Sucede un fenómeno realmente significativo a partir del año 2017 en relación a los/as ganadores/as de la categoría Mejor Dirección Novel en los Premios Goya, premios que concede la academia española a las mejores películas realizadas en un año. Pero antes de llegar a este punto y con motivo de la celebración de esta 38ª edición, procede hacer un breve recorrido en torno a los premios concedidos en la mencionada categoría durante los últimos años.
Fue en la 4ª edición, año 1989, la primera vez que se dio un reconocimiento en esta categoría, en el que, como su propio nombre indica, se premia el primer trabajo que un/a director/ra ha realizado en el ámbito de los largometrajes. Ese mismo año, el ganador del cabezón fue Ana Díez por Ander eta Yul, a competición con Cristina Andreu por Brumal, Isabel Coixet por Demasiado viejo para morir joven, Xavier Villaverde por Continental, y Santiago Ríos y Teodoro Ríos por Guarapo.
Desde ahí, son innumerables los rostros, a día de hoy muy reconocidos y con una larga trayectoria, que se alzaron con el premio. Entre ellos destacan, por ejemplo, personalidades como Juanma Bajo Ulloa, Alejandro Amenabar, Daniel Sánchez Arévalo y Juan Antonio Bayona.
¿Qué sucedió a partir del año 2017?
Hasta entonces, solo 4 mujeres habían sido ganadoras de esta categoría, a diferencia de los 24 hombres que se habían hecho con el cabezón, es decir, tan solo un 14,28% de las nominaciones acabaron teniendo a una mujer como ganadora. Sin embargo, a partir del año 2017, que corresponde a la 32ª edición de los Premios Goya, todas las ganadoras de la categoría han sido mujeres. Empezando por Carla Simón (con la película Estiu 1993), Arantxa Echevarría, Belén Funes, Pilar Palomero, Clara Roquet y Alauda Ruiz de Azúa han sido las últimas 6 directoras en llevarse el premio en esta categoría. Todo un fenómeno en la historia del cine español.
Ante estos datos tan curiosos y relevantes, cabe hacer hincapié en el giro que ha dado el panorama del cine en estos últimos años, en el que la figura de la mujer cada vez está siendo más reconocida y aplaudida. Tal y como dicen Emilia Esteban, Claudia Lorenzo y Blanca Garrido en su obra El cine en 100 preguntas, no es que las mujeres no fueran parte del cine antes, es que carecían de esa visibilidad.
En los próximos artículos, haremos un recorrido por todas estas mujeres que han logrado, no una nominación, sino el mayor reconocimiento a su primer trabajo en el cine. Para todas la mayoría de ellas, a pesar de que hayan podido trabajar con anterioridad en otros formatos, estos largometrajes se corresponden a su ópera prima, una forma de darse a conocer al mundo y mostrar cuál es su lenguaje y su estilo detrás de las cámaras.
MEJOR DIRECCIÓN NOVEL EN LA 34ª EDICIÓN - 2019
En la pasada edición 34ª, año 2019, fueron nominadas a competición la directora Belén Funes por La hija de un ladrón (2019), Salvador Simó por Buñuel en el laberinto de las tortugas (2019), Galder Gaztelu-Urrutia por El hoyo (2019) y Aritz Moreno por Ventajas de viajar en tren (2019). Finalmente, el galardón fue otorgado a Belen Funes, siendo la séptima mujer en conseguirlo.
Belén Funes
Belén Funes (Ripollet-Barcelona) comienza sus estudios de Dirección cinematográfica sin salirse de su tierra, en la ESCAC, y complementa su formación realizando un Máster en escritura de ficción (San Antonio de los Baños-Cuba). Así, la directora traza desde los inicios el devenir de su carrera como directora y guionista, ocupando en los tres trabajos que ha realizado hasta el momento ambas funciones. Comienza en el mundo de los cortometrajes, y lo hace a lo grande, llevándose la Biznaga de Plata (Mejor Dirección y Mejor Cortometraje) en el Festival de Málaga, con Sara a la fuga. Un tiempo después, estrena su siguiente corto en la Seminci 2017. Tras este, desarrolla la película que reseñamos hoy aquí, La hija de un ladrón (2019).
A día de hoy, trabaja dentro del Laboratorio de Guiones de SGAE para su próximo proyecto, el cual ha sido seleccionado en el Mercado de coproducción de la próxima Berlinale (EFM).
La hija de un ladrón (2019)
En el año 2018, la directora y guionista es seleccionada en el Laboratorio de Talentos del Festival de Cine de Toronto para desarrollar el guión de un largometraje. La historia surge de ese primer cortometraje que realizó, Sara a la fuga, compartiendo nombre y ciertas características narrativas con la propia película. De esta manera desarrolla la que sería su ópera prima, estrenada en la Sección Oficial del Festival de Cine de Donosti Zinemaldia. Desde su estreno, la película no deja de cosechar éxitos, ganando la Concha de Plata a la Mejor Actriz (Greta Fernández), tres Premis Gaudí y el Premio Goya a la Mejor Dirección Novel.

