbre sea una de las formas en que las películas de género se rejuvenecen. A medida que las películas avanzan, queman los cimientos clichés del género, reemplazándolos con posibilidades inexploradas. Desafían las experiencias arraigadas del público, creando un magnífico despliegue de fuegos artificiales a lo largo de trayectorias imprevistas.

La mujer codiciada (1953)

Como resultado, siempre hay sacrificios, porque el triunfo del fuego resulta inevitablemente en la quema de leña. Entonces, ¿han dejado de existir los sacrificados? ¿Han sido abandonados, tal vez? Es esencial reconocer que una película no persigue simplemente una cadena de victorias; también abarca a los combatientes encubiertos y los campos de batalla silenciosos. Una historia sencilla de David Lynch desafía las expectativas de todos: el mundo de Straight parece ser un reino ideal donde abunda el amor y donde esos elementos lynchianos enigmáticos y sombríos parecen haber desaparecido. Sin embargo, al margen de la película, restos oscuros de terror oculto se pudren silenciosamente. No sucede ningún evento real; es como si todo fuera sólo un malentendido que se ha resuelto. Sin embargo, vislumbrar una fogata en medio de la oscuridad no significa la derrota de la oscuridad misma. En cambio, la oscuridad vuelve a entrar en la película con una capacidad diferente y debemos encontrar a su adversario.

Una historia sencilla (1999)

Volvamos al género de terror: sus reglas no están especialmente diseñadas, sino que se eligen en función de la demanda del mercado. Las películas de terror, por su naturaleza, implican situaciones aterradoras que atraen al público. La necesidad de estas situaciones a menudo eclipsa la necesidad de la lógica, lo que lleva a ciertas inconsistencias en su trama. Al mismo tiempo, las películas de terror exploran un conflicto fundamental: la batalla entre la humanidad y entidades enigmáticas y letales. Para establecer empatía con la audiencia, es esencial que existan un defensor vulnerable y un invasor insuperable. La lucha en las películas de terror se desarrolla entre estas dos fuerzas: el horrible invasor a menudo parece abrumadoramente dominante, dejando a los defensores indefensos (desde este aspecto, el verdadero invasor en Llaman a la puerta es el apocalipsis inminente). Para resistir el abrumador dominio del horror, parece imperativo el surgimiento del amor, que representa una energía aparentemente ilimitada, y se convierte en un tema vital en las obras de Shyamalan. Sin embargo, en sus obras, y en muchas películas destacadas, el amor no actúa como salvador de la historia, ni como arma para vencer a los adversarios, ni como solución mágica para alterar el curso de los acontecimientos. El amor, en su verdadera esencia, no es más que un misterio de vida y una verdad que espera ser desvelada. En Llaman a la puerta, el amor no rescata a la familia del apocalipsis; en cambio, los ayuda a lograr una victoria alternativa a través del sacrificio. En El fin de los tiempos, no es el amor el que vence al virus desconocido, sino las reglas detrás de esos movimientos secuenciales. En Una historia sencilla, la amistad no es sólo un medio para resolver traumas y melancolías del pasado, sino también una relación de amor que se manifiesta en el momento presente y se extiende hacia el futuro. Por el contrario, lo que hace que el amor encuentre su desaparición en una película también lleva a la película misma a su propia muerte. En esas obras mediocres, el amor se ve a menudo como un arma dialéctica, un sustituto de las necesidades estructurales y del guión, un accesorio atrapado entre el poder y la aventura. En tales transacciones, el amor se limita a un valor finito.

El fin de los tiempos (2008)
Viejos (2021)
La aldea (2003)

La aldea descubre la verdad de una utopía creada por el hombre aislada de la sociedad moderna, mientras que Viejos expone la oscura realidad de un malvado experimento científico. En las películas de terror de Shyamalan, el misterio siempre encuentra su resolución; es su elección artística. Si bien Llaman a la puerta no da una respuesta a lo desconocido, llega a un punto en el que los personajes deben elegir lo que creen. En contraste con las verdades realistas de las obras anteriores, esta obra abraza una verdad apocalíptica que se alinea con la esencia del cine. Sin embargo, como el papel de los cuatro visitantes es similar a las costas rocosas de Viejos y los tabúes de La aldea, los sacrificios son inevitables para salir de la habitación. Las películas de Shyamalan suelen tener fundamentos que parecen abruptos y apresuradamente considerados, y sus giros repentinos de la historia se sienten como música idiosincrásica que intenta sacar al público de la inmersión. En sus películas, podemos escudriñar fácilmente los mundos representados, lo que nos otorga la autoridad para creer en el director y sus películas. Sólo eligiendo creer en sus películas podremos asegurar nuestro boleto para ingresar a la experiencia cinematográfica.

Llaman a la puerta (2023)

escrito por Orange

LOS DISIDENTES son un colectivo de cinéfilos dedicados a articular nuestras perspectivas sobre el cine a través de la escritura y otros medios. Creemos que las evaluaciones de las películas deben ser determinadas por individuos en lugar de instituciones académicas. Priorizamos declaraciones poderosas sobre puntos de vista imparciales, y la responsabilidad de criticar sobre el derecho de elogiar. No reconocemos la jerarquía entre apreciadores y creadores ni entre entusiastas e insiders. Debemos definir y defender nuestro propio cine.

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