¿Locura o cordura?
Alien (1979) es una película que proyecta la fantasía superviviente de la violación. Dicha fantasía es tan sutil y metafórica que sólo podemos darnos cuenta de ella hasta el final. A través de su tono frío y sus efectos visuales desorientadores, se condensan y potencian todos los sentimientos que interpreta el actor. Cuando por fin se desatan las emociones acumuladas, no importa la consecuencia que se siga, llegamos a darnos cuenta de que en cierto modo queremos que ocurra así. Lo que se esconde tras la fantasía no es exactamente un placer culpable, sino algo más matizado.
El Xenomorfo es una temible criatura que planta a la fuerza su huevo en el cuerpo humano.
Nostromo es una gran nave comercial con una estética única y sombría. El acero incoloro deja la falsa impresión de que la nave es grande y libre, pero en realidad divide firmemente la nave en pequeñas estancias, confinando las visiones de los personajes. Mientras los miembros de la tripulación permanecen inconscientes del peligro que se avecina, el público sabe claramente que no tienen a dónde huir. La estética helada agudiza la mente del público, permitiéndole reconocer las ilusiones de los personajes y creando con éxito una situación intrigante que es a la vez loca y racional. Cada personaje es lógico en su perspectiva, pero completamente loco para el público.
El Xenomorfo, el violador conceptual de ciencia ficción, desde el momento de su aparición, ha sido dotado de privilegio sobre la tripulación. Como sugiere la regla de la compañía, todo lo demás está subordinado a traer de vuelta al Xenomorfo. Aunque los miembros de la tripulación se armen con ametralladoras y lanzallamas, están indefensos. La computadora central no los ayuda, ni tampoco Ash, el androide, que es el único que sabe lo que está pasando realmente y cómo deshacerse del Xenomorfo para siempre. Dotado de armas e instintos mortíferos, el Xenomorfo se convierte en el opresor más horrible de todos.
El viaje de vuelta a casa de la tripulación se ve interrumpido por una señal no identificada. La tripulación debe traerle a la compañía cualquier posible forma de vida alienígena, aunque ello suponga poner en peligro sus propias vidas.
La última final y la lucha perdida
En una lucha tan poco favorable, no hay necesariamente un protagonista, sino la última chica, Ripely; y no estamos seguros de ello hasta que comprendemos plenamente los motivos y las decisiones de cada personaje.
Ninguno de los miembros de la tripulación se da cuenta del peligro que se avecina en el encuentro accidental con el Xenomorfo. Sólo saben que han perdido su libertad, como las víctimas que son secuestradas a la fuerza. Al quejarse y exigir más en compensación, por el riesgo adicional tras el encuentro, lo único que hacen es ponerle un precio a sus vidas. En este caso, podemos sentir lástima por su lucha desequilibrada contra el Xenomorfo, pero es justo.
Hay una excepción… ¡Ripley! Y todos queremos que sobreviva. Es como una profeta loca que transmite tanto esperanza como suspenso, sabiendo que se avecinan cosas malas pero sin que ningún otro personaje crea en ella.
Desde la perspectiva del público, es más fácil empatizar con Ripley que con el resto de la tripulación. Esto se debe a que Ripley es la única que sigue estrictamente las reglas de la nave, que ella ve como un medio de proteger a la tripulación y garantizar su seguridad por encima de todo. Cuando descubre que la compañía los traicionó, y que la regla de proteger la vida del Xenomorfo tiene prioridad sobre la vida de la tripulación, decide rebelarse y destrozar la computadora central. Cuando finalmente sobrevive, sentimos alivio al saber que su visión valió la pena.
Ella no es "pan comido"
Al ser testigo de cómo otros miembros de la tripulación perdían la vida en la locura, Ripley experimentó un profundo crecimiento espiritual. Para sobrevivir, tiene que encontrar su propia salida. En la escena en la que Ripley se desnuda y entra en la cápsula de sueño vistiendo sólo un chaleco y ropa interior fina, la tensión del público alcanza su clímax. Ripley es ahora portadora de intensos deseos contradictorios, lo que aumenta el efecto dramático. La cámara de viaje capta la cápsula de sueño transparente que no tiene tapa, pareciéndose a la caja de una torta. El exquisito envoltorio transparente sólo sirve para guardar lo delicioso que hay dentro y está sujeto a abrirse en cualquier momento.
Ripley escondiéndose del Xenomorfo.
Cabe destacar que Ripley se equipa más tarde con un traje espacial para derrotar al Xenomorfo. En presencia de las garras del depredador superior, el voluminoso traje fue inútil. Sin embargo, sirve como un símbolo significativo que reconstruye su imagen deseable en una guerrera completa en lugar de servir a su propósito protector. Al equiparse con el traje, ya no es la presa vulnerable que era antes.
Cuando el Xenomorfo, que representa la maldad pura y el deseo agresivo, es desterrado al oscuro vacío, obtenemos la respuesta a nuestra pregunta: Ripley lo ha conseguido, la chica que sobrevive gracias a sus propias habilidades y fuerza, cuya imagen ya no tiene que ver con la sexualidad, sino que es un símbolo de independencia.
La película no dice si el Xenomorfo volverá o seguirá existiendo ahí fuera esperando, pero la imagen de Ripley transmite la esperanza de que siempre puede vencer.
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