Cuando estudiamos el género LGTB en la facultad, vimos un concepto que me llamó enormemente la atención y en el que sigo pensando hasta el día de hoy: la ausencia del happy ending en este tipo de historia. Dejando de lado la actualidad, en la que las historias de amor LGTB ya se han normalizado culturalmente, históricamente, las narrativas de este tipo siempre se presentaron de manera trágica. Siempre se trataba de una relación que no podía ser, por eso tenía que ser oculta. Por cómo se veía socialmente la naturaleza de ese vínculo, los que vivían ese amor solían desenvolver actitudes tóxicas al demostrar rechazo y vergüenza ante su compañero. Y en el final, aquel amor nunca podía tener un lugar en este mundo, por distintas razones: por la muerte, por engaños o porque, simplemente (y trágicamente) la sociedad no les permitía estar juntos. Pero en 1952 llegó una historia que vino a romper con todo eso, que se llevó al cine en 2015: Carol.
Para ejemplificar mi punto tomé tres ejemplos clásicos del cine LGTB, que pueden usarse como referencia porque siguen la misma estructura de otros largometrajes del género.
Los chicos no lloran (1999) de Kimberly Peirce

Esta película fue un suceso de la década de los ’90, que coronó a su protagonista con el Oscar a mejor actriz. Bradon (Hilary Swank) es un chico trans que fue echado de su casa por su condición sexual, por lo tanto decide ocultar su sexualidad en el nuevo pueblo al que se mudó. Allí comienza una relación con Lana, una chica cis género heterosexual, a quien también le oculta que es transexual, pero la chica se termina enterando y lo acepta de todas formas. Pero la verdad termina saliendo a la luz con la gente equivocada: cuando dos amigos suyos se enteran reaccionan con desprecio y violencia. El 31 de diciembre lo violan y luego lo matan. La película termina con Lana llorando su muerte y encontrando una carta que Brandon le había escrito jurándole amor eterno.
Esta película es tan desgarradora como necesaria. Pues retrata a la perfección dos cosas problemáticas sociales fundamentales: la marginalización que sufre la gente trans y los crímenes de odio que se llevan a cabo contra muchos integrantes de la comunidad LGTB. Este es el único ejemplo que está basado en una historia real, pero también se ve este final trágico que impide que el amor homosexual pueda tener lugar. Porque el amor existía, pero la sociedad no lo permitió.
Secreto en la montaña (2005) de Ang Lee

Esta es mi película favorita de la lista y un clásico en el género. Año 1963: Ennis (Heath Ledger) y Jack (Jake Gyllenhaal) no se conocen, pero son contratados para trabajar juntos cuidando un rebaño de ovejas en Brokeback Montain, Wyoming, por unos meses. Ellos son el estereotipo del cowboy masculino y homofóbico, pero a medida que pasen los días la atracción entre ambos irá creciendo hasta que comiencen un romance y terminen por enamorarse uno del otro. Como en esa época era impensado para dos hombres tener una relación públicamente, ambos deciden separarse cuando el trabajo termina. Cada uno forma una familia con una mujer pero luego de unos años vuelven a encontrarse y continúan un romance secreto a lo largo de veinte años. Esta historia llega a su fin de manera trágica cuando Jack es asesinado en un crimen de odio por unos hombres que descubrieron que era homosexual.
Otra vez tenemos una historia de amor aniquilada por el odio de la sociedad. A lo largo de toda la película vemos cómo su amor es condenado por distintos personajes: el hombre que los contrata para ese trabajo, la esposa de Ennis, los asesinos y luego de la muerte de Jack incluso es condenado por el padre de este, cuando no permite que se lleve a cabo el deseo de su hijo: que sus cenizas sean esparcidas por Brokeback Mountain. Pero su amor también es condenado por ellos mismos. Ambos se dicen mutuamente que “no son maricas”, y Ennis juzga a Jack cuando se entera que él ha tenido relaciones con otros hombres en México. Pero más que nada lo que reina en ellos es el miedo de ambos en ser descubiertos, pero sobre todo de Ennis. Porque cuando era pequeño había presenciado un crimen de odio: dos hombres vivían juntos en su pueblo porque mantenían una relación sentimental y uno fue mutilado y arrastrado por la carretera por un grupo de hombres. El padre de Ennis lo llevó a él y a su hermano a presenciar el cadáver como lección para que supieran lo que le pasaba a esos “desviados”. El trauma en Ennis fue tan grande que es el que más quiere ocultar la relación, mientras que Jack siempre intenta convencerlo para irse a vivir juntos a un rancho y poder ser felices juntos. En esta historia el único momento en el que son verdaderamente felices y no tienen miedo es cuando están completamente solos, lejos de la mirada externa.
La vida de adele (2013) de Abdellatif Kechiche pelea y separación