En esta película de carácter social e ideología feminista, Belén Funes presenta la historia de una joven mujer, madre (casi) soltera, en la que la mirada honesta y vulnerable de Greta Fernández compone al personaje de forma tan pura que consigue conectar con el espectador desde la primera secuencia.
ARGUMENTO
La historia que se esconde tras La hija de un ladrón (2019) no busca ser ostentosa ni apasionante, sino pura, honesta y, a ratos, verdaderamente dura. Sara, de 22 años y a cargo de su bebé, trata de sobrevivir en un pueblo, alejada por los servicios sociales de su hermano pequeño, Martín. El padre de ambos, que acaba de salir de la cárcel, busca acercarse a sus hijos, recuperar una relación que jamás ha existido. Quizás, en una situación como esta, el perdón y el arrepentimiento por la ausencia podría ser el camino más adecuado, uno que sin duda alguna, no decirme tomar la figura paterna. Es así como se gesta una relación que surge de la necesidad de ambos por encontrar a alguien que les acompañe en el camino; a nivel vital y económico por la dura situación en la que se encuentra Sara, a cargo de su bebé con -no demasiada- ayuda del padre, y también a nivel emocional, pues ambos personajes transitan un estado de soledad y abandono en su día a día. Sin embargo, son también dos personas que no saben cómo hacerlo, el miedo al rechazo pero también al amor, la incomprensión de las motivaciones del contrario y la desconfianza que esto les genera hacen que el rechazo acabe ganando a la necesidad de recuperar la relación.
FEMINIZACIÓN DE LA PRECARIEDAD
Más allá de los miedos, la culpa, la duda, el temor y el abandono, La hija de un ladrón (2019) también habla del precario sistema laboral a través del cual Sara trata de sobrevivir y sacar una vida adelante. Viviendo en un piso de acogida junto a su bebé, la película se abre en el trabajo de la protagonista, de limpiadora, que no le es suficiente para poder llegar a fin de mes y busca desesperadamente otro oficio. La película muestra, sin embargo, un amparo para ella en la vorágine de la precariedad, pues en el momento en el que Sara encuentra un trabajo en la cocina de un comedor, el lugar comienza a ser uno de los lugares en los que más roza esa ansiada comodidad. Martín, que vive en un centro de acogida, se convierte en la moneda de cambio que activa todas las alertas de Sara. Por temor a que su padre consiga la custodia de su hermano, Sara trata de buscar todas las vías para hacerse con la custodia. Y seguir viviendo como siempre lo han hecho, solos, el uno con el otro.
Esta es una historia sobre el silencio y la soledad; sobre cuando los deseos no consiguen ganar al instinto de supervivencia y amparo; sobre el miedo, visto desde una manera sencilla, pero también desde la cruda realidad de la precariedad social y laboral de una España en tiempos de crisis. La desolación de criar a un hijo sola sin la economía suficiente surge como estado base de la protagonista, que trata de construir lazos, recuperar relaciones que hace tiempo murieron (como la de su pareja) o que jamás llegaron a ser (como la de su padre). La joven trata de recuperar todo en su vida, a su pareja, a su hermano. Reconstruir una vida, dejar de sobrevivir para empezar a vivir. Todo menos a su padre, que por muchas tentativas que realice, sabe que no es su lugar. Cada vez que apareces me muero, una frase que pronuncia Sara con la que describe a la perfección las consecuencias de la relación con su padre. Ambos personajes luchan por tenerse, pero no se respetan. Y esto niega toda posibilidad de relación.
Es así como el sistema de precariedad absoluto recae sobre las figuras femeninas a lo largo de toda la película. En primer lugar, situamos el foco del abandono en el hogar de acogida que las dos madres jóvenes comparten, un lugar en el que como Sara dice, le quedan -todavía- dos meses para seguir viviendo. Y exclama todavía, como si a sus ojos fuera una gran cantidad de tiempo, pues dentro del estado de alerta en el que sobrevive, Sara mira en el presente cada día, esperando que solo las siguientes 24 horas puedan seguir viviendo en ese mismo lugar. En este hogar que ambas mujeres comparten, se muestra el cuidado entre las mujeres frente a las figuras masculinas (las presentes y las ausentes también) y las “ayudas” de los servicios sociales que ni siquiera son capaces de llevarle pañales de las tallas adecuadas.
La feminización de la precariedad se refleja, además de en las madres jóvenes en riesgo de exclusión, en toda la parte laboral que transita la protagonista. El oficio de de limpiador se muestra, no solo dirigido a la mujer, sino también de tercera categoría, como un trabajo menor a los que se tiene que arrastrar delante de la trabajadora social, quien la humilla dejándola en evidencia con su hijo. Otro pequeño detalle que incluye Belén Funes en este drama es la diversidad funcional auditiva que tiene Sara, algo que le todavía le imposibilita hacer su trabajo al 100% en varias ocasiones pero a lo que no se presta atención en absoluto.

