Junio, mes del orgullo, de lo que un día se veía imposible y ahora pareciera que escribimos una nueva historia, pero ¿Todo ha mejorado? ¿en verdad hemos dado grandes pasos o solo normalizamos la violencia?
STONEWALL es una película que representa los hechos situados a finales de los sesentas dónde un grupo de personas trans afrodescendientes, lesbianas y homosexuales decidieron poner un alto al maltrato por parte de los policías y cualquier tipo de autoridad. El filme nos transporta a una ventana de la realidad de aquellos años, en la cual la comunidad lgbt+ era mal vista ante los ojos de cualquiera, un fallo en la realidad, una mancha en la pared o la pelusa que se guarda debajo de la alfombra, en pocas palabras, la escoria de la sociedad. Nos relata como estos grupos se refugiaban en ciertas áreas de las ciudades para seguir cuidándose unos a otros porque nadie más lo iba a hacer. Lugares específicos en los que se sentían “seguros” y al final las autoridades iban a desquitar sus frustraciones. Sin embargo, no solo existían policías que golpeaban y violaban a diestra y siniestra sin aparentes motivos. También estaban los empresarios o delincuentes de cuello blanco que vivían a costa de esta comunidad marginada y pagaban lo que fuera por saciar sus más bajos y sucios instintos incontrolables, esos que en su mente tachaban de asquerosos, los que no los dejaban vivir porque era su dedo el que señalaba. Buscaban la diversión que los sacara de su cruda realidad, de ese mundo gris que les pusieron en las manos y que ellos mismos alentaban.

Claro está qué observaron un negocio rentable, ahí tenían a un puñado de personas repudiadas de cualquier sitio, por ende sus opciones se limitaban. Se aprovecharon de la necesidad, les vendían alcohol contaminado de bajo costo en recipientes sin ninguna clase de higiene. La diversión venía con un precio alto que en ocasiones terminaba con la vida misma. Greenwich Village albergaba un lugar en pésimas condiciones: denigrante, inseguro, sucio, en el que solo se les humillaba y ultrajaba, si alguien allí moría solo le hacia un favor al mundo; bajas necesarias. Un espacio que no solo era un hoyo negro, sino la cloaca de pervertidos que seleccionaban a su víctima como ganado. Si alguien era lo suficientemente atractivo se vendía al mejor postor, un cuerpo desechable, y si a su comprador se le iba la mano… ¡Que lástima, que siga la fiesta! y es que al ser personas abandonadas ¿Quién podría reclamarlos? el monto ya había sido liquidado y el cuerpo desechado.
A pesar de ser un filme sencillo, directo y con una trama digerible, nos acerca a hechos realistas para asomarnos no solo a una realidad de hace más de cincuenta años, sino a una que muchas personas siguen viviendo, aunque creamos que hemos avanzado y disfrazamos todo con fiesta, alegría y buena vibra; la verdad es que nos falta un camino largo y tenso.
Me topé con otra noticia, sí otra. Acerca de una agresión en la ciudad de México contra una mujer trans a manos de las personas que se supone deberían estar cuidando y salvaguardando la seguridad. No pude evitar sentir rabia e impotencia ¿Cuántos años más necesitan pasar para tomar consciencia? ¿Qué más necesita hacer toda mi comunidad para que al fin nos dejen en paz? ¿Cuándo será el día que no solo en México, sino en el mundo entero dejemos de ser perseguidos como una plaga que debe ser erradicada? No somos una peste, una enfermedad andante o pedófilos, no vamos haciendo daño, matando, robando y ultrajando personas, ya que para eso no se necesita ser hombre, mujer, gay, lesbiana o trans.

