Jim Carrey y el espectáculo del drama, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos

Muchas veces tiendo a sujetar los recuerdos; igual que Joel, no los dejo ir. Creo que por ello retorno una y otra vez a esta película. La primera vez que la conocí, estudiaba en la universidad, me había vinculado a grupos de literatura y cine, dentro de las miles de conversaciones de ese entonces surgió el comentario “Jim Carrey es un gran actor dramático” y mientras el resto seguía hablando en mi cabeza solo pensaba “WTF ¿el man de las caras chistosas hace drama?” Esa semana estuve buscando sus películas menos conocidas.

Para los que no conocen la película, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos trata sobre un hombre, llamado Joel Barish, que al darse cuenta de que su exnovia, Clementine Kruczynski, usa un tratamiento para borrarlo de sus recueros, decide hacer lo mismo que ella. Pero al someterse a cada recuerdo para borrarlo también debe revivirlo, esto desemboca en una lucha interna por permitir el olvido o aferrarse a los recuerdos.

Debo admitir que The Truman show es una gran película, pero debo estar en un estado anímico especial para lograr conectar con ella. Número 23 me pareció una película encantadora. Pero Eterno resplandor de una mente sin recuerdo me genera una conexión automática. Joel Barish es un tipo absolutamente melancólico, su torpeza social no es fácil de representar, generalmente un personaje tan torpe termina siendo cómico, pero Jim Carrey conoce la comedia, conoce perfectamente sus límites, las sutilezas para una sonrisa, así que demostrando su conocimiento simplemente no cruzó esos límites y construyo a uno de los personajes más melancólicos del cine.

Hay una cosa en el personaje de Joel que lo diferencia de otras propuestas melancólicas del cine, y es su poca intelectualidad. Generalmente, cuando se componen personalidades melancólicas en el cine, estos están atados a la intelectualidad, como si la tristeza fuera un monopolio de la sapiencia. En el caso de Joel, no es un hombre particularmente inteligente, lee algunas cosas, ve televisión como cualquiera, tiene un trabajo normal, no hay nada especial en él. Y es allí donde radica su belleza y el gran trabajo de dirección, guion y actuación, como convertir lo profano en algo profundo.

Una de las grandes lecciones de esta película es cómo hacer una gran obra con poco presupuesto. Eterno resplandor de una mente sin recuerdos es una película de ciencia ficción independiente, esto significa que los presupuestos no son elevados en comparación con una superproducción. Sus creadores, Michel Gondry Charlie Kaufman, supieron saber aprovechar los pocos recursos y su inversión fue actoral. El gran reparto de esta película es absolutamente magistral: Jim Carrey, Kate Winslet, Kirsten Dunst, Mark Ruffalo, Elijah Wood y Tom Wilkinson. Actores que para ese tiempo ya tenían renombre y que entendieron que esto era una propuesta artística a la que debían pertenecer.

Cada año la veo al menos una vez, sus planos, diálogos, cortes y puestas en escena son el recordatorio de que, más allá de la espectacularidad de los efectos especiales, la ciencia ficción nos pone en contextos de mundos posibles.

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