Puedo escuchar el mar: la genial pero poco apreciada obra de Tomomi Mochizuki

Estrenada en 1993, Puedo escuchar el mar no es la película más exitosa del estudio, y tampoco la más querida. Pudo haber cosechado algunas críticas negativas, y parece haber sido olvidada con el paso de los años. Pero, ¿es realmente una película que valga la pena olvidar?

Recuerdos del ayer, una película anterior del Studio Ghibli, apelaba a la nostalgia del espectador por su infancia y primeros días de adolescencia. Por otro lado, Puedo escuchar el mar es sobre los últimos días de adolescencia, los primeros días como adulto y nuestro primer amor.

Y pocas películas hay que puedan transmitir tan bien lo que es ser un adolescente y enamorarse perdida y locamente de alguien más. Esta es una de ellas.

Taku Morisaki es un joven de secundaria que inicia una complicada relación con una estudiante de Tokio (Rikako Muto) que se transfiere a su escuela de forma inesperada. Lo que podría haber sido un evento insignificante se convierte en el inicio de una trama romántica muy especial.

Rikako Muto, la chica de Tokio

Mientras que muchas películas románticas recurren a tramas tontas y condescendientes, lo que las lleva a caer en el ridículo y lo predecible con demasiada facilidad, Puedo escuchar el mar es todo lo contrario. Aunque no necesariamente sea particularmente original, ciertamente no es como cualquier otra película. Aquí, tenemos personajes humanos con emociones realistas. No existe una idealización de la chica ideal y el chico ideal. Los personajes son reales y creíbles, y eso los hace tan especiales.

Tanto Taku como Rikako tienen errores, carencias, problemas en sus vidas y entre ellos. Ninguno es perfecto. Ambos son humanos.

Puedo escuchar el mar es, para mí, una película que evoca una fuerte y muy agradable sensación de nostalgia. Pude sentirme más que un poco identificado con los personajes y la trama de la película, y es quizás por eso que tuvo semejante impacto en mí. Y sin dudarlo, la recomiendo encarecidamente a cualquier otra persona que también quiera revivir esos días de secundaria y amores juveniles.

¿Por qué no usar 70 minutos de tu tiempo para ver esta genial película en este mes del amor?

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