"El triángulo de la tristeza": un drama dividido en tres actos

Spoilers

El año pasado, "El triángulo de la tristeza" obtuvo una Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes y es la segunda vez que el director sueco, Ruben Östlund, recibe este prestigioso galardón.

Luego de "The Square" y "Force Majeure: La traición del instinto", esta película concluye la trilogía de Östlund sobre el dilema del hombre.

Acto I: esta película juega con un cambio de roles desde el principio. Los protagonistas son una pareja de modelos y, en un ámbito donde las mujeres tienen los ingresos más altos, Yaya gana tres veces más que Carl. A pesar de esto, Yaya se hace la distraída con la cuenta que hay que pagar y espera que su novio la pague. Carl no solo se enoja porque siempre tiene que pagar, sino también por la falsa promesa de "la próxima vez te invito" de Yaya. Al romper tales normas de género, se crea una situación extremadamente incómoda que aporta tensión al drama.

Como espectador hombre, cuando Carl se obstina en cuestionar la situación, mis emociones entran en conflicto. Al empatizar con el personaje, siento su vergüenza al verlo contando cada centavo, pero también me da satisfacción que alguien más exprese sus quejas acumuladas. Esto solo prueba que soy un receptor pasivo y un ejecutor activo a la vez en estas dinámicas de género. Yaya luego reconoce que evita pagar para poner a prueba a Carl y ver si la cuidaría en caso de estar embarazada y no poder trabajar, lo cual tiene lógica. Sin embargo, revelar este motivo después de haber discutido hace que parezca una excusa de último momento. Se desconoce si a Carl le preocupa realmente la equidad o el dinero. Como dijo un comediante, cuando alguien afirma que "no se trata de dinero”, entonces, se trata de dinero. Al fin y al cabo, como luego destaca el capitán de la película, nadie se mira en el espejo y ve una bestia salvaje, sino que la gente se esfuerza en demostrar que tiene razón.

Acto II: debajo de la fachada pulida de Carl se encuentra un personaje quisquilloso y malintencionado. Cuando Yaya, que tenía puesto un traje de baño, saluda a un marinero de barba que está en la cubierta, Carl se pone celoso e intenta convencerla de que eso es inapropiado. Incluso, Carl elogia el físico del marinero y le pregunta a Yaya si está de acuerdo con él. Ella lo admite para provocarlo, lo que alimenta aún más la frustración de Carl. Mientras que este escenario muestra la típica actitud posesiva en una relación, Carl va un paso más allá al informarle a la supervisora que hay un marinero fumando sin remera en la cubierta y es inapropiado (algo completamente insignificante).

Si analizamos la reacción de Carl sobre el anillo de diamantes, resulta evidente que las cuentas caras son un tema sensible para él. Algunos piensan que mira el anillo justo después de informarle al supervisor que el marinero aparenta tener dinero, asegurándose que el supervisor tome el reclamo con seriedad. Esto le agrega una capa de manipulación al personaje de Carl.

Acto III: un magnate de la tecnología intenta coquetear con mujeres atractivas, pero carece de experiencia. Después de dudar un poco, se arma de valor y se acerca a la barra para pedirle a Yaya y a la amante de un vendedor de fertilizantes que le saquen una foto. Carl y el vendedor se sientan cerca y se burlan de él. Sorprendentemente, las mujeres llaman al magnate para sacarse una foto, y él se entusiasma porque acaba de vender su compañía por una fortuna. La representación del magnate es cómicamente cruda y se exhibe que sin su fortuna no tiene carisma. La amante le dice a Yaya que muestre un poco más de piel en la foto, y Yaya baila frente al magnate. Si bien las mujeres no están interesadas en la fortuna de esos hombres, ellos tienen sus propias preocupaciones y son indiferentes a lo que ellas están haciendo. Yaya nota que Carl está celoso y observa sus reacciones como si fuera un espectáculo divertido. Esto coincide con su afirmación anterior sobre que es hábil con el control mental, lo cual refleja la psicología de la clase alta.

