Atrapados en la nieve

Atrapados en la nieve

Juan Guerrero (*)

Hay imágenes que quedan para siempre encerradas en nuestra memoria y pasan a nuestros sueños despertándonos en una madrugada, sin aviso. Saltan caprichosamente, nos despiertan y ya no podemos conciliar el sueño. Quedamos aislados en la pura sombra de la madrugada frente a la inmensa luz, tantas veces terrible, de algún drama humano, como la niña vietnamita corriendo despavorida y gritando de dolor en medio de una carretera, desnuda y con su espalda quemada por una bomba de napalm; o el buitre que espera a un desnudo y moribundo infante, en África, que termine de morirse para comerlo. O las espantosas imágenes de la niña que queda atrapada en medio de un inmenso barrial en Colombia, por la erupción de un volcán, y es imposible rescatarla; las cámaras enfocan lo único que puede verse de ella, el rostro, que poco a poco va desapareciendo en el barro, en medio de escombros.

Es difícil, casi imposible mantenerse al margen del dolor, de la tragedia humana en medio de estas imágenes. Sin embargo, queda cierto grado de “alegría’ cuando conocemos un final medianamente feliz, como cuando fueron localizados y rescatados con vida los mineros en Chile; ocuando fueron rescatados los sobrevivientes del accidente aéreo de los Andes. Unos jóvenes deportistas uruguayos que iban a participar en un partido amistoso de rugby, en Chile. Era la primera vez que salían del país y, además, ninguno había visto la nieve ni las elevadas e inhóspitas cumbres andinas.

Les tocó sobrevivir poco más de 70 días en medio de los helados riscos andinos, soportar un accidente de aviación y dos avalanchas. De los 45 pasajeros que partieron al final solo 16 lograron sobrevivir. Para soportar semejante realidad y poder sobreponerse a las inclementes condiciones del ambiente, debieron “adaptarse” a la realidad, aceptarla y aprender de ella.

Esta tragedia de los jóvenes deportistas uruguayos lo recrea el joven director español, Juan Antonio Bayona, en su hasta ahora última película, La sociedad de la nieve. Había visto, hace ya varios años, el filme, ¡Viven!, del director, Frank Marshall, que me dejó una mala impresión, tanto de la puesta en escena como del tratamiento del tema en un guionque buscaba ser efectista con ciertas imágenes romanticonas y la truculencia de la antropofagia. De igual manera, uno que otro documental que escapa a mis recuerdos, por banal y mal trabajado estéticamente.

Ocurre lo contrario en el filme de Bayona, quien presentauna muy buena obra cinematográfica, ya varias veces premiada en festivales de excelencia académica, como el de Venecia. Aun cuando en lo personal creo que está un poco excedida en su metraje (dura 134 minutos), y los cuadros finales se aprecian un tanto cortos y fugaces, es evidente que la parte central lo ocupa el accidente en sí. El inicio se recrea con un ambiente bien ejecutado, que, sin embargo, se corta en imágenes que reducen el filme; se centra en una repetición de nombres que reducen a una letanía el cierre. Todo para dejar la parte central al desarrollo de un argumento (un guion bien estructurado), que otorga al grupo (y en algunos de los fallecidos) el protagonismo. Este es uno de los aportes fundamentales del director, junto con el uso de efectos especiales, la música que acompasa, y un muy buen registro fotográfico.

La historia contada, en parte por quienes sobrevivieron, y enparte por quienes fallecieron, crea un espacio/tiempo difícil de equiparar con el del espectador; porque la historia “cae” en un tiempo único, ese del presente eterno. Lo aceleran las imágenes de un entorno donde el blanco absoluto contrasta con el límpido azul de los cielos. La historia, entonces, va repitiéndose día a día, mientras desaparecen los compañeros, que se van a una “mejor existencia”, se incorporan a otro plano de realidad donde el dolor físico, la incertidumbre, el hambre, la sed, el miedo, son el regalo de unos despojos que sirven para alimentar a los que a duras penas sobreviven. Y curiosamente, sin las avalanchas era imposible la sobrevivencia, esto porque quienes perecieron sirvieron de alimento a los 16 que finalmente lograron sobrevivir.

Es una historia donde se accede a otra realidad, donde el tiempo se reduce al instante. Solo queda en quienes aún viven, la memoria como recurso “tangible” que otorga sentido para reconocerse humanos. La puesta en escena de esta película refleja una magistral dirección cinematográfica, con una ambientación insuperable y una inmejorable técnica de efectos especiales: la recreación del momento exacto del accidente, y las dos avalanchas.

En mis recuerdos quedan algunas imágenes de este filme, fuertes, densas, en claroscuros, de este sufrimiento humano. Este filme dará de qué hablar por un buen tiempo; tanto por el sentido que pueda ofrecer el arte cinematográfico, su ética, y por la película como hecho estético.

(*) [email protected] X @camilodeasis IG@camilodeasis1

NOTA. Artículo publicado, en: Astorga Redacción (portal español). https://astorgaredaccion.com/art/35052/atrapados-en-la-nieve#ath

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