Y es que no solo es la violencia en las calles por parte de grupos religiosos, fanáticos o machitos que se creen con el poder moral de destruir el mundo a su antojo con tal de ver el planeta como ellos desean. Seguimos teniendo espacios lgbt+ denigrantes, inseguros, sucios y apestosos. Sitios donde lucrar es mas valioso. No importa el aforo, no importan las salidas de emergencia, da lo mismo quienes ingresen o trabajen ahí, es una perdida de tiempo revisar las instalaciones o invertir en seguridad. El pensamiento empresarial sigue siendo “a esos solo les importa la fiesta y el sexo y lo pagaran sin importar su propia dignidad"
¿Evolucionamos desde 1969 al día de hoy?
La lucha que inició con destrozos, fuego y zapatazos fue solo el resultado de vivir en una sociedad temerosa de lo que siempre ha existido, de lo que no pueden entender o explicar, de aquello que no se asemeja con sus ideales, sus seudo valores y todo lo que les enseñaron. Porque estamos acostumbrados a solo aceptar a aquellos que son idénticos a nosotros, que se comportan tal y como nosotros, que llevan la misma ropa y que su piel es parecida a la nuestra, de lo contrario los señalaremos, los juzgaremos y poco confiaremos en su vida. A pesar de los años seguimos viviendo en una constante y muy marcada separación por religión, ideas políticas, visiones de vida y supuestos valores que nos representan. No nos ha caído el veinte de qué el objetivo no es que pensemos igual, que vivamos bajo el mismo estilo de vida, ni siquiera tener que entenderlo, solo respetarlo y tratar de coexistir en el mismo sitio porque no hay otro. Mientras no dañemos la libertad de terceros, nos debería valer a quién le rezamos, a quién apoyamos, a quién metemos a la cama o cómo deseamos andar por la calle y es que nos hace falta una buena mirada hacia nuestro interior.

STONEWALL es una película que nos cuenta como por culpa de los prejuicios mi comunidad fue atacada, privada de su libertad, les arrebataron familias, les quitaron oportunidades, los obligaron a vivir en la penumbra, en la soledad y amontonados. Los humillaron y los orillaron a meterse sustancias para sentir algo, los arrojaron a la calle, a los brazos de los delincuentes ¿Qué más podían hacer si necesitaban comer? Saciar las perversiones de todos aquellos que los señalaban, que firmaban políticas para marcarlos como pervertidos y criminales. Nadie se atrevió a defenderlos, a cuidarlos y procurarlos, se convirtieron en una sociedad olvidada y marginal. Aunque es obvio que este movimiento no vino como milagro divino. En esos días se vivía un hartazgo en distintas ciudades de Estados Unidos, pues ya existían revueltas grandes de la comunidad negra que se trataban de quitar las cadenas que por años les pusieron. Los lgbt+ solo arrojaron más leña al incendio iniciado por los gritos de libertad.

En el cine LGBT podemos encontrar cantidades exorbitantes de filmes que nos muestran el sufrimiento de esos años de dolor. Porque antes de "Heartstopper”, “Jóvenes altezas”, “Elite”, “Rojo blanco y sangre azul”, “love Simón” el cine que se nos presentaba era crudo, gris y doloroso. En una conversación, algunos amigos me preguntaron ¿Por qué ese tipo de películas eran tan trágicas y dramáticas? Porque así ha sido nuestra historia, madres religiosas que prefieren a sus hijos muertos como en “Plegarias para Bobby” o padres que buscaban una solución para curar a sus hijos como “Corazón Borrado” o la ruda y maldita situación con el VIH, una enfermedad que por años fue un tabú, un miedo, ese golpe de finales de los ochenta que tanto daño nos hizo, la enfermedad que nos adjudicaron... Esperen, ¿era un tabú? Han dejado morir a miles de personas en todo el mundo, no hay investigaciones suficientes y los avances siguen siendo lentos, la propaganda aún es alarmista y no hubo ni hay nada que pueda ayudar a cierto sector de la población. Al día de hoy solo se menciona que se trata de la enfermedad gay, un castigo del ser Todopoderoso. Películas y series como “Normal heart” “It´s a sin” “Pose” “Holding the man” “120 pulsaciones por minuto” son algunas que retratan el dolor, la soledad, la tragedia y todos esos años que nos arrebataron, esos años de silencio. Guiones y libros escritos por personas de la comunidad que sufrieron, lloraron o sobrevivieron a la oscuridad. Historias que puedes sentir.


