True Detective cuarta temporada: Una “crítica” incompleta

¿Cuántas veces nos han dicho o hemos dicho, tené paciencia que más adelante la serie se pone buena? “Esperá hasta el capítulo 4, no tenés idea lo que va a pasar”. Hace poco me han llegado a decir “En el capítulo 8 el punto de giro es terrible, justifica todo lo visto hasta ese momento” “La primer temporada es floja, pero la segunda, UF”. ¿8 capítulos? ¿Una temporada entera? ¿Cómo es posible que la narración descuide a un espectador ocho, siete horas? O incluso dos horas, si seguimos una recomendación más amable como la de tener que esperar hasta un segundo capítulo porque el primero no pareciera prometer. Desde ya que el gusto es algo relativo. Incluso en aquellas series que todos veneran y que pareciera que la subjetividad ya es un asunto de absoluta y científica objetividad. Pero desde ya, no todo nos tiene que gustar a todos. Quizás esa sí sea la única verdad absoluta. Sin embargo, corriéndonos de esta no tan entretenida afirmación que nos inhabilitaría una discusión o cualquier nota acerca de un hecho artístico, en los tiempos que corren no asestarle una buena cachetada inicial al espectador es un pecado. Desde ya que hay géneros y subgéneros distintos, y que algunos demandan aún mayor impacto inicial que otros. Pero el espectador contemporáneo no tiene paciencia. Tiene en general dos horas a la noche para ver una serie o una película antes de irse a dormir, luego de trabajar todo el día, apenas después de acostar a sus hijos y antes de quedarse dormido derrotado en el sillón. Desde el control remoto puede ir y venir a piaccere de una plataforma a otra y elegir, dentro de cada plataforma, un millón de series de todos lados del mundo. Estoy exagerando con lo de un millón, y con lo de que hay contenidos de todos lados del mundo. Pero la sensación sí es esa. De infinitud. Elegir entonces luego de la recomendación de alguna amistad o familiar en el que confiamos o con el que coincidimos en los gustos, o entrar porque nos atrapó el argumento y algún que otro review online, termina siendo casi un acto de magia. Entre todos lo que está disponible, Carlos de Argentina, María Elena de Ecuador, Stanley de Nueva York y Dmitri en Rusia, por algún motivo, terminó eligiendo determinada serie y no otra. Se sienta a verla con un postre sobre el regazo, feliz. Le da play. No le encanta. Es más. No le gusta. ¿Cuándo está en su derecho a pausarlo definitivamente, maldecir en voz alta y dejar que el azar lo lleve a otro contenido que lo haga feliz?

La experiencia del comienzo

Esta observación me llevó a hacer una nota con el mismo argumento: quiero escribir tan solo sobre dos capítulos. Si un espectador quizás tarda dos capítulos en decidir si quiere o no quiere seguir sus noches viendo una serie, debería también existir una crítica sobre los dos primeros capítulos de una serie.

No quiero mentirles. Toda esta teoría nace de mi imperiosa necesidad de ver la nueva temporada de True Detective, sobre la que había estrenados dos capítulos. Necesitaba justificar mi capricho y mi ansiedad adolescente, y entonces llegué a todo lo escrito arriba. Eso no significa que no este de acuerdo con lo que dije.

Comencé con el primer capítulo, y a los 8 minutos de verla, estaba completamente metido. La paré. Me dije a mi mismo que no debía. Que no podía hacerme esto de ver una serie como True Detective y esperar durante toda una semana el estreno del próximo capítulo. Yo no nací para ver las series así. Necesito entregarme a la adicción, a esa especie de derretimiento definitivo del tiempo en el que no sé como el día se hace de noche. La dejé ahí y me dispuse a ver otra cosa que ahora no recuerdo.

Esa misma noche, me llegó el impulso final del destino a través de una charla mientras cenaba con gente. Una amiga me dijo ofendida: “No quiero que nadie más me diga que tengo que esperar hasta el sexto capítulo para que una serie se ponga interesante”. Eso mismo. Nadie nos puede obligar a esperar. Y el relato es el principal responsable. ¿Podrá True Detective en su cuarta temporada capturarme en dos capítulos?

True Detective: Night Country

He visto la primera y la tercer temporada. La segunda, entre la advertencia de amistades y mi sensación con el primer capítulo (hace muchos años ya), la abandoné. Es una serie policial y cada temporada concluye con su caso troncal. En cada temporada hay un dúo de detectives (en la segunda son tres) y suceden en distintos estados de Estados Unidos de América. El sello de la serie es que la profundidad del diseño de sus personajes tiene tanta importancia como la complejidad en la narración de la trama. El impacto del caso sobre esos detectives es un punto de quiebre definitivo en sus vidas. Lo que se llama en la dramaturgia un “punto de no retorno”.

