La 74ª edición de la Berlinale ha llegado a su fin y ya se hace pública la lista de ganadores. En la Berlinale de este año, Sebastian Stan, el actor estadounidense-rumano que saltó a la fama por su interpretación del Soldado de Invierno en las películas de Marvel, se llevó el premio al Mejor Actor por su papel en A different man, dirigida por Aaron Schimberg. Esta es la primera vez que un actor masculino recibe este galardón desde que la Berlinale fusionó las categorías de Mejor Actor y Mejor Actriz. Al recibir el premio, Sebastian Stan expresó su entusiasmo y dijo: "Esta es la primera vez que asisto a un festival de cine en Europa. Este premio es importante para mí, especialmente porque soy un pequeño niño de Rumania".
La última vez que un director rumano, Radu Jude, ganó el Oso de Oro en la Berlinale, con Sexo desafortunado o porno loco, fue en 2021. Pero esta es la séptima vez que el cine rumano triunfa en la Berlinale: se trata de un ascenso milagroso en la industria cinematográfica del país. En este artículo, exploraremos las películas rumanas de la década de 1960 en adelante y la Nueva Ola rumana.
El milagro cinematográfico posterior a los años 60
Durante las décadas de 1960 y 1970, Rumania experimentó prosperidad económica, su gente disfrutó de una riqueza relativa y el país jugó un papel importante en la escena diplomática, creando efectivamente una edad de oro socialista.
En 1989, sin embargo, en medio de los tumultuosos levantamientos en Europa del Este, Rumania se destacó como el único involucrado en una revolución sangrienta y violenta, que derrocó al gobierno tiránico de Nicolae Ceaușescu. El país rápidamente cayó en la agitación política, la recesión económica y la capitalización del poder, infligiendo un trauma psicológico inconmensurable a su gente.

En 1990, Rumania estaba efectivamente aislada por las naciones occidentales, y el Departamento de Estado de Estados Unidos emitió una advertencia de viaje para el país, debilitando su ya en dificultades economía.
En 1999, Rumania registró un sorprendente nivel de inflación, y las facturas de electricidad se dispararon hasta 500 veces su valor original.
En 2000, el cine narrativo rumano estaba paralizado y la industria al borde del colapso.
Nueva ola rumana
Entre los años 1960 y 1980, Buftea Studios, el estudio cinematográfico más grande de Europa del Este, produjo 700 películas. En la década de 1990, sólo se hicieron unas pocas y las salas disminuyeron de 450 a 70.

Rumania implementó una ley de reforma cinematográfica en 2003 para apoyar a los cineastas talentosos, proporcionando financiación parcial a la producción a través de apoyo estatal. Mientras tanto, una cohorte de jóvenes cineastas rumanos se desarrolló rápidamente a través de colaboraciones con cineastas extranjeros traídos por capital extranjero. Con la combinación de política nacional y capital extranjero, la producción cinematográfica rumana experimentó un auge en el nuevo siglo, revitalizando toda la industria.

Los jóvenes directores rumanos dejaron su huella en el escenario internacional y se ganaron el apodo de "Nueva Ola Rumana". Para rastrear sus orígenes, hay que remontarse al Festival de Cine de Cannes de 2004, cuando el cortometraje Trafic de Cătălin Mitulescu ganó el premio al Mejor Cortometraje, marcando el comienzo de la Nueva Ola rumana, como señala Wikipedia. Además, en la ferozmente competitiva edición del 60º aniversario del Festival de Cannes de 2007, Cristian Mungiu causó sensación al hacerse con la prestigiosa Palma de Oro con su segundo largometraje, 4 meses, 3 semanas y 2 días. Esta victoria marcó el comienzo de una época dorada para el cine rumano y significó el pináculo de los primeros días del movimiento Nueva Ola.

El cine rumano adquirió un impulso sin precedentes, con la "Nueva Ola Rumana" emergiendo como un movimiento o género cinematográfico.







¿Cuál es el atractivo?
¿A qué se debe el notable éxito del cine rumano en los festivales de cine internacionales, en particular en la Berlinale?
La mayoría de los directores nombrados como parte de la Nueva Ola rumana nacieron después de 1966, lo que hizo de la era de Nicolae Ceaușescu su memoria colectiva. Si bien el Festival de Cine de Cannes siempre ha buscado la novedad, la Berlinale ha sido conocida por su discurso político. El destacado desempeño del cine rumano en los festivales refleja su posición marginal de larga data en la historia del cine mundial, pero su capacidad para destacarse gracias a sus avances artísticos y temas políticos.
Sus obras generalmente se dividen en dos temas: un anhelo nostálgico por la era comunista y una reflexión sobre la sociedad contemporánea, y una crítica al gobierno autoritario de Nicolae Ceaușescu.
Las características de los directores de la Nueva Ola (prefieren planos generales, cámaras fijas, cinematografía portátil, luz natural y estilos narrativos minimalistas) son, hasta cierto punto, resultado de limitaciones económicas. Filmar el entorno presente es mucho más barato que reconstruir el pasado.
Si bien la "nueva ola rumana" es innegable por su mérito artístico, también puede verse como producto de demandas específicas dentro de la industria cinematográfica europea. Los cineastas rumanos se han dado cuenta de que los absurdos del sistema social son la mejor fuente de humor negro. Las películas que producen satisfacen las imaginaciones occidentales de la "imagen de Europa del Este", ganándose la simpatía y la resonancia del público occidental.
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