Cuando vuelven a la habitación, Yaya le pregunta a Carl si está celoso y, en vez de cuestionarla, Carl se desenvuelve como si estuviera en un video para adultos. Para los hombres, utilizar la conquista sexual para aliviar la frustración de perder la dignidad es un mecanismo de defensa común.

Acto IV: el segundo cambio de identidad ocurre cuando la esposa del vendedor de fertilizantes le propone cambiar roles a la camarera. Aunque este intercambio fingido y malintencionado parece ser un favor, es condescendiente y autoritario. Sin importarle que el personal tiene que cumplir con sus tareas, la mujer adinerada le indica a la camarera que se meta en la pileta con el uniforme y luego ordena a todos a que jueguen en el tobogán de agua. La cámara se enfoca en la cara sonriente de la camarera que oculta su indignación y rechazo. Pese a los problemas que pueden surgir y, luego de haber rechazado la propuesta, obedece a esta exigencia ridícula debido a su estricto entrenamiento de atender las peticiones de los pasajeros.

Cabe destacar que el cargo de la supervisora es fundamental. Al comienzo, como no está dispuesta a cumplir con los pedidos irracionales, intenta delegarlos al primer oficial, pero el capitán, que está ebrio, no se lo permite y la obliga a obedecerlos. Su trabajo incluye moldear a la tripulación a la imagen de los deseos de los pasajeros. Cuando se enfrenta con el peligro, le delega la responsabilidad a otros para preservar su puesto. Esto refleja el conflicto de la gerencia media.

Acto V: debido a que el capitán es un alcohólico, la comunicación con la supervisora se distorsiona y la cena del capitán se programa para el jueves de tormenta. Debido al movimiento del barco, todos se mueven de sus lugares en el comedor. Pese a los fuertes mareos, algunos aparentan mantener la compostura y vomitan de forma discreta, mientras que otros se sientan estoicamente. Los vómitos se intensifican, especialmente los de la esposa del vendedor de fertilizantes, y la escena se convierte en un caos. Los pasajeros intentan conservar la elegancia, pero fracasan y abandonan sus lugares. La supervisora, por su parte, continúa repartiendo caramelos de jengibre con la intención de recuperar la dignidad y el protocolo en medio del desastre.

Solo el capitán (un marxista estadounidense) y el vendedor de fertilizantes (un capitalista ruso) permanecen en la mesa y se involucran en una batalla de proverbios ideológicos. Se dirigen a la habitación del capitán y utilizan la radio del barco para defender sus ideologías. En los camarotes de los pasajeros, algunos sufren fuertes mareos, mientras que otros soportan el caos. Después, unos piratas hacen explotar el barco y todos naufragan. El karma hace lo suyo ya que una pareja que se dedica a fabricar granadas muere.

Esta secuencia absurda es una metáfora de nuestro mundo en el que se despliegan enfrentamientos ideológicos intensos, parafernalia política, y la élite intenta mantener su fachada de nobleza mientras que el mundo se hunde con atrocidades, eventos absurdos, cambios impredecibles y dificultades. El objetivo del director es destruir la ilusión de la civilización y exponer que puede derrumbarse en cuestión de instantes.

Acto VI: mientras que el capitán cena, una mujer adinerada se queja de que hay una vela sucia y exige que la limpien. El capitán le explica que el barco es motorizado y no tiene una vela. Le aclara que probablemente lo que ve es el techo de la cubierta, pero ella lo consulta con su esposo e insiste que hay una vela sucia. El capitán accede a limpiarla y la supervisora le asegura que van a solucionarlo. Esta escena no solo destaca la ridiculez de su reclamo, sino también el desinterés del capitán de saciar los deseos de la clase alta. En contraste, la "sobrecompensación" de los deseos de la élite por parte de la supervisora refuerzan su rol precario.

