¿Qué pasaría si el equipo detrás del documental de The Office apuntara el lente de sus cámaras hacia un hospital en lugar de la compañía de papel Dunder Mifflin? Más de una década después del episodio final de The Office, su concepto revivió con St. Denis Medical, una nueva serie que se estrenó en noviembre. Filmada con el mismo estilo del falso documental, sigue las tareas diarias de un hospital con fondos insuficientes en Oregón. Desde el momento en el que el equipo mira incómodamente a la cámara, queda claro que el formato del falso documental está de regreso.
Con sus nueve temporadas icónicas, The Office sigue siendo una referente indiscutible de las comedias de situación en formato de falso documental. Adaptada de la serie británica homónima creada por Ricky Gervais, The Office se convirtió en una comedia típicamente estadounidense centrada en un lugar de trabajo. Su éxito allanó el camino para otros como Parks and Recreation y Modern Family. Esta última tuvo 11 temporadas y ganó 22 Emmys, pero desde su final en 2020, las comedias de falso documental han perdido notablemente su influencia cultural.
Hoy en día, series como What We Do in the Shadows y Abbott Elementary mantienen vivo el formato, pero ninguna alcanzó el nivel de popularidad de The Office o Modern Family. Esto no necesariamente se debe a un deterioro de la calidad, sino que es una señal de los desafíos más amplios que enfrenta el formato del falso documental en la actualidad. La llegada de St. Denis Medical no hace más que poner de manifiesto esta realidad.
La nueva serie tiene todos los ingredientes adecuados para convertirse en una comedia de situación exitosa y de larga duración: un reparto estelar, un humor afilado, personajes distintivos y escenarios caóticos pero cotidianos. Su mayor fortaleza radica en la subversión de los tropos médicos dramáticos. Mientras que series como Grey's Anatomy y Dr. House retratan a los hospitales como arenas intensas donde la vida y la muerte están en juego, St. Denis Medical opta por un enfoque más centrado y humano. Los médicos hipercompetentes y emocionalmente torturados quedaron en el pasado. En lugar de eso, vemos a trabajadores hospitalarios como personas cotidianas que lidian con situaciones extraordinarias. St. Denis Medical no tiene grandes melodramas de vida o muerte, sino que se centra en las absurdidades cotidianas que provocan tanto risas como empatía.
Uno de los productores de la serie, Justin Spitzer, que también fue el productor y guionista de The Office, aportó el humor y la sátira que lo caracterizan a St. Denis Medical. La serie comienza con que Alexandria (Allison Tolman), la jefa de enfermería, somete a un paciente con un historial de sobredosis a una “prueba de honestidad” improvisada. En unos pocos minutos, su personalidad compasiva pero sensata queda completamente expuesta y el humor es acertado.
El cuarto episodio presenta la sátira más afilada de la serie hasta ahora. En este episodio, la directora ejecutiva Joyce Henderson (Wendi McLendon-Covey) emprende una misión descabellada: seleccionar a un hombre negro como el “empleado del mes” del hospital. Su búsqueda se vuelve cada vez más absurda mientras los potenciales candidatos quedan descalificados por pequeñas faltas, como sacarse los zapatos en la sala de descanso o por sospechas de prejuicios inconscientes. Al final, el título se otorga de mala gana a Bruce Schweitz (Josh Lawson), un cirujano blanco que ya había ganado dos veces. Irónicamente, Bruce es el único que realmente valora ese reconocimiento. La sátira es acertada, ya que combina las dinámicas de la política de oficina con temas de identidad.
Sin embargo, St. Denis Medical enfrenta algunos problemas propios de una serie en desarrollo. Sus personajes necesitan una mayor profundidad y el exceso de tramas simultáneas tiende a diluir la tensión dramática de la serie. Aunque su humor es ingenioso, no alcanza la mordacidad de The Office.

Tomemos, por ejemplo, la escena del entrenamiento sobre acoso sexual en The Office: una clase magistral de comedia incómoda donde la sesión bien intencionada de Toby Flenderson (Paul Lieberstein), de Recursos Humanos, choca con los cuestionamientos extraños e inapropiados de Dwight Schrute (Rainn Wilson). Los momentos como este hacen de The Office una serie inolvidable. St. Denis Medical tiene el potencial para alcanzar esas alturas cómicas, pero necesita arriesgarse más e inclinarse a la incomodidad.
Por supuesto, St. Denis Medical todavía está en sus inicios. A cualquier serie le toma tiempo encontrar su equilibrio, sobre todo dentro de un formato desgastado. Hasta ahora, vale la pena verla, aunque es difícil ignorar los números: sus puntuaciones representan menos de un tercio de las de la primera temporada de Modern Family y están más cerca del debut de Abbott Elementary. Esto refuerza la percepción de que la era del falso documental se está desvaneciendo lentamente.
¿Por qué está pasando esto? Algunos argumentan que los falsos documentales alcanzaron su auge junto con los reality shows. Cuando estos eran frescos y novedosos, los falsos documentales ofrecieron un espejo cómico de los tropos del género. Pero ahora que los reality shows se han vuelto comunes, los falsos documentales parecen menos innovadores. Estoy de acuerdo con la visión de la industria, pero también soy lo suficientemente cínica como para pensar que no solo estamos presenciando el declive de los falsos documentales, sino también el del género de la comedia en sí.

Pensemos esto: ¿por qué los premios Emmy y los Globos de Oro siguen nominando a The Bear como una comedia cuando claramente no lo es? Algunos sugieren que fue una estrategia para evitar competir en la categoría de drama. Sin embargo, el resultado fue que The Bear arrasó con los premios de comedia, mientras que las verdaderas comedias como Abbott Elementary y Hacks lucharon por alcanzar el dominio que en su momento tuvo Modern Family. Este cambio plantea una pregunta más importante: ¿la comedia como género está en declive?
No tengo todas las respuestas, pero como aficionada a la comedia que vive en estos tiempos, no puedo evitar ignorar lo absurda que se ha vuelto la realidad. Hoy, la realidad ofrece remates más surreales que cualquier guion. Cuando quiero reírme, no siempre recurro a una comedia de situación, sino que veo las noticias o navego por X (antes Twitter). Allí encuentro titulares como este:
"Luigi Mangione, de 26 años, escapó en una bicicleta compartida después de asesinar al director ejecutivo de UnitedHealthcare, Brian Thompson, mientras los usuarios de las redes sociales comentan ‘bien hecho’ y ‘es bastante sexi’”.
Esta es nuestra realidad: un mundo repleto de absurdos, sin una cuarta pared que romper. Cuando la vida real ya parece una comedia disparatada, ¿qué papel le queda por jugar a las series de comedia?



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