Perdón Hayao Miyazaki, pero El Niño y La Garza no me gustó. Estuve un buen rato pensando en qué acababa de ver, intentando también convencerme de que la película en sí no era mala y que algo me estaba perdiendo y eso me dejó pensando en cómo, muchas veces, nos cuesta admitir que algo no nos gustó.
Una increíble carrera respalda al director japonés, creador de algunas de las mejores películas animadas de la historia y uno de los fundadores de Estudios Ghibli. Eso sinceramente pesa a la hora de analizar una cinta y más si se trata de -probablemente- la última de él. Personalmente esperaba con muchas ansias ver El Niño y La Garza, pero me decepcionó y está bien que así sea.
Miyazaki sabe cómo crear mundos maravillosos y sumergirnos en ellos. Enseñarnos a través de actos mágicos que la tragedia o las cosas malas tienen solución y que todo pasa. Que la niñez de cada individuo se vive de diferentes formas y cada uno tiene una experiencia diferente. La vara está muy alta porque claro, estamos hablando de una leyenda del cine y el golpe puede ser más fuerte desde acá.
Su más reciente estreno no me gustó. Ni a mí ni a tantas otras personas. Y les soy sincero: me costó admitirlo porque realmente sentía que era un problema mío, que algo no estaba entendiendo o que se me había escapado algún detalle. Pero no. No fue así. Después de horas y hasta días, pude relajarme y admitir que El Niño y La Garza no era una buena película, al menos para mí.

Historias que no nos llevan a ningún lugar, personajes que no tienen desarrollo ni fin, detalles que están por un rato para no aparecer más son algunas de las cosas más flojas que tuvo. Además de todo esto, mi primera sensación fue sentir que tenía que ser un erudito en la cultura japonesa para entender ciertas referencias. Leyendo luego, entendí algunas cosas pero, ¿es el propósito de una película de Miyazaki? Jamás lo había captado así; siempre le encontré un sentido a sus películas sin la necesidad de googlear nada. Esta vez nada me interpeló.
Como en tantas otras cintas de él, el eje central está en la pérdida, el duelo y el crecimiento moral de nuestro protagonista. Obvio, acompañado por una criatura mágica. Hasta acá lo entendemos a la perfección pero nada tiene sentido. Cada cabo que ataba la película iba para otro lado. Cada cosa que creía entender, en el guión nunca estaba la explicación o aclaración.
También veamos el lado bueno y es que la esencia de Miyazaki está intacta. Por un lado, la animación es bellísima y es algo a lo que ya estamos acostumbrados, junto con los detalles y el uso del color. Además, si bien para mí no está explorado a fondo, el motor de la película me parece fascinante: la perdida de un ser querido mezclada con la inocencia de un niño y el trasfondo de guerra en el que se desarrolla todo, lo que genera cambios radicales en las vidas de las personas. Es una mirada muy personal del director y lo podemos notar a simple vista.

Sin lugar a dudas, El Niño y La Garza es la más rara y más floja de la carrera de Hayao Miyazaki y no tengo miedo de admitirlo. El cine es así y así hay que tomarlo porque no siempre nos tiene que gustar todo y menos por una cierta obligación de que estamos ante una leyenda. Tampoco te hace más o menos fanático al decirlo; esto nos hace críticos de nuestros gustos y es lo hermoso de esto: compartir opiniones diferentes y entender el arte de diferentes formas. ¿A ustedes qué les pareció?
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