Mujer Fatal: Cómo nace este concepto en el cine

Spoilers

Desde tiempos inmemorables, se ha tendido a responsabilizar a las mujeres por las acciones (y sobre todo, por los errores) de los hombres. ¿El primer ejemplo? Probablemente Adán y Eva. Con el tiempo, esto fue tomando más y más fuerza, al punto de que, para finales de la década de los cuarenta, ya había un término y una figura, tanto literaria como cinematográfica, que encajaba perfectamente en esta tendencia: La Femme Fatale o Mujer Fatal. Pero, ¿cómo nace realmente y qué significa? A propósito del mes de la mujer, hablemos del tipo de personaje femenino más famoso de todos los tiempos.

Hay una razón por la cual la década de los cuarenta fue determinante para dar forma a este concepto. En la Segunda Guerra Mundial, mientras millones de hombres estaban lejos, en combate, las mujeres disfrutaron de una libertad y autonomía sin precedentes, incluso desempeñaron roles laborales que normalmente se consideraban masculinos. Sin embargo, esto sucedió con la idea de que, una vez que retornaran los hombres, las mujeres volverían a ocupar los roles domésticos tradicionales. Pero no sucedió. No todas quisieron renunciar a esa libertad e independencia, por lo que sus aspiraciones amenazaron con tambalear las normas preestablecidas en la sociedad.

Finalmente, la Mujer Fatal se consolidó y tomó fuerza en la cultura pop como una mujer manipuladora y despiadada que utiliza su atractivo y encanto sexual para seducir a hombres inocentes y llevarlos a cometer actos, muchas veces criminales. Sí, muchas mujeres fatales han sido retratadas como villanas sin matices, pero algunas veces estos personajes ofrecen complejidades tras sus motivaciones, considerando los desafíos que enfrentan en un mundo hostil: misoginia, pobreza, clasismo.

Los inicios de la mujer fatal: Desde Eva hasta Rita Hayworth

Como hemos mencionado, y a pesar de que aún no se manejaba un concepto como tal, las primeras versiones de la femme fatale se pueden ver en figuras como Eva. Este personaje bíblico muestra independencia y liderazgo cuando muerde la manzana sin consultarle a Adán, al contrario, tras comer del Árbol, Eva adquiere una identidad peligrosa que seduce a Adán, al punto de hacerlo pecar también.

Algo similar ocurre con las películas creadas tras la Segunda Guerra Mundial. La independencia y el liderazgo de las mujeres eran retratados de una manera muy tóxica como si estuviera mal ese cambio de roles en las mujeres. Si los hombres hacen “cosas de hombres” seguían siendo hombres a secas. Si las mujeres hacían “cosas de hombres” se les consideraban fatales porque ¿cómo se atreve una mujer a querer ser algo más que una simple esposa sumisa entregada al hogar?

El primer claro ejemplo de la mujer liberal, independiente y seductora del cine, llega con el nombre de Gilda (1946), un año después del fin de la Guerra. Rita Hayworth interpreta al personaje principal, y fue su libre sexualidad la que sorprendió al público. Gilda hace “lo impensable” cuando empieza a pasar tiempo con otros hombres, solo para darle celos a su su ex, sin caer en cuenta de que en realidad está casada con otro hombre en ese momento. Gilda cierra con la canción Put the Blame on Mame, la cual habla acerca de una mujer atractiva a la que se culpa de todos los problemas (incluso los cometidos por otros).

Con Gilda se empieza a usar el término de femme fatale, pero dos años antes del estreno de esta película, hubo otro personaje que también encajaba en este prototipo: Barbara Stanwyck en Double Indemnity (1944). Está película, Phyllis Dietrichson es una rubia, muy atractiva, que convence a un agente de seguros (interpretado por Fred MacMurray) para que mate a su marido y finja el asesinato como un accidente y así cobrar una póliza de doble indemnización. Esta cinta del cine negro, abrió paso para otras como Ava Gardner en The Killers (1946), y La dama de Shanghai (1947).

La mujer fatal siempre es ambiciosa

Pocas veces los cineastas o autores exploran el contexto detrás del personaje, enfocándose más en las motivaciones. Y casi siempre, tiene que ver con el dinero. Esto quiere decir que si el personaje es pobre, hará lo que sea para tener dinero; y si tiene dinero, hará lo que sea para conseguir más.

La mencionada Double Indemnity, protagonizada por Barbara Stanwyck como Phyllis Dietrichson, es un claro ejemplo. Pero también lo son otros filmes como Mildred Pierce (1945), dónde Mildred (Joan Crawford) es atormentada por su hija consentida para que le dé todas las comodidades que ella cree merecer. Mientras que en To Die For, el personaje de Nicole Kidman no se limita a abandonar a su esposo cuando le pide dejar su carrera para formar una familia. No, cuando ella se vislumbra en una realidad alternativa como una mujer con hijos, mantenida por su marido, simplemente lo asesina.

La redención de la mujer fatal: De Sharon Stone a Carey Mulligan

Por años se ha dado el debate acerca de si la mujer fatal es villana o antiheroína. Al comienzo, se les daba el trato de las primeras porque según él Código Hays, es decir, el Código de Producción Cinematográfica que servía de guía a los cineastas, establecía que por ley los villanos debían recibir un merecido. Nadie, en su sano juicio deseaba sentarse hora y media (o más) delante de una pantalla para ver al malo salirse con la suya. Por eso, los villanos siempre recibían una lección. Cómo solía suceder con las mujeres fatales, quienes pocas veces tenían un desenlace feliz.

Sin embargo, con el transcurrir de los años ese concepto ha cambiado porque las mujeres fatales empezaron a recibir un tratamiento diferente. El ejemplo más claro de todo es él de Sharon Stone en Bajos Instintos. Su Catherine Tramell, principal sospechosa de un asesinato y manipuladora a niveles casi patológicos, no va a la cárcel, no muere, no recibe ningún tipo de castigo. La Amy Dunne de Rosamund Pike en la película de 2014, Gone Girl, es otra que se sale con la suya. Pero en esta ocasión, no solo sobrevive, es que incluso, aunque queda claro que está mal de la cabeza y es despiadada, también simpatizamos un poco por ella.

Luego tenemos el más claro ejemplo de lo que es una mujer fatal antiheroína: Cassandra Thomas de Promising Young Woman, interpretada por Carey Mulligan. En la película de 2020, la protagonista se dedica a “cazar” hombres que quieren pasarse de listos mientras ella, presuntamente, está en estado de ebriedad. Pero lo más importante es el final, cuando muere, no para “recibir una lección” ya que lo hace como parte de un plan, en la que se sacrifica para que la policía pueda capturar a los hombres que abusaron de su mejor amiga en el pasado, quienes, en su momento, salieron impunes. La Cassandra Thomas de Carey Mulligan literalmente usa su sensualidad (y sexualidad) para atraer a los hombres a su propio precipicio. Este personaje, acaba también un poco con el mito de que las mujeres fatales no son personajes feministas. Al contrario, el hecho de que una mujer se valga de su propia sexualidad, la use a su antojo, también debería ser considerado un acto de empoderamiento.

Durante años, muchos personajes femeninos han sido sexualizados desde la perspectiva de otros personajes, sin embargo, las mujeres fatales son conscientes del efecto que tienen en otros y lo usan como un arma. Las mujeres fueron condenadas por ellos, de una forma que jamás se condenaría a los hombres, ni mucho menos a un personaje masculino. Teniendo en cuenta que este tipo de personajes nació como representación de la mujer de una nueva era, más independiente, más libre, no me queda nada más que decir que ¡qué vivan las mujeres fatales!

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