Soy crítico de cine, ferviente admirador de Christopher Nolan, Steven Spielberg y fanático del cine psicológico y de ciencia ficción. ¿Querés charlar conmigo?
Lo que vió
Desde el comienzo de la película, Cillian Murphy muestra la complejidad de Oppenheimer.
Comienza con una mirada imponente que crea una atmósfera tensa para la audiencia. La mirada de Oppenheimer transporta al espectador a la juventud del científico en los años 20.
En esta escena, la mirada de Oppenheimer parece pesada y desconcertada. Revela las luchas internas y la confusión profunda dentro de él. Este momento establece un tono narrativo único para toda la película y le permite al espectador sentir la ansiedad y la carga emocional del protagonista.

La mirada de Oppenheimer vuelve a cautivar tras el exitoso ensayo de la bomba atómica.Mientras Oppenheimer pronunciaba el discurso de celebración ante los científicos que lo habían seguido y que habían contribuido al desarrollo de la bomba atómica como parte del Proyecto Manhattan, sus ojos proyectaban una profunda tristeza. Aunque celebraba sus años de arduo trabajo y el hecho de que Estados Unidos ahora poseía un arma lo suficientemente poderosa como para ganar cualquier guerra, estaba claro que simplemente seguía las formalidades, pero que a la vez cuestionaba y desaprobaba todo lo que sucedía.
Era un físico brillante, apasionado por la ciencia, pero agobiado por una inmensa culpa. El horrible monstruo que había creado tenía la capacidad de aniquilar al mundo y había matado a cientos de miles.
Lo que escuchó
La explosión de la bomba atómica se muestra sólo una vez en la película. Es un momento muy intenso pero apenas dura unos segundos. Este momento vuelve una y otra vez para atormentar al personaje principal, y se convierte en algo que no podrá olvidar en su vida.
Nolan retrata la agitación interna de Oppenheimer a través de sonidos horribles, de manera similar a lo que sucede con los soldados que regresan del campo de batalla y se vuelven extremadamente sensibles a los sonidos explosivos debido al trastorno de estrés postraumático.
Durante sus primeros años mientras estudiaba física en Europa, Oppenheimer no podía quitarse de la mente los sonidos de las colisiones de partículas y las imágenes que las acompañaban. Aunque las imágenes eran hermosas, los sonidos de la colisión eran estremecedores, incluso me sorprendieron a mí, y a los espectadores del cine. Estos eran los mundos en la mente de Oppenheimer: románticos y peligrosos, muy parecidos a la mecánica cuántica, la cual es difícil de comprender desde una perspectiva macroscópica.

Cuando Oppenheimer se une al Proyecto Manhattan para trabajar en el desarrollo de la bomba atómica, los sonidos de la colisión en su mente se intensifican poco a poco y terminan evolucionando, convirtiéndose en sonidos ensordecedores. Es por eso, que la audiencia esperaba que el momento real de la explosión de la bomba atómica fuera acompañado de un ruido impresionante. Sin embargo, el director hizo todo lo contrario.
En ese momento, todos los sonidos desaparecen y todo queda en silencio. La cámara capta la belleza de las llamas posteriores a la explosión desde varios ángulos. Es real y onírico, y refleja los sentimientos internos de Oppenheimer: "Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos". Mientras Oppenheimer y yo nos sumergimos en este fuego divino, el sonido de la explosión y la onda de choque llegan de repente. El polvo se eleva, las casas se derriban y las ventanas se hacen añicos. Experimentamos belleza y terror en simultáneo.

La explosión no es el final de la película, sino más bien un punto de inflexión en la vida de Oppenheimer. Si la historia que precedió a la explosión trataba sobre cómo se había convertido en un dios, la historia posterior a la explosión muestra el tormento que este dios tuvo que soportar. El primer texto que acompaña a las llamas gigantes en la escena inicial de la película hace referencia a la historia de Prometeo, quien robó el fuego a los dioses y se lo dio a la humanidad. Como resultado, fue encadenado a una roca y sometido a tormento eterno.
La sinfonía en su mente
Las luchas de Oppenheimer provienen tanto de fuentes internas como externas.
La agitación interna de Oppenheimer ya había comenzado después del éxito de la explosión. Durante su discurso triunfal, Nolan emplea una serie de "sinfonías" espectaculares para transmitir el estado mental de Oppenheimer más allá de su mirada vacía. Estas sinfonías combinan elementos visuales y auditivos, entre los que se incluyen los sonidos ensordecedores, una luz cegadoramente brillante y desoladora, expresiones de científicos que se vuelven locos en el discurso y escenas desgarradoras de víctimas japonesas. Juntos, revelan los pensamientos de Oppenheimer de ese momento.

Después de la explosión, Oppenheimer fue visto como un héroe para el mundo exterior. Sin embargo, ante sus propios ojos, se veía como un pecador. Por ejemplo, en un banquete se opuso vehementemente a la idea de seguir desarrollando la bomba de neutrones. Nolan repite una y otra vez los sonidos de pisadas que Oppenheimer escuchó durante el discurso, que representaban las pesadillas de Oppenheimer y transmitían su miedo. En ese momento, no sorprende que se oponga a un mayor desarrollo de armas nucleares. Esta técnica narrativa única sigue siendo la "sinfonía" de Nolan.
La capacidad narrativa del director va más allá de los pequeños detalles. Toda la estructura de la película funciona como una "sinfonía" más amplia. Al igual que las películas anteriores de Nolan, Oppenheimer tiene diferentes líneas temporales. Una parte sigue la audiencia de Oppenheimer en el Congreso, donde se lo acusa de traidor y se le obliga a reflexionar sobre su vida pasada. La otra parte ocurre cinco años después de la audiencia de Oppenheimer e involucra a Lewis Strauss (Robert Downey Jr.) llevando a cabo su audiencia, lo que muestra la forma en la que Oppenheimer fue perseguido. Nolan es un maestro de la narración y logra entrelazar estas líneas de tiempo a la perfección para brindar una experiencia visual cautivadora.
Vale la pena reflexionar sobre el odio de Strauss hacia Oppenheimer: todo surgió a partir de varios comentarios involuntarios de Oppenheimer que hirieron el frágil ego de Strauss. Aunque insignificantes para Oppenheimer, estos comentarios le causaron gran malestar a Strauss.
Lo que más le molestó a Strauss fue la conversación de Oppenheimer con Einstein. El público recién descubre más tarde que no tenía nada que ver con Strauss. Oppenheimer siempre se había sentido culpable de la muerte de miles de personas causadas por la bomba atómica, y Strauss, que lanzó un ataque sustancial contra él, no tenía ninguna conexión con las víctimas. En cambio, a Strauss sólo lo impulsaban los celos y el sentimiento de inferioridad. Pensándolo bien, todo parece absurdo, pero es innegablemente real.

En la última hora de la película, las dos audiencias en el Congreso se entrelazan, llevando la película a su clímax. Si las dos primeras horas ya eran un drama excelente, la tercera hora, con la orquestación de las dos audiencias, eleva a Oppenheimer al nivel de una película magnífica. No sólo retrata la biografía de un científico sino que también proporciona una exploración profunda de la ciencia, la ética y la humanidad.
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