Parásitos es una película del 2019 dirigida por Bong Joon-Ho, en donde se narra la forma en la que una familia de clase baja de Corea del Sur, los Kim, poco a poco, comienza a introducirse dentro del hogar y de la cotidianeidad de una familia adinerada, los Park.
El filme desde la puesta en escena y la organicidad del montaje, se manifiesta en mostrar cierta separación entre la familia pobre y la familia adinerada. Existe un patrón que se repite a lo largo de la narración como la separación entre líneas dada por diversos objetos que dividen al cuadro por la mitad, estableciendo de un lado algún integrante de la familia Kim y del otro lado algún integrante de la familia Park. De esta forma, no se representa solamente una distancia desde el argumento, también se refuerza esa idea desde la toma de decisiones del director.
La película trabaja con diversas cuestiones antropológicas que son muy interesantes. Como dije anteriormente, existe una diferenciación espacial entre ambas familias. La familia Kim vive en un semisótano en Seúl, ellos se encuentran desamparados de cualquier tipo de lujo. En cambio, la familia Park vive en las afueras de la misma ciudad, en un barrio de gente adinerada sobre unas colinas. Desde el arte es muy interesante el planteo que se hace de las posiciones del hogar, al barrio donde viven los Kim se accede bajando muchas escaleras hasta llegar al semisótano, esto representa justamente el estar por debajo de un status social, económico, cultural, etc. Por otra parte, como mencioné más arriba, la casa de los Park se ubica en una colina, haciendo alusión a que esta familia posee un status superior al de la familia Kim. Incluso, el interior de la casa está poblado de escaleras que parece que siempre apuntan hacia arriba.
El sociólogo y antropólogo David Le Breton, establece un análisis sobre las distintas repercusiones que puede llegar a causar el espacio habitado en el comportamiento de un individuo[1]. De esta manera, los Kim al vivir en un semisótano, el cual es un lugar inmoral y violento para vivir, genera este tipo de comportamientos en los integrantes de la familia. Las ventajas, las mentiras y la actitud preponderante son generadas por lo espantoso de habitar en ese inhumano lugar. En cambio, los Park podrían ser unos adinerados miserables (como muchos millonarios), pero no, a pesar de su condición socio-económica, el enfoque está puesto en ser mostrados como seres humanos amables y generosos, dispuestos a compartir lo que ellos tienen. Eso se da porque la familia Park vive en un contexto de casa tradicional[2]. Le Breton dice que la casa tradicional posiciona al ser humano en cierto universo que está construido a su escala. En otras palabras, la casa de los Park es un elemento clave para el comportamiento de sus integrantes. Según Le Breton, el cuerpo está asimilado al espacio en el que habita. En el contexto de la ciudad-barrio- hogar correspondiente a los Kim, este tipo de habitaciones diminutas llevan al ser humano al conflicto entre sí mismo y entre propios habitantes del mismo espacio. En cambio, en la ciudad-barrio-hogar que corresponde a los Park, el contexto de la casa tradicional lleva a quienes habitan allí una garantía de seguridad física y moral.
Otra temática muy interesante que está presente a lo largo de la narración es la cuestión que tiene que ver con los olores. El filme trabaja con este criterio para presentar nuevamente otra diferencia entre ambas familias, pero en esta ocasión, desde un lado más sensorial, receptivo y perceptivo. Le Breton establece que los olores están siempre presentes en la vida cotidiana y que son el carácter más íntimo y secreto del ser humano e insiste en que que no existe un criterio claro para describir por qué no nos gusta cierto olor. El filme no indica concretamente el olor de ambas familias, en este caso, se establece directamente que los Kim huelen mal, y seguramente, los Park huelen bien. Le Breton formula que el olor varía dependiendo del estado y la condición de la persona. De esta forma, se puede pensar que los Kim huelen mal porque su estado es vivir en un semisótano, el cual es un espacio inhabitable también desde la higiene, además de no contar con recursos de limpieza y no poseer la economía para comprar perfumes y desodorantes. Los Park, en cambio, en su contexto mantienen un olor agradable porque sí tienen la capacidad de ducharse frecuentemente, acceder a productos de limpieza y comprarse los perfumes que les plazca.
Es interesante cómo se plantea la invasión en el film, no solo espacial, sino también desde el olor. Según Le Breton, una persona no puede olerse a sí misma pero que sí le es intolerable una intrusión de otro olor en su vida, en su espacio íntimo. Esto se ve claramente cuando el hijo de los Park detecta que hay otro tipo de olor corporal y que se manifiesta cuando los Kim están dentro del hogar, incluso se da cuenta que tanto el olor del Sr. Kim como el de su esposa son coincidentes. También en una escena posterior, el Sr Park le manifiesta a su esposa que no tolera el olor del Sr. Kim, pero le resulta casi imposible detectar con certeza a qué huele, de hecho, transita por diversas hipótesis para poder descubrirlo. Esto en términos de Le Breton se da porque despreciamos los feos olores pero que nos resulta muy difícil describirlos y nos atenemos a esa limitación, simplemente establecemos que un olor nos resulta desagradable[3].
En pocas palabras, Parásitos es un filme que funciona muy bien y tiene un gran factor de análisis desde todo tipo de disciplina. La dirección, el arte y el montaje contienen diversos recursos que acrecientan la idea del guión. Estamos ante una película que en su organicidad nos brinda elementos de los cuales sostenernos constantemente, en este caso, se puede establecer claramente un análisis antropológico evidenciando elementos que están inmersos en el filme, tales como el espacio habitado y el olor corporal de cada persona, los cuales son factores que están muy evidenciados y que repercuten directamente en la narración.
Le Breton David, Antropología de cuerpo y modernidad. Buenos Aires: Nueva visión, 2002.
[1] David Le Breton en Antropología del cuerpo y modernidad.
[2] Según Le Breton, los comportamientos negativos del individuo se dan en un contexto de habitación- hogar en las grandes ciudades modernas. En cambio, las casas tradicionales que están fuera de las ciudades ayudan al individuo no solo a desarrollarse mejor, sino a estar protegido del mundo exterior.
[3] Le Breton dice que no nos esforzamos mucho por descubrir por qué un olor nos parece desagradable, pero sí podemos descubrir automáticamente un olor que nos produce satisfacción.
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