Durante los casi veinte años en los que demandaron a DuPont, tuvo que pagar USD 16.5 millones en multas, USD 70 millones en la demanda colectiva (que fue la ganancia de tres días de producción de teflón) y, más tarde, pagó USD 235 millones para el monitoreo de la salud del grupo afectado. Muchos años después, cuando difundieron los resultados de los primeros análisis de sangre y, luego de numerosos obstáculos, DuPont pagó otros USD 670.7 millones para resolver los 3.535 casos. En total, el gasto fue inferior a mil millones de dólares. Sin embargo, ya en 1999, la ganancia anual de DuPont por la producción de PFOA fue de hasta mil millones de dólares.
Después de ver la película, busqué información sobre DuPont. Hasta el día de hoy, DuPont sigue activo en el mercado internacional y no se ve afectado por haber generado la contaminación química que se muestra en la película y no hay mucha información disponible al respecto.
Antes, solía ver los problemas de contaminación ambiental desde la perspectiva de un observador y, simplemente, sentí decepción o asombro por la información y los números altos informados en las noticias. Sin embargo, me conmoví profundamente cuando vi que Wilbur Tennant mostró los dientes ennegrecidos, las pezuñas invertidas y los tumores de sus vacas, así como también los ojos hundidos del ganado muerto y el cementerio de ganado a un costado de la granja. La escena en la que Tennant saca su pistola para ponerle fin a la miseria de una vaca sufriente y luego se arrodilla y llora, no solo es desgarradora, sino que transmite hábilmente el impacto emocional de la situación.
Tennant, un granjero, que solo había completado la educación primaria, no tenía dinero, posición ni poder. Cuando sus vacas murieron, no tuvo otra opción que enterrarlas o quemarlas. Ni siquiera pudo ver el informe ambiental de la Agencia de Protección Ambiental sobre su propia granja. Cuando se acercó a DuPont con sus problemas, ni siquiera sabían quién era. Después de buscar ayuda legal, irrumpieron en su casa y destruyeron las pruebas. Dormía afuera con una pistola, listo para defenderse si el helicóptero de DuPont volvía. Era un individuo que parecía insignificante y que no vivió para ver el resultado del caso. Desde el principio, le dijo a Robert Bilott (al que nos vamos a referir como Rob en este artículo) que el Estado, el gobierno y el sistema eran poco confiables y que nosotros somos los únicos que podemos protegernos. Como se indica en la película, un granjero no puede causar muchos problemas. Él moriría sin un centavo o seguiría siendo utilizado por DuPont.
Desde que Tennant ingresó a la firma de abogados, hace más de veinte años, Rob pasó casi dos décadas obligando a DuPont a pagar sus deudas. Se enterró en los archivos, buscando la evidencia y esto causó estragos en su salud: interrogó al presidente de DuPont durante siete horas, le preocupaba mucho su seguridad y temía que lo lastimen. Le dedicó veinte años a este caso y se apartó de su familia, sin saber que su cuñado había entrado en un centro de rehabilitación y su hijo solía imitar la firma de su madre en la escuela. Recolectó 69.000 muestras de sangre, pero enfrentó siete años de abuso debido a la lentitud del proceso. Persistió hasta el final, incluso cuando redujeron su salario a un tercio de su monto original.
A lo largo de casi toda la película, prevalece un tono azul frío. Los momentos breves de luz solar y calor en la casa de Rob fueron fugaces. El primer momento de calma se dio cuando comenzó a investigar los archivos y descubrió el PFOA, lo cual fue un punto de inflexión en el caso, pero esto se vio eclipsado rápidamente por la humillación pública y las burlas. El segundo momento se dio cuando, siete años después, recibió una llamada telefónica que había esperado por mucho tiempo, seguida rápidamente por el hecho escalofriante de que DuPont no cumplió con su acuerdo y el gobierno le dio la espalda al problema.
Rob pasó veinte años en esta demanda, sacrificó su salud, perdió momentos familiares y se distanció de su esposa, sus hijos y su madre. Al principio, la gente lo culpó por demandar a DuPont. Más tarde, lo culparon por no ver ningún resultado, aunque cada participante en el estudio de la muestra de sangre recibió USD 400.
Parecía que el sistema completo estaba manipulado. Ya no podían confiar ni en el Estado ni en el gobierno. El panel científico tomó decisiones arbitrarias sobre las normas de seguridad de los contaminantes y la única manera de estudiar las muestras de sangre de la gente era por medio de "transacciones" financieras. El gobierno exigía impuestos con la esperanza de desalentar a Rob. DuPont rompió su acuerdo y no enfrentó ninguna consecuencia.
Al final, ganó DuPont. La indemnización total que pagaron de principio a fin ni siquiera equivalía a su ganancia anual. Hoy en día, DuPont sigue activo en el mercado internacional y todos parecen haberse olvidado de la contaminación química que generó.
Pero, ¿qué pasó con la gente común que se vio afectada? Tennant y su esposa desarrollaron cáncer y tuvieron úlceras en todo su cuerpo, durante años, antes de morir y nunca recibieron ninguna indemnización. Bucky Bailey, una víctima de la contaminación ambiental, ha vivido toda su vida con los defectos congénitos causados por ella. Rob pasó la mitad de su vida luchando por los derechos de unas pocas víctimas, y podría seguir luchando por esta causa, pero su capacidad de generar cambios ahora es mínima.
Para DuPont, estos eventos fueron triviales, casi como si nunca hubieran ocurrido. Lo que realmente debemos criticar es que el sistema valora el dinero y el poder por encima de todo.
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