Mi amigo, Jerónimo Casco, me habló sobre una película de terror llamada La mesita del comedor y juró que me moriría de miedo si la veía. Como adicta a las películas de terror, en ese momento no me convenció mucho. Pero, una noche de domingo, le di una oportunidad. A los veinte minutos de la película, ya estaba completamente asustada. No te asusta de una forma habitual, sino que el terror es auténtico. Debo admitir que una película nunca me había puesto los pelos de punta como esta.
Después de haber soportado toda la película con aprensión, empecé a desenterrar todo lo que pude encontrar sobre La mesita del comedor. Me topé con un comentario del director Caye Casas durante una entrevista que satisfizo mi curiosidad sobre las vibras aterradoras ultrarrealistas de la película. Cuando le preguntaron de dónde surgió su inspiración, respondió que empezó preguntándose qué es lo que más le asusta en la vida. Se dio cuenta de que no eran los fantasmas, monstruos o zombis. "Lo que más me asusta es la vida real, un destino cruel, la mala suerte que cualquiera de nosotros puede tener y las cosas terribles que nos pueden pasar en la vida", agregó. Y de eso es lo que trata La mesita del comedor. Es una historia crudamente brutal que carece de fantasmas o exorcismos, pero es muy probable que suceda en la vida real.
Los protagonistas son dos padres primerizos, Jesús y María, (Jerónimo acertó al insistir que sus nombres son religiosos, algo con lo que estoy completamente de acuerdo), cuya relación está en crisis. La crisis más grande de su matrimonio hace que terminen discutiendo en un negocio de muebles. Jesús está empecinado en comprar una mesita de vidrio de mal gusto, solo porque es la única decisión que toma en los diez años que estuvo con María. Finalmente, consigue lo que quiere y, después de llevar la mesa de café a su casa, todo se va a pique.
Esta es mi breve introducción de La mesita del comedor sin darles ningún adelanto, pero tengo que expresar mi asombro por la perspectiva única que adoptó para responder a la pregunta: "¿Cómo nos asustan las películas de terror?". Entre la selección de los típicos elementos como los monstruos, zombis y acontecimientos extraños que inundan el género de terror, es desafiante que estos se destaquen y le ofrezcan una experiencia intensa e inolvidable al público. De todas formas, La mesita del comedor logra hacer precisamente eso al redirigir el enfoque a los terrores de la vida real. Casas declaró confiadamente que esta película pretende retratar "cómo nuestras vidas pueden cambiar en un segundo". Lógicamente, las películas de terror quieren presentarnos momentos horrorosos que hunden la vida de la gente en un caos diabólico.
De hecho, muchas películas serias intentan retratar el dolor que le causan estos momentos de crueldad infernal a las personas. Por ejemplo, en Manchester junto al mar, por un descuido del protagonista masculino, tres niños mueren en un incendio y la película explora principalmente su dolor y tormento prolongado después de la tragedia. Mientras tanto, La mesita del comedor, una película de terror de bajo presupuesto, muestra osadamente el momento en el que sucede algo terrible. El impacto que me dejó no se compara con nada.
He pasado tiempo reflexionando sobre el profundo impacto que tuvo La mesita del comedor en mí. Una de las razones es porque alguien que conozco sufrió una situación casi idéntica a la del protagonista en la película. Fue un incidente que se volvió un dolor profundamente arraigado y tácito dentro de la familia. Ver La mesita del comedor me hizo sentir la misma incredulidad y conmoción cuando escuché la noticia por primera vez. No importa cuán fervientemente traté de negar su existencia, el incidente sucedió realmente. Además, el lenguaje audiovisual meticuloso de La mesita del comedor me sumergió por completo en la perspectiva de Jesús. No escuché hablar sobre un acontecimiento aterrador nada más; lo experimenté junto a Jesús. Durante toda la película, fui más que una espectadora. En lugar de eso, fui una partícipe activa que se preguntaba constantemente: "¿Qué haría yo si estuviera en su lugar?".

Sin dudas, La mesita del comedor, filmada en tan solo diez días con un presupuesto ajustado, logró lo que muchas películas de terror de alto presupuesto no lograron alcanzar: una experiencia intensamente inmersiva para los espectadores. La película está ambientada en solo dos locaciones principales: un negocio de muebles y la casa de Jesús y María (que, en realidad, es la casa de un amigo de Casas que se la prestó). Estos entornos conocidos sirven para salvar la distancia entre el público y la historia. Las interpretaciones y los monólogos vívidos de los personajes, acompañados del ritmo y la historia de la vida cotidiana, atraen al espectador común como yo, al mundo realista construido en la película. Hasta el accesorio central, la mesa de café, transmite una banalidad modesta. Su omnipresencia es un testimonio de su profunda mundanidad.
Especialmente, La mesita del comedor ejerce una moderación admirable cuando retrata los acontecimientos principales. Elude intencionalmente la violencia gráfica y se abstiene de usar la típica música de terror en las escenas críticas. El momento más escalofriante de la película se ve reforzado por una canción infantil alegre, durante la cual se desenvuelve un acontecimiento espeluznante. Cuando Casas justificó la ausencia del despliegue directo de la terrible escena principal, explicó que cree en el poder de la imaginación del público y que es mucho más potente que lo que pueden ver con sus propios ojos. De todas formas, sostengo que la película nos sumergió exitosamente debido a la perspectiva que compartimos con Jesús, que no es un punto de vista omnipresente. Nos quedamos con la incertidumbre y nos sentimos inquietos e intranquilos, mientras esperamos la explosión inminente del clímax, un MacGuffin que realmente nos petrifica.
Incluso Stephen King, el maestro del terror recomendó La mesita del comedor y dijo que es una pieza única y memorable del cine de terror. Sus elogios fueron: "Nunca, ni siquiera una sola vez en toda tu vida, has visto una película tan oscura como esta. Es horrible y también es terriblemente divertida. Imagina el sueño más oscuro de los hermanos Coen". Estoy completamente de acuerdo con la evaluación de King, pero como espectadora que vio esta película, me siento obligada a decirles a aquellos que, como yo, empatizan fácilmente con las experiencias de los demás: miren esta película con cautela porque es muy posible que les dé pesadillas durante un largo tiempo.

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