The Batman hizo lo que ninguna otra película logró

Vivimos en un mundo donde retratar personajes con morales cuestionables, sin que una parte del público crea que se alaba ese comportamiento, se volvió muy difícil. Especialmente si son los protagonistas. Hay ejemplos recientes como las personas que viendo Breaking Bad tienen una visión más negativa de Skyler que de Walter White. Podemos también recurrir a obras más viejas como Scarface. No hay que buscar mucho para encontrar gente que idolatra a Tony Montana, como si no hubieran prestado nada de atención a la película, particularmente a la secuencia final. No ven el retrato de un delirio de grandeza y el exceso que lleva a un final horrible, ven una fantasía de poder.

Esto aplica para el Joker de Heath Ledger. El impacto de este personaje en la cultura popular, por lo menos para cierta gente, es la de un rebelde digno de admiración. Tal vez no sea lo que la mayoría de ese grupo piensa si uno se lo pregunta en profundidad; pero la forma de representar a este personaje en memes y fanarts ciertamente sugiere eso. Creo que la película en la que aparece, Batman: el caballero de la noche, tiene algo de responsabilidad porque en ella también la forma de mostrar al personaje es, de algún modo, positiva. El Joker de Christopher Nolan está guionado y filmado para parecer cool. La encarnación de Joaquin Phoenix de este personaje es un poco distinta. En la película de Todd Phillips hay un cambio. El Joker genera empatía en el espectador, pero porque se lo muestra desde el principio como una persona excluida por la sociedad, un “perdedor” dirían algunos. Este film confiaba en que los espectadores no vieran en ella un alegato a favor de su protagonista, sino una muestra de lo que la desigualdad puede causar. Pero mucha gente ignoró lo segundo y se quedó con lo primero. Teniendo en cuenta que en la película se trata de evitar esto, ¿podemos decir que es su culpa? ¿Se puede culpar a sus creadores en un mundo donde hay gente que sale de ver El Lobo de Wall Street pensando que Jordan Belfort es una inspiración? ¿En un mundo en el que hay neo-nazis que ponen American History X entre sus películas favoritas?

Pensando estas cosas, surgen más interrogantes: ¿Al público le falta educación audiovisual para saber que representar un acto no significa avalarlo? ¿Deberían las películas ser más claras respecto al mensaje que quieren dar en estos tiempos de polarización? ¿Qué es más importante en el arte, la sutileza o el impacto social? Extiendo estas preguntas a cualquier persona que quiera responder. Pero si bien tengo más dudas que certezas sobre este tema, hay una cosa que tengo muy clara. The Batman de Matt Reeves logró algo que no lograron las películas de Nolan o Phillips. No hay nada mejor para derribar una fantasía de poder que la ridiculización, y eso es exactamente lo que ocurre en la escena entre Batman y el Acertijo en la sala de interrogación. Hasta ese momento, el villano de la película es mostrado como un tipo frío y calculador. En esta escena descubrimos que es un desquiciado fanático de Batman. El Acertijo creo una situación imaginaria en la que él y el héroe son colaboradores, al darse cuenta que todo eso sólo estaba en su cabeza pierde la calma que lo caracterizaba. Este giro en el guion, sumado a la actuación de Paul Dano mostrando a un tipo frenético y desequilibrado, incluso su interpretación tan incómoda del Ave María, logran que este personaje no se pueda convertir en un símbolo respetable para un delirante que se cree “anti sistema” como tantos que hay dando vuelta. Ningún radicalizado, ningún incel puede enorgullecerse al verse reflejado en ese personaje. De hecho, si hasta ese momento se sentía identificado con él, ese giro debió haber sido tanto un balde de agua fría como una llamada de atención. No hay fantasía de poder en este final de El Acertijo, sino una muestra de lo que el aislamiento y la radicalización fomentada en internet pueden causar.