Creo que nadie entiende cómo funciona el barco mejor que el capitán y el primer oficial. Este barco definitivamente no tiene velas y como afirma el capitán: la gente llega muy lejos para probar que está en lo correcto. Como a él no le gusta discutir, señala: “si lo dices, entonces así será”. A juzgar por sus creencias marxistas y su actitud extremadamente vaga ante el trabajo, no tiene simpatía por la burguesía a bordo. La cualidad excepcional de la supervisora consiste en su voluntad de reconocer las declaraciones absurdas de la clase alta, incluso cuando sabe que son erróneas, solo para complacerla.

Acto VII: cuando el grupo llega a una isla desierta, el vendedor de fertilizantes cuestiona la identidad de los miembros afroamericanos de la tripulación y uno de ellos piensa que tal desconfianza solo se debía a su origen. La supervisora media el conflicto y le dice al vendedor que no conoce a cada empleado del barco, pero que el hombre afroamericano podría decir la verdad. A su vez, le aconseja al hombre que no acuse a los vendedores de discriminación racial, ya que es una acusación grave en Europa. Luego de decir esto, la supervisora continúa revisando cómo está el resto de los pasajeros.

Vale la pena señalar que, en este punto de la película, aparece una mujer sorda en un bote inflable lleno de agua de mar que le pide ayuda a la supervisora. Ella le pide que espere y, tanto el hombre afroamericano como el vendedor ruso, la ignoran. Esto me recuerda a muchas situaciones de la vida real en las que mientras todos se enfocan en controversias sobre qué es correcto y cómo expresarse, ignoran a las personas que verdaderamente necesitan ayuda.

Acto VIII: la desconexión con la sociedad original produce una redistribución de recursos y una reestructuración de las clases sociales. Quien tiene el mejor físico y las habilidades de supervivencia más resistentes es el que domina. "El triángulo de la tristeza" involucra un tercer y cuarto cambio de identidad que no es solo de clases, sino también de género. El director retrata a la nueva líder, Abigail, una filipina que se encargaba de la limpieza del barco. Sabe pescar, hacer una fogata, e incluso conserva una mochila con comida durante el naufragio. Quien quiera que le comparta calamar ahumado, primero tendrá que reconocer su nuevo rango como "capitán". Mientras tanto, el Rolex y el Patek Philippe del magnate de la tecnología solo se pueden intercambiar por el derecho de dormir una noche en el bote salvavidas.

He visto a gente alabar la resiliencia de los empleados de limpieza, e incluso a Yaya diciendo que son mujeres independientes. A juzgar por las habilidades de supervivencia de Abigail, sus comentarios son acertados. Pero, disculpen mi franqueza, lo que yo percibo no es como lo expresa el autor. Lo que veo es que cuando una mujer consigue poder, comienza a usarlo para consolidar sus privilegios al mismo tiempo que la élite original se rebaja e incluso se humilla en público.

Lo más interesante es que Abigail utiliza sus recursos y su poder para hacer transacciones sexuales. Sabiendo que la novia de Carl está presente, monopoliza al hombre más joven y atractivo entre ellos, e incluso hace que Carl la complazca en público de forma discreta. No existen diferencias entre el dominio masculino sobre las mujeres en la sociedad primitiva y el acoso sexual en el trabajo por parte de los líderes en la sociedad actual. Las palabras degradantes de Carl como, por ejemplo, "si me das pescado, te voy a amar” son típicas de un hombre que depende de su novia y tienen un tono femenino materialista. Habla con Abigail sobre confesarle a Yaya que están juntos. Como es el favorito de la líder, pierde toda su dignidad, y, aunque todavía conserva un poco de sentido de vergüenza, nunca dice que no.

En síntesis, lo que el director quiere satirizar y explorar son ciertos conceptos compuestos por un grupo de humanos y no individuales específicos. No se trata de ensuciar a un capitalista o a un hombre específico, sino que se trata de demostrar la naturaleza lamentable de la humanidad cuando está en una situación en particular.