La escena inicial de la temporada cuatro es para el espectador también un punto de no retorno: en menos de dos minutos, el cliff hanger es letal. Por definición el cliff hanger no existe en el comienzo de una serie y en general es algo que le sucede a uno de los personajes principales. Pero también por definición es eso que nos deja a los espectadores al borde del abismo junto al relato, junto a sus personajes. Y como si fuera poco, casi como un guiño silencioso de los autores, la escena tiene que ver exactamente con eso. Alaska. Último atardecer del año antes de la llegada del invierno y la llegada definitiva de la noche eterna. Un cazador espera agazapado en el medio de la nieve con su arma para cazar un alce que está con toda su manada. Está por disparar. Algo llama la atención de la manada y todos los animales giran la cabeza hacia el mismo lugar, como si algo les llamara la atención. Luego de unos segundos, la manada completa corre hasta el abismo de la montaña y saltan todos los alces al vacío.

Pero la secuencia continúa. Esa misma noche. Un laboratorio en el que hay un grupo de científicos. Pareciera ser una noche más. Cada uno está haciendo su actividad. Uno de ellos (interpretado por un actor argentino) está haciendo un video de cocina en un vivo de Instagram. Detrás suyo, un compañero de él empieza a temblar. Se queda quieto. Se da vuelta y dice aterrado “Ella despertó”.

Tras la extraña desaparición de todo el grupo de científicos, ingresa al laboratorio la protagonista. Una detective hosca, algo soberbia, reservada, y que a lo largo de los dos capítulos descubriremos que casi nadie soporta. Otra característica de True Detective es que los protagonistas siempre fueron interpretados por actores y actrices talentosos, reconocidos, y en general sin experiencia anterior en series (algo que cada vez es más difícil de conseguir ya que cada vez son más los que participan de series). En este caso, la detective Liz Danvers es interpretada por Jodie Foster.

La actriz muy rápidamente consigue indicarnos que detrás de su temple difícil y de su maltrato a los demás, existe un motivo y una sensibilidad con la que empatizaremos. Este no es un detalle menor. Muchas veces la falla de los relatos audiovisuales, por culpa de los interpretes, pero con especial responsabilidad de sus realizadores y guionistas, es volver literal a los personajes. Hacerlos lineales, chatos, o solamente livianos, o solamente densos, malos, o buenos. Y el espectador ya no tolera ese tipo de vínculos con sus personajes. Los quiere comprender, los quiere querer y odiar a la vez, pero sí o sí los tiene que querer acompañar a lo largo de su travesía. Tal cual sucede en la primer temporada con el personaje que interpreta Matthew McConaughey, hay un conflicto puntual y familiar que alcanzamos a ver fragmentado por alguna mención y algunos flashbacks, que volvió a la detective Danvers como es. Incluso ambos detectives, Rust Cohle y Liz Danvers, le dicen a sus compañeros policías la misma frase: “Hay que hacer las preguntas correctas”.

Evangeline Navarro, la otra detective del dúo central, (con un presunto origen latino) es interpretada por Kali Reis. Navarro es fuerte (en la primer escena logra reducir de un solo movimiento a un hombre violento y alto), segura, con piercings en la cara, con una personalidad también compleja que genera cierto amor y odio en los demás del pueblo. Y muy rápidamente, se cuenta con un primer cruce entre ambas detectives que por algún motivo del pasado, no se pueden ni ver. Que ambas trabajen juntas en el caso, será entonces un conflicto más del relato. Y hay en ella también un asunto no resuelto del pasado del cuál todavía no puede soltarse. Hace años encontró muerta a una amiga y no se supo quién la mató. Ese mismo crimen, por motivos que en estos dos capítulos apenas se dejan entrever, ambas detectives se pelearon.

Por otro lado, como mención especial a los actores con trayectoria y populares que participan de la cuarta temporada, están John Hawkes y Fiona Shaw (muchos la recordarán, por lo menos, como la tía de Harry Potter). El personaje de Fiona dice en una conversación con la detective Navarro algunas frases que describen perfecto al otro personaje sustancial de la cuarta temporada: el pueblo Ennis. “Creo que el mundo está envejeciendo y Ennis es donde la tela de todas las cosas comienza a salirse de sus costuras”. Y es también ella la que definirá la naturaleza no solo de los conflictos de esta temporada, sino también su conexión con la primera: “La cosa con los muertos es que algunos vienen porque te extrañan; otros porque te quieren decir algo; y otros porque quieren llevarte con ellos”.