Esta película se ha convertido en todo un ícono para la comunidad lésbica. Cuenta la historia de Adele (Adele Exarchopoulos), una adolescente que comienza a tener dudas con respecto a su heterosexualidad y sus dudas se vuelven certeza cuando conoce a Emma (Lea Seydoux), una chica mayor que no oculta su lesbianismo. Al poco tiempo comienzan un romance y luego un noviazgo que durará varios años, con convivencia de por medio. Su relación terminará, luego de un tiempo, con una infidelidad por parte de Adele.
Aquí no hay ningún final trágico por un crimen de odio pero otra vez tenemos el ojo crítico de la sociedad que dificulta la relación. Cuando comienzan a salir los compañeros de colegio de Adele se burlan e incluso una compañera se pone agresiva diciéndole que no la quiere cerca si ahora es lesbiana. Y también Adele vive con mucha angustia su despertar sexual. En una escena, cuando apenas conoce a Emma, tiene un sueño sexual con ella y cuando se despierta llora desconsoladamente. También se pone muy a la defensiva cuando sus compañeros insinúan que ella tiene una relación con Emma.
Por último, el vínculo de ambas es representado como bastante tormentoso e incluso tóxico. Cuando ambas se conocen, Emma tiene una relación y comienza a salir con Adele sin tener nada de respeto con su novia. Y cuando ellas ya conviven ella se muestra demasiado cómplice con una amiga suya (con la que terminará teniendo una relación una vez ellas se hayan separado). Ante la incomodidad e inseguridad que le generan las actitudes de Emma, Adele busca consuelo en un compañero de trabajo e inicia un affair con él. Su novia descubre el engaño y la deja echa de su casa, con mucha violencia. Adele queda destruida y después de un tiempo se reúnen y le dice que todavía la ama, pero Emma le dice que, aunque la perdona, ya no siente lo mismo. Otra vez tenemos una historia de amor LGTB que termina de una manera trágica y sumamente triste, con el corazón roto de la protagonista.
Carol (2015) de Todd Haynes

Esta película está basada en una novela de Patricia Highsmith escrita en 1952. Lo que tuvo esta historia de trasgresor es que fue la primera historia de amor homosexual en tener un final feliz. Transcurre en la década de los ’50 en Nueva York, y cuenta el romance entre Carol (Kate Blanchet), una mujer de treinta y pico de años, que se está divorciando de su marido y que tiene una hija, y Therese (Rooney Mara), una chica de veinte años. Al principio inician una amistad, aunque claramente sienten algo una por la otra, y en un viaje en auto que hacen juntas tienen relaciones sexuales. Pero al día siguiente se enteran que un detective privado (contratado por el ex marido de Carol) las había estado siguiendo desde Nueva York y había grabado a través de la pared el encuentro íntimo. Esta información es utilizada por el ex marido para sacarle a Carol la tenencia de la hija de ambos, y por eso Carol decide terminar su relación con Therese, porque quiere priorizar el vínculo con su hija. Hasta aquí es igual que en el resto de las historias: una mor verdadero que no puede tener lugar en el mundo debido a la homofobia de la sociedad. Pero cuando llega el momento de la negociación con los abogados la cosa cambia: a Carol se la quiere obligar a dejar de lado sus “comportamientos anormales” y no volver a tener ningún tipo de relación con Therese ni con “ninguna mujer de esa clase”. Allí es cuando Carol se niega, ya que no tendría sentido poder tener la tenencia de su hija si tuviera que luchar contra su propia naturaleza y, por ende, ser infeliz.
El personaje de Carol es sumamente interesante, porque contiene una dignidad y valentía que no se había visto antes en este tipo de historias. Luego de negarse al pedido de los abogados, va a buscar a Therese y le dice que la ama y que quiere estar con ella. La película termina con ellas juntas reuniéndose y mirándose con amor, dando a entender que por fin van a poder estar juntas.
Si bien los finales trágicos siempre atrajeron a la audiencia y no exceden a las historias de amor heterosexuales (miles son los ejemplos: Titanic, Casablanca, Romeo y Julieta, Blue Valentine, etc, etc, etc), mi punto aquí es que, históricamente, las historias de amor LGTB nunca tenían un final feliz, porque no entraba en la lógica que, aunque fuera amor verdadero, ese tipo de relación pudiera prevalecer en el espacio tiempo. En cambio Carol llegó para cambiar eso, y aunque la decisión de Carol tiene un costo muy grande (la relación con su hija), tiene un final feliz para su amor, ese que la sociedad siempre intentó de aniquilar.
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