Acto IX: Cuando Abigail distribuye calamar, la supervisora se sorprende. Ella es el personaje con el sentido de clase más fuerte de todos. Cuando habla con los pasajeros más adinerados es servicial, les sonríe a todos e intenta cumplir con todos sus pedidos. Sin embargo, cuando Abigail intenta causar una “rebelión”, usa su autoridad. Esta no es la primera vez. Antes, cuando le pide ayuda al primer oficial para rechazar a los pasajeros, le exige a un empleado que estaba descansando cerca que vuelva a trabajar sonriéndole a la gente.

La faceta despreciable de la supervisora es que está acostumbrada a su clase e incluso cree en ella. Cuando las clases se reorganizan, no entiende por qué tiene que obedecer a Abigail, pero, rápidamente, se adapta a la nueva jerarquía. Después de que Carl y el hombre afroamericano comen galletas en secreto, la supervisora le susurra a Abigail que deben recibir un castigo. Aunque en privado desaprueba la conducta de Abigail de aprovecharse de Carl descaradamente, en público, apoya a la clase alta. Cuando lees esta descripción, ¿te recuerda a personas de la vida real?

Acto X: Al final, Abigail y Yaya descubren que esta no es una isla desierta, sino un resort. Abigail detiene a Yaya, justo cuando está por subirse a un ascensor, con la excusa de que tiene que ir al baño, pero, en realidad, levanta una piedra detrás de ella. Abigail no tiene hijos, tampoco preocupaciones y corona su salto de la clase baja a la dominante en esta isla con un compañero de cama joven y atractivo. Por supuesto, quiere matar a la persona que está al borde de destruir todo. Todos los líderes esperan gobernar por siempre, sin importar el alcance de su poder.

Con respecto al final abierto, mi interpretación es que Abigail mata a Yaya, luego regresa sola a la residencia y le asegura a Carl que no encuentra a Yaya o que muere de forma repentina. Al escuchar las noticias, Carl corre al bosque para encontrarla viva o muerta. En cuanto a lo que sucede después, todo es posible: quizás continúan pensando que están en una isla desierta, Abigail mantiene el control, o descubren que es un resort y vuelven a la sociedad original.

Por otra parte, otras personas piensan que Yaya no muere. También piensan que Carl y los demás encuentran a un comerciante indígena y descubren que no están en una isla desierta. Entonces, Carl corre a informar estas buenas noticias. Estoy de acuerdo con la última parte, pero no creo que haya un final feliz tan repentino. Incluso si Carl corre a compartir estas noticias, creo que Yaya muere apedreada. Si este es el caso, lo que sucede después es que Carl corre emocionado a la parte trasera de la montaña y encuentra muerta a Yaya. Al final, los demás vuelven a la sociedad civilizada y dejan el cuerpo de Yaya en la isla, lo que crea otro tipo de final desesperanzador.

Sea cual sea la dirección de la trama, me inclino a creer que Abigail mata a Yaya, ya que se alinea más con el argumento general. Un momento crucial es cuando Yaya le ofrece a Abigail que “cuando dejemos la isla, puedes ser mi asistente”. Muchos creen que esa es la razón por la que Abigail duda si matarla o no. Al principio, lo entendí de la misma forma, pero ahora pienso que Abigail no vio la benevolencia en esta declaración, sino que le da una mayor determinación para cometer un homicidio. Ser asistente de una modelo la convertiría a Abigail en sirviente de Yaya y, es poco probable que alguien que acaba de transicionar de sirviente a una posición de poder sienta gratitud ante tal propuesta.

No es fundamental saber si Abigail realmente mata a Yaya. Lo que importa es que Abigail contempla la posibilidad de matarla. No es una cuestión de bien o mal, sino una cuestión de poder.

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