Entre apariciones de gente que murió hace tiempo, animales alterados y osos que aparecen de la nada en las calles del pueblo, crímenes del pasado que deben revisarse, y la rareza del crimen del presente, el pueblo desnudará sus vínculos corroídos por el paso del tiempo y por la inexplicable espiral de vivir sin sol y con nieve. Todos se conocen con todos, y todos parecieran cumplir un rol en esa micro sociedad del que no pueden salir. A diferencia de las otras temporadas, hay muchos más personajes secundarios que parecieran tener subtramas independientes a la central, y así conforman ese personaje colectivo que es Ennis. Un pueblo donde se dirimen problemas de familia, culturales, raciales, diferencias entre el pueblo blanco y el pueblo aborígen.

Sin spoilear, el final del primer capítulo es un rotundo cliff hanger que está a la altura del inicio y a la altura de lo que uno espera de esta serie. En general se considera que entre el segundo y tercer capítulo de una temporada sucede el primer punto de giro de la trama central, lo equivale a aquello que tradicionalmente sucede entre los primeros 10 y 20 minutos de un largometraje. El punto sin retorno donde nuestros protagonistas tendrán que aceptar la aventura para poder enfrentar el conflicto que los llevó hasta ahí. Obediente a la tradición, en el final del segundo sucede lo inevitable: nuestras protagonistas deberán aliarse para avanzar con una investigación que pareciera tener que adentrarse en los rincones más oscuros de todo un pueblo.

El poder y el peso de la herencia

Son muchos los rankings más o menos reconocidos y populares que ubican a la primer Temporada de True Detective como una de las mejores series de la historia.

Los motivos son varios. La crudeza del tema y de su historia, el retrato de las profundidades de determinada región de Estados Unidos, la respetuosa inteligencia para tratar ciertas religiones y su hermandad con algunas sectas, una fotografía tan bella como fiel a la oscuridad que relata, una cámara que pareciera documentar lo que muestra, y por sobre todas las cosas, dos personajes centrales perfectos. Dos detectives que se espejan y se repelen. Uno que escapa de sus conflictos aferrado a ciertos comportamientos naturalizados sobre como debe comportarse un hombre policía en esa sociedad. Que es un gran padre, un gran esposo, respetuoso de su comunidad, pero con una relación clandestina en la que se rebela y libera. Otro detective tan aferrado a un pasado que lo atormenta y a una familia que perdió, que ve el mundo desde una cosmovisión tan erudita como pesimista. Solitario, ex alcohólico, adicto a las pastillas que lo ayudan a conciliar el sueño, y habiendo estado infiltrado cuatro años en una banda que revendía drogas. Inteligente, fuerte, seguro, sin nada para perder. Y todos los personajes que cruzarán en el camino, desde lo más criminales y oscuros hasta las niñas de la familia, son interpretados por intérpretes excelentes. Uno de los mayores baluartes de la primer temporada, es que todas las actuaciones no se notan y apoyan esa sensación de documental. Todos están al servicio de algo mayor que es la historia, sus climas y sus retratos. Y sus dos actores protagónicos, Matthew McConaughey y Woody Harrelson, son perfectos. Aún retratando tres momentos distintos de su vida, con distintas maneras de ver el mundo. Pero como no es ninguna novedad la precisión de ambos protagonistas, prefiero centrarme en los demás nuevamente. Es la totalidad de su universo y sus personajes, que la serie da el salto que da hacia la excelencia y hacia ese reconocimiento popular. Los personajes secundarios, los esporádicos, los extras.

Y no quiero ser pesimista ni ser el mensajero del mal, pero en estos dos capítulos de la cuarta temporada lamentablemente ya puede verse esa diferencia que alejará a la temporada de la genialidad de su antecesora. Hay algunos actores secundarios que fallan y además de no enriquecer a sus personajes, generan el efecto dominó que atenta contra la totalidad de alguna que otra escena. Sentirán que alguna otra escena está extraña o apenas correcta, y las fallas están principalmente en ellos. Lo que peligra al fallar esos personajes, es la fuerza de ese personaje tan importante en esta temporada que es el pueblo. No es lo suficientemente grave como para que abandonemos, ni para volverse una fisura sin retorno. Pero con esos dos capítulos, me atrevo a concluir que la calidad lejos estará de la primera.

Sin embargo, hay unos elementos que las hermanarán y radica ahí la mayor inteligencia de la cuarta temporada. Los mismos elementos paganos de la primera, su simbología, los rituales. Elementos vudú y tatuajes de una espiral. ¿Estaremos frente a un mismo antagonista? ¿A la misma religión? ¿Habrán descubrimientos en este pueblo de Alaska que responda las incógnitas que en Louisana no pudieron responder los detectives que representaban McConaughey y Harrelson?

Lejos de tener que esperar hasta el salvador giro de un presunto capítulo siete o un final inolvidable que salvaría cualquier error previo, True Detective: Night Country es una serie que golpea primero y que, luego de un cansador día de trabajo, hará feliz a Carlos, a Maria Elena, a Stanley y a Dmitri.

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