La flamante ensayista Susan Sontag dedicó un capítulo de su libro Estilos radicales al análisis de Persona (1966). Lo primero que advierte la escritora que redacta este ensayo en 1967, es que no ha recibido mucha atención o la atención que mereciera el filme desde el momento de su estreno. A su vez, la compara con El último año en Marienbad (1961) de Alain Resnais. Por su carácter “elíptico” y “complejo”. Es extraño que ni Susan Sontag, ni Roger Ebert han mencionado en sus textos que el filme de Alain Resnais está basado en el libro La invención de Morel (1940) de nuestro querido Adolfo Bioy Casares.
Ahora bien, Persona trata sobre Elizabeth y Alma. Elizabeth es una actriz que pierde la voz durante su actuación teatral y Alma pareciera ser la enfermera que tiene que ayudarle aunque luego en el filme se nos muestra que Alma está enferma. ¿Qué ha sucedido? ¿Se han intercambiado las identidades? Sontag crítica la versión predominante y dice que “no hay intercambio de atributos o identidades sobre el que se han explayado irresponsablemente los críticos”.

Según Sontag, es un filme complejo, ya que el director oculta y no nos da tantas señales de lo que es real y lo que es fantasía. En tal sentido, escribe: “El espectador sólo puede encaminarse hacia la certidumbre sobre la acción, pero sin alcanzarla jamás”. Está claro que no somos capaces como espectadores de aprehender todo en un filme de estas características. Por supuesto, claro, la ensayista nos dará algunas pistas. Es importante para Sontag aclarar que Alma pareciera tener alucinaciones y que puede que la iluminación del filme nos ayude a descifrar esas escenas alucinatorias. Aunque Sontag no se explaya demasiado en este punto, ya que expresa que serían complejas describirlas en su ensayo.
¿A qué se debe la mudez de Elizabeth? Para Sontag, guarda relación con un peso psíquico y moral. Y, es a fin de cuentas elegir la mudez antes que el suicidio. Ahora bien, la cuestión central del filme para la autora es el desdoblamiento: “Es correcto hablar de Persona en términos de dos personajes llamados Elizabeth y Alma que libran un desesperado duelo de identidades. Pero es igualmente apropiado decir que Persona narra el duelo entre dos partes míticas de un solo yo: la persona corrompida que es artista (Elizabeth) y el alma ingenua (Alma) que sucumbe al contacto con la corrupción.”
Sontag realiza una aclaración de la etimología de la palabra “persona” que significa “máscara”: “ambas mujeres lucen una máscara”, expresa la autora. Y, continúa: “La de Elizabeth es su mudez. La de Alma es su salud, su optimismo, su vida normal. Pero en el transcurso de la película ambas máscaras se resquebrajan”. De aquí surge el problema de la identidad. Si nos representamos a través de máscaras: ¿Dónde está la persona? O, como diría Zizek: hay más de nosotros en nuestras propias máscaras. Aquello que mostramos y aunque no sea cierto, implica un deseo, y ese deseo se traduce en lo que anhelamos desde nuestra identidad.
Para Sontag, son importantes el inicio y el final. Algo que tal vez ha pasado desapercibido para la crítica: “Los tramos más explícitos de la meditación son las secuencias inicial y final, donde Bergman intenta crear la película como objeto un objeto finito, acabado, frágil, perecedero (…)”. Es en el inicio donde observamos un pene erecto. Tal vez, es la imagen dentro de las tantas que se sitúan en aquel inicio de forma inesperada (por lo menos para mí lo fue) o así también el clavo martillado en una mano. Aunque lo más importante es al niño que vemos que para Sontag tiene 11 años y que se levanta de la cama de una suerte de clínica o morgue, y acaricia la imagen que para la autora no es la de Elizabeth -como se ha creído-, sino más bien “Bergman la hace fluctuar una y otra vez entre el rostro de Elizabeth y el de Alma. Aunque sólo fuese por esta razón, parece superficial asignar al niño una identidad específica. Creo más bien, que no está previsto que conozcamos dicha identidad”. Ese mismo niño lo vemos al final del filme. Por eso para Sontag es tan importante ese inicio y final que puedan situarse fuera de la narrativa propia del filme.
Finalizo con un fragmento sobre el tema que encarna el filme según Sontag: “El tema…es la violencia del espíritu. Si las dos mujeres se violan recíprocamente, es lícito decir que cada una de ellas se ha violado a sí misma de una manera por lo menos igualmente profunda. En el paralelismo final con este tema, la película parece ser violada, parece emerger del caos del cine y de la película-como-objeto para luego volver a sumirse en él”. Espero que este breve encuentro con algunas anotaciones sean motivo para acercarse a la lectura del capítulo de Sontag perteneciente a Estilos radicales.





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