STONEWALL fue el inicio de un grito atorado por años, ese grito que no nos dejaban dar, que siguen tratando de asfixiar y apagar para que el eco no resuene ni llegue a producir tanto ruido. Y sí, se agradece que ahora podamos tener entregas lindas, llenas de amor y con finales felices donde se nos representa como en verdad somos, humanos como tú, como tú vecino o tus amigos. Pero no debemos olvidar que tenemos historias desgarradoras como el “Baile de los 41”, “Secreto en la montaña”, “Luz de luna” o “Caída libre” que nos muestra la opresión y el miedo de ser uno mismo, la manera en la que preferíamos hacer las cosas en la oscuridad y apartarnos de los ojos que nos juzgan, ese terror de amar y vivir con toda normalidad, pues a muchas generaciones nos robaron la adolescencia, la juventud y esas ganas de brincar, besar y andar como cualquier otro ser humano en este jodido lugar. ¿Por qué nos privan de vivir? ¿por qué lo siguen haciendo?

A los 21 fui sacado de mi casa porque mi estilo de mi vida no era el adecuado para los valores de la familia. Con unos cuantos pesos caí en el lugar donde me aceptarán. Me sentí traicionado, dañado y abandonado. Dentro de mí existía un dolor que no podía sanar solo con dormir para despertar al nuevo día que se asomaba por la ventana, el positivismo no funcionaba. Debía meterme cosas para apagar las voces en mi cabeza, debía buscar afecto para reemplazar el que me negaron, odié a Dios por haberme dejado a la deriva mientras a los demás les entregaba la dicha. Me revolqué en la porquería pues era lo que merecía.
Aquel revuelto fue en 1969, cuarenta y cinco años después sufrí en carne propia un 5% de lo que ellos padecieron y en el camino me encontré una lista inmensa de persona que pasaron por cosas peores: prostitución, abusos, adicciones, abandono, miedo, depresión y muerte. Personas que preferían ser detenidas para no pasar la noche en una calle fría y solitaria. Siguen pasando los años y las noticias parecen idénticas y cuando creímos dar un par de pasos de golpe nos regresan cuatro, discursos atacándonos, repudiándonos. Siguen queriendo acabar con cada uno de nosotros. ¿Sabes que es lo más curioso? hemos cedido. La comunidad homosexual traicionó al resto de las letras, fueron las mujeres trans las que arrojaron la primera piedra y fue a las que dejamos atrás, las traicionamos por aprobación heterosexual. En la película de STONEWALL justamente nos hablan sobre como había oradores explicando la forma en qué podíamos encajar en la sociedad para ser aceptados y nos dieran trabajo, esa absurda solución era ser discretos, no ser nosotros y esconder a nuestras parejas. Les gritaron que aquello era un acto cobarde que traicionaba la existencia. Muchos años después la mayoría de los homosexuales se fueron por ese camino olvidándose de si mismos. Ojo, no digo que todos seamos mariposas coloridas, pero los he escuchado expresarse de maneras repugnantes “esta bien ser gay, pero que no se note” escupo en esos comentarios o “que bueno que no se te ve lo gay” eso es un insulto y no un halago. En una comunidad donde todos somos hermanas y madres nos soltamos cuando nos conviene, nos envenenamos y nos convertimos en lo que juramos erradicar, no importa el movimiento o el contexto. Todo por encajar y no ser amenazados o violentados.

Como yo lo veo, el cine es una ventana para sacar esos gritos políticos, para mirar un poco sobre lo que sucede a nuestro alrededor, observar con otros ojos ciertas situaciones, para vivir y sentir el mundo, amarlo o detestarlo más. Todo es una critica, una burla, una manera de alzar la voz. Si no somos conscientes de que algo se nos quede, de generar un cambio y reflexionar o de escuchar con atención, entonces estamos viviendo en una fantasía, cegados.
"El fuego se propaga. Y si nosotros ardemos, tú arderás con nosotros" escribió Suzanne Collins.
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