Antes y después de Pobres Criaturas

Definitivamente el cine debe tener un antes y un después de Pobres criaturas, pocas veces se ha visto una película que nos haga replantearnos nuestro encuentro con la realidad, hasta que lo hicimos a través de Bella, ese personaje tan perfectamente actuado que nos hace cuestionarnos todo lo referente a la normalización por convivencia de las cosas que están mal en el mundo, desde la concepción del propio personaje, hasta los hechos que le rompen el corazón. Nos encontamos en una conra punto moral en las ansias del ser humano y su juego a ser Dios, convirténdose en un ensao y error constant , hasta alcanzar lo más ercano al climax de nuestra inventiv persona y las ganas de querer cambiar el undo , siempre dejando huella.

Es así que vemos la segunda mitad de la película con el corazón roto y sangrando entre nuestras manos, lo que nos lleva a alejarnos del prejuicio, del qué dirán, y nos justifica para ser nosotros mismos por encima de lo que el mundo espera de nosotros.

Ni qué decir del vestuario, los diálogos, el maquillaje y sobre todo, la historia y lo que nos quiere transmitir. Punto aparte las actuaciones magistrales de cada uno de sus protagonistas. Está historia estuvo destinada, desde el principio de los tiempos, para nacer de quién nació y para hacerse realidad en manos de quienes lo hicieron posible.

Vulgar, triste, libre, ilógica, emocionalmente bélica, entretenida y reflexiva por demás, Pobres criaturas nos hace sangrar las entrañas y pone a prueba nuestra humanidad y eso, no cualquiera, menos en los tiempos que vivimos.

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