Desde las sombras de mi existencia, he sido temido y odiado por muchos, pero pocos comprenden realmente la motivación detrás de mis acciones. Esta es mi historia, contada desde mi perspectiva, Tom Riddle, conocido como Lord Voldemort.
Nací en circunstancias miserables, fruto de una relación sin amor entre mi madre, Merope Gaunt, y un muggle, Tom Riddle Sr. Mi madre murió poco después de darme a luz, dejándome en un orfanato frío y despiadado. A una edad temprana, descubrí mis habilidades mágicas, utilizando mi poder para controlar y aterrorizar a aquellos que me rodeaban. Fue en estos momentos tempranos que comencé a comprender que era diferente, superior. Cuando descubrí que era descendiente directo de Salazar Slytherin, uno de los fundadores de Hogwarts, supe que estaba destinado a la grandeza.
En Hogwarts, sobresalí en todas las materias, especialmente en las Artes Oscuras, y comencé a buscar formas de extender mi vida. La creación de horrocruxes se convirtió en mi obsesión, fragmentando mi alma para asegurar mi inmortalidad. Con el tiempo, mi poder creció y comencé a atraer seguidores, magos y brujas que compartían mi visión de pureza de sangre y supremacía mágica. Formé un grupo leal conocido como los Mortífagos, y juntos emprendimos una campaña de terror y dominación, eliminando a todos los que se interponían en nuestro camino.
Entonces aparecio la profecía de Sybill Trelawney predijo que un niño nacido a fines de julio tendría el poder de derrotarme. Decidí atacar a Harry Potter, creyendo que eliminando al niño eliminaría cualquier amenaza a mi poder. Sin embargo, el sacrificio de su madre, Lily Potter, creó una protección mágica que hizo que mi hechizo rebotara y destruyera mi cuerpo, dejándome en un estado de semi-existencia. Durante años, vagué en una forma de existencia desdichada, buscando desesperadamente una manera de recuperar mi cuerpo y mi poder. Finalmente, con la ayuda de Peter Pettigrew y la magia oscura, logré resurgir, utilizando la sangre de Harry Potter para reconstruir mi cuerpo. Este acto de resurrección marcó el inicio de una nueva era de terror.
En Hogwarts, libré la batalla decisiva contra Harry Potter y sus aliados. A pesar de mis inmensos poderes, no podía comprender la fuerza del amor y el sacrificio, fuerzas que subestimé. En el clímax de nuestra confrontación, Harry me enfrentó dispuesto a sacrificarse, desbaratando mi hechizo mortal con el poder de la varita de saúco y la conexión que teníamos debido a mi horrocrux en su interior. Mi derrota final llegó cuando Harry Potter, con su inquebrantable valentía y el apoyo de sus amigos, me desarmó y mi propio hechizo se volvió en mi contra. En esos últimos momentos, fui confrontado por el vacío de mi búsqueda de poder y la realidad de mi inevitable caída y pensé que mi obsesión por la inmortalidad y el poder absoluto fue, en última instancia, mi perdición. La creación de horrocruxes, que creí me haría invencible, fracturó mi alma hasta el punto de la desesperación. La búsqueda de poder a cualquier costo me cegó a las cosas que realmente dan fuerza: la lealtad, la amistad y el amor. Creía que ser el más temido significaba ser el más fuerte, pero en realidad, mi miedo a la muerte y mi incapacidad para confiar en otros me hicieron vulnerable.
Entonces pense que el miedo y el rechazo que experimenté durante mi juventud fueron catalizadores de mi transformación en Voldemort. Cada acto de maldad fue un intento de imponer control en un mundo que me había abandonado. Sin embargo, en mi intento de dominar el destino, olvidé lo que significa ser verdaderamente humano. Harry Potter y sus amigos me enseñaron que la fuerza verdadera no se encuentra en el poder, sino en los vínculos que formamos con los demás.
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