The Killer: Un Manual para una profesión meticulosa

David Fincher, conocido por sus trabajos cinematográficos de gran intensidad y complejidad narrativa, nos sumerge en un intrigante mundo de sombras y decisiones morales con su última película, "The Killer". Esta película no se embarca en los típicos clichés de acción y efectos visuales llamativos; en cambio, nos presenta un asesino a sueldo sin nombre, un hombre cuya vida está meticulosamente organizada y hasta la plantea como monótona.

El filme se despliega a través de capítulos, cada uno con su propia estructura de inicio, conflicto y desenlace, conectados por el hilo conductor de la historia. Este enfoque fragmentado permite al espectador sumergirse gradualmente en la mente del protagonista (Michael Fassbender), una mente que podría no ser tan distante de la nuestra como podríamos imaginar. A medida que avanzamos en la trama, nos encontramos empatizando con un asesino cuyas acciones están respaldadas por una lógica fría y metódica, revelando que, de alguna manera, todos llevamos un pequeño asesino en nuestro interior.

Uno de los elementos notables de "The Killer" es su enfoque en la vida cotidiana del protagonista. Contrario a las expectativas generadas por películas de acción convencionales, este asesino no es un superhéroe o un maestro en artes marciales que puede eliminar a un grupo de 88 ninjas con una catana. En cambio, realiza sus transacciones por Amazon y reserva sus estancias en Airbnb, haciendo que su vida parezca más mundana y accesible de lo que podríamos haber imaginado. Fincher, en su genialidad, nos recuerda que la línea que separa la cotidianidad de la oscuridad puede ser sorprendentemente delgada.

El leitmotiv del asesino, expresado en su mantra "Mantén el plan. Anticípate, no improvises", se convierte en la columna vertebral de la narrativa. Esta premisa resalta la meticulosidad del protagonista y nos hace cuestionar la naturaleza de nuestras propias vidas. ¿Cuánto de nuestra existencia está planificado y cuánto es improvisación? ¿Acaso nuestras rutinas diarias son más predecibles de lo que creemos? La película juega con estas preguntas, llevándonos a la reflexión mientras seguimos los pasos del asesino a sueldo.

Aunque la película puede sentirse lenta en ciertos momentos, la voz en off del protagonista y los diálogos mínimos contribuyen a la construcción de una atmósfera envolvente. Nos sumergimos en la mente del asesino, compartiendo sus pensamientos más íntimos, lo que genera una conexión inusual entre el público y un personaje que, en circunstancias normales, podríamos condenar sin dudar.

El asesino, en su simplicidad, se convierte en un manual de vida para una profesión inusual. A través de la película, observamos cómo sigue sus propias reglas, cómo se aproxima y se aleja de su humanidad a medida que se desarrolla la trama. Es en este punto donde Fincher juega magistralmente con las expectativas del espectador. No estamos viendo a un héroe tradicional con un código moral claro; estamos observando a alguien cuyas elecciones, aunque moralmente cuestionables, están arraigadas en la lógica, la coherencia interna, pero se ven atacadas por su lado más humano (o menos asesino).

A pesar de la falta de escenas de acción convencionales, "The Killer" entrega una de las mejores peleas cinematográficas del año 2023. La confrontación es casi como el disparo de un francotirador: único y certero. La coreografía y la ejecución son impecables, destacando que la calidad no siempre reside en la cantidad. Fincher demuestra que una secuencia bien construida y ejecutada puede eclipsar a toda una serie de explosiones y acrobacias.

La película atraviesa una fase crucial cuando el protagonista se enfrenta a una crisis interna, obligado a romper sus propias reglas. Aquí es donde la maestría de Fincher se hace evidente, ya que logra transmitir la lucha interna del asesino de una manera que nos hace cuestionar nuestra propia moralidad. A medida que intenta engañarse a sí mismo, presentándose como una máquina sin sentimientos ni escrúpulos, descubrimos sutiles atisbos de su humanidad emergiendo a la superficie. Es un recordatorio de que, incluso en los individuos más aparentemente despiadados, hay una chispa de humanidad que puede encenderse en circunstancias inesperadas.

El personaje principal, a pesar de su falta de nombre, se convierte en una representación de la dualidad humana. Un ex estudiante de derecho, que es metódico y sigue un código ético, pero también es capaz de llevar a cabo actos extremos con una frialdad desconcertante. Fincher desdibuja las líneas entre la normalidad y la anormalidad, entre la ética y la inmoralidad, recordándonos que la realidad puede ser más matizada de lo que nos gusta admitir.

En resumen, "The Killer" no es simplemente una película sobre un asesino a sueldo; es un estudio de personaje meticulosamente elaborado que invita a la reflexión. A través de su enfoque en la rutina diaria, en las reglas que rigen la vida del protagonista y en sus dilemas morales, Fincher nos obliga a cuestionar nuestra propia existencia y moralidad. La película, aunque carente de los estereotipos de acción convencionales, logra cautivar al espectador con su narrativa envolvente y su habilidad para presentar la humanidad en los lugares más inesperados. "The Killer" es un recordatorio de que, en el oscuro tapiz de la vida, las sombras pueden esconder más matices de los que estamos dispuestos a reconocer.

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