Más que elemental, mi querido Watson.

Spoilers


La Real Academia Española dice que el amor es un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
Sherlock, un personaje frío, déspota y arrogante, quien se autodefine como un sociópata altamente funcional, expresa que esta clase de sentimientos son un defecto químico, hallado en el lado perdido del cerebro.
Y sin embargo. Ahí está.
De manera inexorable, esa sinergia, ese afecto y ese sentimiento aparece en el primer episodio para transformarse en algo mucho más profundo a lo largo de las cuatro temporadas entre Sherlock Holmes y John H. Watson.
Tenemos a John, un exsoldado médico militar de mediana edad, que sufre una lesión psicosomática acompañada de un cuadro de stress post-traumático, cuyo retiro no le alcanza para costear un apartamento en Londres.
Por otro lado nos encontramos al insufrible prodigio, Sherlock Holmes quien habiendo crecido a la sombra de su talentoso hermano Mycroft, busca en todo momento presumir sus habilidades deductivas, catalogando de idiotas a quienes le rodean incluyendo por supuesto al cuerpo inspectivo de la Scotland Yard, con quienes lleva unos años colaborando como detective asesor.
Desde el momento en que estos dos personajes se conocen, Sherlock usa sus habilidades de deducción para presumir frente a Watson quien, queda absolutamente anonadado.
Esta es una reacción que Sherlock no espera, ya que está más bien habituado al rechazo de las personas.
La inteligencia de Sherlock despierta en Watson una admiración instantánea.
Resolviendo su primer caso juntos John se libera de las ataduras de su lesión psicosomática y descubre junto a Sherlock que no teme al fantasma de la guerra. Lo busca.
John y Sherlock sin apenas conocerse se mudan a vivir juntos al 221 B de Baker Street.
Sherlock le ofrece a John una vida llena de casos emocionantes, justamente su carencia, su necesidad.
John en cambio le ofrece algo a lo que una persona con las características sociales de Sherlock nunca había podido acceder. Le ofrece una amistad.
Día a día aparecen en la puerta de ambos, clientes, casos y situaciones irreverentes que nutren su vínculo, sus vidas y el popular Blog personal de John en el que escribe sus aventuras y desventuras junto a la entrañable casera, (la Sra. Hudson), el molesto hermano de Sherlock, (Mycroft), la forense (eternamente enamorada de Sherlock) Molly Hooper, y el antagonista de turno que logre desafiar los límites de entendimiento de Sherlock.
Este no es un artículo que sirva de fan-service sobre el vínculo romántico entre Sherlock y Watson.
Cada uno tiene sus intereses románticos.
Durante las primeras dos temporadas vemos desfilar a las novias de John quienes a menudo se quejan de quedar relegadas siempre en segundo o tercer lugar en la vida de John, no pudiendo competir por la atención que éste le dedica a Sherlock o a sus casos.
Ninguna de ellas logra ofrecerle a John su dosis de adrenalina que es lo que lo mantiene enganchado al 221B .
Y Sherlock desarrolla un interés romántico por “The Woman” Irene Adler, una mente brillante que logra intrigar a Sherlock lo suficiente para distraerlo de la atención de Watson durante al menos un momento, antes de desaparecer.
Una maniobra del Moriarty (el antagonista por excelencia de la saga), lleva a Sherlock Holmes a fingir su propia muerte para proteger la vida de las personas a las que ama, entre quienes se encuentra por supuesto nuestro querido John Watson.
John, devastado en la tumba de Sherlock le pide, le suplica que esté vivo.
Sabe, en lo profundo, que no puede ser la persona que es, sin Sherlock en su vida.
Mary Morstan, mejor conocida como Mary Elizabeth Watson, aparece en el momento más vulnerable de la vida de John.
Siendo una inteligente ex espía y una mentirosa patológica, (datos que Jhon desconoce) éste se enamora perdidamente de ella. Porque una vez más, tiene eso que a Jhon le falta, esa carencia inconsciente que lo acerca a Sherlock, su anhelada dosis personal de peligro.
Sherlock vuelve a la vida y comparte a Jhon con Mary con quien le es fácil conectar debido a su inteligencia, su perspicacia y su profundo amor al ser humano que más admira; John.
Cuando el estatus de John pasa a ser el de un hombre casado y padre, Sherlock no puede seguirlo llamando a todas horas para “salir a jugar”, pero lo necesita y Mary los necesita a ambos.
Sherlock y Watson trabajan en el caso de Mary, hasta que en un giro desafortunado de los eventos, Mary muere.
Los propios remordimientos de John lo llevan a acusar a Sherlock de la muerte de su esposa.
Dolido, John se aleja de Sherlock.
Para recuperar la atención de Jhon Sherlock toma un caso que atenta contra su propia vida.
Admitiéndose humano, y a sabiendas de lo que representa Sherlock Holmes en su existencia, John lo salva.
Sherlock, más humano y consiente, transita junto a Jhon el duelo por Mary.
La clave para entender lo que define el amor de esta pareja en particular, es saber que Sherlock le proporciona la intensidad que le falta a la vida de John y éste con su fiel compañía y eterna amistad le otorga la condición de sentirse y convertirse día a día en un mejor ser humano.

Más populares
Más recientes
comments

¡Comparte lo que piensas!

Sé la primera persona en comenzar una conversación.

5
comment
0
favorite
0
share
report