Decubre por qué TIBURÓN fue el primer Blockbuster de la historia🎫

Nos hacemos la peli con el primer blockbuster de la historia que cambió la historia del fuera de campo en el cine, siguiendo los pasos del maestro del suspense. Recordemos que el tiburón aparece muy poco en los 124 minutos de cinta, como dijo Spielberg "El filme pasó de ser como una película de terror japonesa de los sábados por la tarde a parecerse a las de Hitchcock: cuanto menos ves, más suspense".

Además el actor Richard Dreyfuss admite que empezaros a rodar sin guion, sin actores y sin tiburón. Y así se resumía uno de los rodajes más mitificados de la historia de Hollywood.

Un tiburón mecánico que no funcionaba, una producción que se alargó de 55 días a 159 y un presupuesto descontrolado (acabó costando el triple de lo previsto) prometían que Tiburón sería el film que sepultaría la carrera de Steven Spielberg.

Pero cuando se estrenó, Tiburón se convirtió en la película más exitosa de todos los tiempos e inauguró una nueva era en Hollywood en un terremoto cultural cuyas réplicas todavía sufrimos. Tiburón cambió la forma en la que el cine se concibe, se promociona y se consume: el primer blockbuster.

Parece increíble que Spielberg, con sólo 27 años y dos películas en su haber: El diablo sobre ruedas y Loca evasión, se montara en la titánica misión de la adaptación de la novela superventas de Peter Benchley sobre un pueblo costero acechado por un tiburón blanco. Su error de principiante fue insistir en rodar en el océano Atlántico, en vez de en un tanque o un lago privado, para así conseguir planos espaciosos en los que lo único que rodease a los protagonistas fuese la inmensidad. Pero si nadie se había atrevido a rodar en mar abierto antes sería por algo: la sal marina corroyó los mecanismos del tiburón mecánico, de 12 toneladas y 7,6 metros, y los 14 operarios encargados de manejar el aparato no conseguían que respondiese. Y cuando lo lograban una tormenta, una avioneta o un barco arruinaban el plan de rodaje. Wow.

Los cientos de horas muertas permitieron, eso sí, que los actores ensayasen improvisaciones, dando lugar a escenas tan íntimas como aquella en la que Brody imita todos los gestos de su padre a la hora de cenar. Spielberg y los guionistas se pasaban las noches reescribiendo escenas para reforzar el componente humano de la historia y replantear al monstruo del filme como una amenaza invisible.

Su éxito demostró que las películas podían ser eventos no con el paso de los meses y años, sino desde antes de su estreno. Tiburón convirtió ir al cine en una experiencia colectiva, el público empezó a aplaudir durante las proyecciones y batió el récord de la taquilla mundial con 415 millones de euros superando en 200 millones a la segunda, El padrino.

Comparada con los blockbusters actuales, claro, Tiburón es cine de prueba y error, de ensayo y de adaptación. El tiburón sólo ataca cuatro veces en dos horas, pero el trabajo de ambientación se beneficia con los montones de extras anónimos con físicos diversos y reales que logran transmitir el caos de cualquier pueblo costero en pleno verano y, a pesar de la tensión, el ritmo narrativo es tan pausado como en cualquier drama europeo.

Aunque a menudo se habla de “la magia del cine”, el triunfo de Tiburón radica en que el cineasta sea creativo para redireccionar el rodaje ante los imprevistos. El tiburón se convirtió en un depredador psicológico: apenas aparece en la película pero todos los personajes están obsesionados con él. El terror provendría por tanto no de lo que el público veía, sino de lo que no veía. De lo que se imaginaba. En los setenta, se consideraba que asaltar los sentidos primitivos de la audiencia era un truco barato asociado a la serie B, de la que Spielberg es hijo legítimo, pero Tiburón convirtió la imaginación del público en un producto de consumo y en una forma de arte popular.