Después de ver El color de la granada que, aunque bastante inescrutable, logró capturar la esencia de un poeta en su experimentalismo, me pregunté si una película más sobria y realista podría hacer lo mismo. Al final, me decidí por Una serena pasión, una película biográfica que explora la vida y la muerte de Emily Dickinson. Esta película no tiene el mismo nivel artístico que El color de la granada; en cambio, cuenta la historia de manera más literal, lo que la convierte en una comparación interesante. Al final, si bien Una serena pasión no es una mala película, no puedo evitar sentir que le falta algo.
La película captura con seguridad algunos aspectos sobre la vida de Emily Dickinson como artista y poeta. Escuchamos a Cynthia Nixon, quien interpreta a Dickinson, leer poemas relevantes en momentos particularmente conmovedores lo que sin duda da una idea de cuál podría haber sido parte de su inspiración. La imagen general de Dickinson en la película es muy complicada. Al inicio, vemos su rechazo a la religión formalizada debido al deseo de mantener su espíritu “libre” y luego vemos que tiene algún tipo de coqueteo con un reverendo casado. Al mismo tiempo, sin embargo, vemos que todavía asiste a la iglesia, reflexiona sobre la religión y reacciona con violento disgusto cuando descubre la aventura de su hermano. Dickinson es criticada por algunos por ser demasiado rebelde y por otros por ser demasiado mojigata. Al final, obtenemos la imagen de una mujer en guerra consigo misma, con el mundo y con el universo en su conjunto, que lentamente se retrae en sí misma a medida que se vuelve más amarga y, sin embargo, aún produce una hermosa poesía.

La descripción no es del todo mala: todos los humanos son complejos, por lo que las contradicciones ayudan a preservar a Dickinson como una persona y no como un personaje. Además, aunque no soy un experto en su poesía, lo que he leído sobre ella indica que a menudo exploraba grandes conceptos, cuyas opiniones cambiaron mucho con el tiempo, por lo que la caracterización encaja bien. Sin embargo, la película finalmente se centra demasiado en la miseria y el aislamiento de la vida de Dickinson. Algunos elogian la película por su diálogo, que a decir verdad es bastante ingenioso y divertido en algunos puntos, así como por la actuación de Nixon, diciendo que parece equilibrar la desesperación y la esperanza sin caer jamás hacia ningún lado, pero que no es suficiente para compensar la atmósfera lúgubre a lo largo de la película. Hay una escena que intenta darle vida a uno de los poemas románticos de Dickinson, y desearía que Terrence Davies, el director, hubiera incluido más imágenes como esa. Con solo mirar la vida de Dickinson tal como se retrata en la película, es difícil comprender la belleza y la alegría tan evidentes en algunos de sus poemas.

Es posible que Davies quisiera mantener la película lo más realista posible y por eso evitó ese enfoque. El problema, sin embargo, es que esto no sólo pasa por alto la belleza expresiva que tan bien transmiten películas como El color de la granada, sino que también pasa por alto la realidad de que una vida nunca podrá capturarse perfectamente en sólo dos horas. Intentar hacerlo sólo abre la puerta a más críticas al final, ya que se omiten pequeños detalles. Por ejemplo, quizás la parte más confusa e irritante de la película es cuando a Emily le presentan a su nueva cuñada Susan. Esto es inexacto no sólo porque se conocieron cuando Susan tenía diecinueve años, siete años antes de que se casara con el hermano de Emily, sino también porque se cree que Emily y Susan estaban enamoradas. En el mejor de los casos, esto se insinúa vagamente en la película, cuando Susan se sienta con Emily una noche y le dice que la idea de casarse con un hombre “la convirtió en piedra”, pero ahí es donde termina esa relación.

Incluir el romance de los personajes en la película habría cambiado mucho; y a su vez hubiera explicado, por qué Dickinson no se casa y por qué está tan molesta por la traición de su hermano a Susan. El problema también está omnipresente a lo largo de la película: Dickinson se muestra retraída y casi asexual, creyéndose demasiado fea para el amor. Se ha demostrado que coquetea con hombres, pero nunca nada más, como si fuera exactamente la mujer frívola y voluble que sus editores pretendían que fuera. Si hubiéramos podido ver más del amor de Dickinson, tal vez hubiéramos entendido por qué creía tanto en un mundo bueno y puro sin llevar sus poemas a la pantalla visualmente. Sin embargo, todo esto quedó fuera, lo que resultó en una historia que, en última instancia, pareció demasiado deprimente para ser realista.
Ésta es exactamente la razón por la que prefiero las películas biográficas que adoptan un enfoque más artístico de sus temas, como El color de la granada. No importa cómo intentes contar una historia, siempre habrá detalles que pase desapercibidos y el enfoque será diferente. No existen las biopics objetivas, tan sólo existen algunos más o menos "realistas". Si afrontamos ese hecho, no queda más remedio que ser creativos en la forma de contar historias humanas. Cuando podamos hacer eso, tal vez finalmente podamos capturar la esencia de una vida en lugar de su esqueleto incompleto como lo hizo Una serena pasión.
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