El día después de mañana cumple 20 años: Una reflexión nostálgica

En 2006, Al Gore, el exvicepresidente de Estados Unidos estrenó el documental Una verdad incómoda (2006), que suscitó un debate mundial con su retrato de la crisis climática basado en sus exhaustivas investigaciones sobre el calentamiento global. Sin embargo, la concienciación sobre los posibles trastornos provocados por el cambio climático no comenzó en 2006. El día después de mañana (2004) sigue siendo una de las películas de catástrofes más terroríficas porque su horror está arraigado en una realidad posible. Veinte años después, esa realidad nos parece aún más cercana.

《明天過後》20 週年紀念:浮誇的冰河恐懼,逼真的天災特效,20 年後仍然令人懷念首圖

La premisa de El día después de mañana: las catástrofes alarmistas

Art Bell, un locutor de radio conocido por sus teorías conspirativas sobre extraterrestres que contactan en secreto con gobiernos, y Whitley Strieber, un novelista aficionado a las historias de abducciones alienígenas, se unieron para crear una novela. Contrariamente a lo esperado, su nuevo libro no tiene nada que ver con extraterrestres. El sencillo título de la novela, "The Coming Global Superstorm", contradecía su aterrador contenido.

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La novela describe cómo la corriente del Atlántico Norte forma una barrera que impide que el frío ártico se extienda hacia el sur. A medida que avanza el calentamiento global, esta corriente deja de fluir, lo que provoca el rápido deshielo del Ártico, la subida del nivel del mar y la caída en picada de las temperaturas globales. El libro sugiere que las civilizaciones humanas del pasado han sido aniquiladas por este tipo de desastres naturales, y por eso desaparecieron sin dejar rastro. Ahora, la Tierra se enfrenta a otra edad de hielo inminente, sin que la humanidad disponga aún de medios para evitar la crisis.

Bell y Strieber no estaban siendo alarmistas, solo describieron con precisión el papel de la Corriente del Atlántico Norte y el impacto del calentamiento global sobre ella. La premisa más aterradora de su novela se basa en la realidad. En 2023, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU reconoció que, aunque la corriente del Atlántico Norte se está debilitando, no desaparecerá este siglo. Sin embargo, la revista Nature Communications advertía que, basándose en el análisis de la temperatura de la superficie del mar entre 1870 y 2020, la corriente podría colapsar tan pronto como en 2025 o tan tarde como en 2095.

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Suficiente terror cinematográfico para asustar a todos

Dada la situación medioambiental actual, la película El día después de mañana se esfuerza por crear un desastre en pantalla que aterrorice a todos los espectadores. El Dr. Kevin E. Trenberth, veterano de más de 20 años en el Centro Nacional de Investigación Atmosférica, reconoce que la película busca concientizar a la audiencia sobre el calentamiento global. Sin embargo, también señala que la película exagera inevitablemente los posibles cambios medioambientales, como el desencadenamiento de una nueva era glacial, un fenómeno que, según afirma, no sería consecuencia de los efectos invernadero.

El director, Roland Emmerich, conocido por Día de independencia (1996) y Godzilla (1998), no se centró en la exactitud científica, sino en crear un desastre en pantalla lo suficientemente aterrador. A diferencia de su anterior película, El patriota (2000), que se centraba en la Guerra de Secesión, sin embargo,no le fue muy bien en taquilla. Por suerte, El día después de mañana permitió a Emmerich volver al género en el que se destaca, la destrucción urbana a gran escala.

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El rodaje

Tras un paréntesis de cuatro años después de El patriota, Emmerich dedicó un tiempo considerable a la elaboración de la película, garantizando una catástrofe mundial de mayor envergadura. Su amplio equipo de más de mil artistas de efectos especiales de Industrial Light & Magic y Digital Domain pasó casi un año dando vida a los colosales fenómenos meteorológicos de la película. Esta extravagancia de efectos visuales incluye desde tornados del tamaño de una ciudad en Los Ángeles hasta un monstruoso tsunami que inunda Manhattan, pasando por una escalofriante ola de hielo que congela un helicóptero de la Royal Air Force en pleno vuelo.

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A pesar de su antigüedad, pocas películas se han atrevido a igualar a El día después de mañana en la cantidad de desastres que retrata, y sus efectos especiales siguen siendo impresionantes incluso al día de hoy.

La sátira política

Otro elemento inesperado de esta película es el comentario político de Emmerich. Presenta a un vicepresidente estadounidense que se asemeja al vicepresidente Dick Cheney en la vida real, que ignora las advertencias del climatólogo Jack Hall (interpretado por Dennis Quaid) sobre el calentamiento global, dejando al público estadounidense desprevenido ante el rápido desastre. La elección de presentar al vicepresidente en lugar del presidente como la máxima autoridad política es un guiño satírico a la percepción del presidente Bush hijo como la marioneta de Cheney, un tema que se explora más a fondo en la película Vice (2018).

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El legado de la película

Veinte años después, el impacto de esta película sigue siendo incomparable. Científicos medioambientales, como Kevin E. Trenberth, aprecian el papel de la película en la concienciación sobre el cambio climático a pesar de sus escenarios exagerados. Incluso la activista medioambiental, Greta Thunberg, citó la película en 2021, criticando a Hollywood por desatender la crisis climática.

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Hollywood aún no ha producido otra película como esta. La entrega de 2017, Geo-Tormenta, excluyó la destrucción medioambiental, centrándose en cambio en la conspiración de un arma meteorológica artificial. Esto quizás subraye la razón válida de la nostalgia perdurable: no ha habido otra película que iguale su mezcla única de ciencia, espectáculo y advertencia medioambiental.

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