Una y cinco veces van ya de Mejor Imposible para mi siendo una amante de los filmes que muestran la cruda realidad en la que habitamos que no es más que el reflejo de nosotros mismos.
Cuando vi a Melvin (Jack Nicholson) por primera vez ya habían pasado unos cuantos años desde el estreno en 1997 y me vi en él y en Carol interpretada por Helen Hunt y en Simon interpretado por Greg Kinnear tres personajes con historias aparentemente diferentes pero con mucho en común: temor a ser ellos mismos, rechazo de la sociedad a las condiciones de su vida y lucha personal; he de decir: “así es la vida en su común denominador”.
El frasco que nos guarda y aparentemente nos protege es muy pequeño y nos cobija a todos.
Cada vez que la veo me río no lo niego recordar las veces que he sido obsesiva y obstinada con mi pensamiento y compulsiva en mis acciones al repetir la misma historia varias veces, cuando escucho sus líneas y me imagino que sentiría yo si alguien me hablase así seguro lo mandaría a pintar un bosque y perderse, pero al mismo tiempo me baja una lágrima cuando es separado del único ser que lo ha aceptado totalmente: Verdell el perrito que en su empatía como suelen ser los perritos perdona al ser que en la primera escena lo tira al basurero y le da esperanza y compañía porque puedo ver esa humanidad que se esconde en nuestros miedos.
Confieso que la veo cada vez que me siento torpe, aislada de un mundo que a veces no comprendo y en el cual siento rechazo algunas veces a mi manera de ser estricta y un tanto perfeccionista porque cada uno de ellos con sus historias me regresa a una realidad inefable: Somos seres humanos. Algunos tal vez podrían cualificar a cada personaje como el “viejo” obsesivo compulsivo, el pintor “homosexual” y la camarera cabeza de familia cayendo de vez en cuando en clichés sociales encasillando las situaciones, yéndonos por finales predecibles y esperados.
Pero a pesar de todo tenemos aquí seres humanos complementarios, lejos de cada situación, luchando en contra de lo que aparentemente es su destino, arraigándose a sus creencias más profundas sorteando situaciones que inevitablemente están ahí, que en su momento no es posible modificar reforzando la teoría que lo imposible es posible cuando se es mejor que lo que parece imposible de cambiar.
Y es así como nos encontramos con varias transiciones a lo largo de la película del propio carácter de los personajes en la medida que van trascurriendo las escenas en donde cada momento es un paso hacía lo inusual porque ninguno de ellos planea lo que va a suceder solo se permiten que suceda.
Es un momento mágico donde la seguridad tan anhelada no existe, donde el momento propicio nunca ocurre, donde la felicidad se busca a tientas en la oscuridad; donde solo y retomando las palabras de Peter Parker en Spiderman un nuevo Universo: “Es solo un salto de fe”. Te atreves.
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