Contra todo lo que ella ha podido mamar en casa, un padre delincuente y una figura materna ausente, Sara lucha por sacar a su hijo adelante todos los días, comprometida con su realidad y luchando. Por mucho que adquiera el rol de heroína, la directora no romantiza en ningún solo momento la situación de la joven. Y remata la historia con una secuencia final brillante, en el juzgado, donde Greta Fernández borda una interpretación magistral en la que el personaje decide luchar en un proceso judicial contra su padre e intentar hacerse cargo de su hermano. A pesar de que su mayor miedo sea estar sola, como bien se refleja a lo largo de toda la película, decide luchar por el bienestar común, el de su hermano y el suyo alejados de su padre, aplicándose así en otra parte de la maternidad sobre la figura de su hermano que no le corresponde. Todo este arco del personaje, desde la vulnerabilidad que se presenta al inicio hasta el coraje que muestra al final, son vivenciados por Sara desde el miedo, el vacío al no saber por lo que sucederá. Nadie le asegura a esta joven que las cosas vayan a salir bien, pero el amor que nunca le dieron, resurge de su cuerpo como un instinto de supervivencia y decide tirar para adelante. El problema de Sara no es que no sepa lo que quiere, es que no sabe cómo expresarlo, qué hacer. Nadie le ha enseñado cuáles son sus redes de apoyo, a dónde tiene que acudir, nadie se preocupa de manera sincera y comprometida con su precaria situación, y esto es el reflejo del final abierto que Belén Funes plantea. Teniendo motivos suficientes para acusar públicamente a su padre por el abuso de poder que ejerce sobre su hermano y ella, Sara no es capaz.
PATERNIDADES NOCIVAS
Una de las características más llamativas de la película es la complicidad que surge de la esquiva relación de sus protagonistas, Sara y Manuel. Y no es para menos, pues ambos actores, Greta Fernández y Eduard Fernández, interpretan la relación de hija y padre, como lo son también en la vida real. La película se define por una severa crítica desde un punto de vista feminista sobre la ausencia de la figura paterna y la crítica a la paternidad. Desde esta figura ausente que representa al padre de Sara, se construye también la figura de su pareja, que si bien no conlleva un componente tóxico, no ayuda en absoluto en la crianza del bebé. Es principalmente en la relación paterno-filial donde los hilos son absolutamente dañinos y tóxicos para Sara, como también lo son para Martín por mucho que su padre trate de simular públicamente su “buena” relación con su hijo (escena de la comunión). El chantaje del llanto y la emoción en esta secuencia es uno de los reflejos de su personalidad nociva y de los recursos que utiliza para ejercer el maltrato hacia Sara.
Más característica es, sin embargo, la escena del bar, momentos en los que la relación de ambos parece encaminarse hacia algún lugar sereno. Tras las amenazas de Sara a su padre, por miedo de que este quiera hacerse con la custodia de su hermano, la figura paterna se aprovecha su poder, abusando de él, vejándola públicamente y obligando a Sara a tirar la comida de la boca, mientras pronuncia la humillante frase: “uno no puede ser quien no es”.

La historia de Sara merece ser escuchada, por lo menos una vez en la vida. La hija de un ladrón (2019) nos acerca a una realidad que abunda mucho más de lo que nos podemos llegar a imaginar, y compone la historia desde una perspectiva múltiple sobre todos los riesgo de exclusión y precariedad que una madre joven en esta situación puede atravesar. La película esta disponible de forma gratuita en RTVE Play a día de hoy.
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Para cerrar esta 34ª edición de la categoría a la Mejor Dirección Novel, no puedo dejar de recomendar el resto de películas a competición que finalmente no se hicieron con el Goya. Empezando con Buñuel en el laberinto de las tortugas (2019) de Salvador Simó, que a pesar de no ganarlo, finalmente obtuvo el Goya a Mejor Película de Animación en 2020. Si en una tarde de tranquilidad ven necesario un poco de terror psicológico y distopía, supongo que El hoyo (2019) de Galder Gaztelu-Urrutia es la mejor opción. Y con Ventajas de viajar en tren (2019), Aritz Moreno comienza haciendo una película de humor que acaba convirtiéndose en algo similar a una estructura de mise en abyme -o de muñecas rusas, dicho de otra manera-, en la que una historia dentro de otra, que parece una pero no lo es, se va revelando como algo cada vez más turbio. Y al final, no saber del todo qué es lo que llegó a pasar.
Mientras tanto, La hija de un ladrón (2019) está disponible como el drama por excelencia de aquella edición de los Premios Goya 2019.
Nahia Sillero.
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