Nos hacemos la peli con este filme de nuestra infancia porque la nostalgia de los noventa nos atravesó el iris y nos conformaron el gusto cinéfilo sin piedad y el Cine Shampoo nos taladró la cabeza con estos títulos.

En este caso agarramos el título de 1989 dirigido por Joe Johnston: Querida encogí a los niños y sus secuelas de 1992 Querida agrandé al bebé y la de 1997 Querida nos hemos encogido.
Lo más claro es que estos films nos permiten jugar con la posibilidad atómica influenciando sobre los tamaños de los cuerpos en una familia cuyo padre es inventor algo fracasado, compuesto por un icónico Rick Moranis, que llega a su invento más prometedor una máquina que achica cuánticamente cualquier cuerpo que toque su potente láser.
Con el aval de Disney estuvo asegurado el halo de clásico que nos dejó grandes escenas como cuando los niños atraviesan el jardin y encuentran de frente a hormigas gigantes.
La primer secuela es la más olvidable y un verdadero fiasco, Querida agrandé al bebé es un pavada de un bebé gigante en la que la máquina en este caso apunta al nuevo bebé de la familia convirtiéndolo en un monstruo que babea por el pueblo.
Y Querida nos hemos encogido también es un verdadero deleite que vuelve a posicionar a la saga en vistas de su alcance como clásico de la quantumanía. Pues secuencias como la de la máquina de burbujas que usan para bajar en plena fiesta adolescente o la tierna relación que establece la madre con una araña patona en la cocina también nos hacen fans for ever.
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