Además de la literatura, Ray Bradbury (1920-2012) amó al cine y tuvo ocasión de participar en varias producciones: desde guionar Moby Dick para John Huston y su película de 1956, a escribir un final no filmado para Rey de Reyes (1961) de Nicholas Ray; además de ser nombre asociado a las películas que versionaron su obra, con mayor o menor suerte (todo hay que decirlo: la reciente versión de Fahrenheit 451, de 2018, es un despropósito). Ahora bien, el primer trabajo de Bradbury en el cine fue en un clásico que crece y crece con los años. Se trata de It Came from Outer Space (Llegaron de otro mundo, 1953), film de ciencia ficción que guarda consigo muchas virtudes. Entre ellas, la de haber sido dirigido por el artesano Jack Arnold, responsable de títulos notables como El monstruo de la laguna negra (1954) y El increíble hombre menguante (1957).

Para It Came from Outer Space, el escritor de Illinois realizó un primer tratamiento argumental, de título The Meteor. El guion final le correspondió a Harry Essex, pero se sabe que Essex no tuvo mucho trabajo, ya que, parece, Bradbury se había extendido de manera profusa con su escrito. Por otro lado, hay un dato no menor con esta película: marca la primera incursión dentro del cine de ciencia-ficción de su director. Según Jack Arnold: “De allí en más hice todas las películas de ciencia-ficción (de los estudios Universal). Más las hacía y más las disfrutaba, porque el estudio me dejaba solo. Como nadie era un experto en la realización de este tipo de films, yo me jactaba de serlo. Por supuesto que no lo era, pero el estudio no lo sabía”. Y según Bradbury: “Deseaban ‘algo que llegara del espacio exterior’, un monstruo espeluznante y lo suficientemente horrible. En mis charlas preliminares con el productor y el director, pude ver que estábamos a años luz de distancia. Yo quería un enfoque mucho más sutil. Ellos únicamente veían lo obvio”.Diferencias mediante, la que habla es la película. Rodada en pleno macartismo, con platos voladores preferentemente marcianos -por alineados con la amenaza roja y comunista, como estilaba el cine de esos años-, It Came from Outer Space propone una lectura inversa, mientras apela a los lugares comunes del género. La película instala su argumento en Sand Rock, un pueblo imaginario de Arizona. Filmada en 3D, el inicio ya es explosivo, con el meteoro que atraviesa el cielo nocturno e impacta el rostro del espectador. John y Ellen (Richard Carlson y Barbara Rush) observan el firmamento cuando esto sucede, y se dirigen al lugar: se trata de una nave extraterrestre, que será sepultada por una avalancha. John es astrónomo, y sólo él y su novia saben de lo sucedido. Los medios, mientras tanto, repartirán titulares y declaraciones ridículas. Ahora bien, John no tardará en descubrir una presencia monstruosa, provista de un solo ojo y de apariencia gomosa; rasgos que seguramente habrán provocado la ira de Bradbury. Es el primero de muchos extraterrestres. Pero a diferencia de lo que se teme, la razón de la visita no responde más que a un accidente de vuelo. En busca de una solución, los aliens apelan al arte de la duplicación, e imitan los rostros y el habla de los humanos, para de este modo infiltrarse en el pueblo de Sand Rock.

Las cosas, claro, no salen de la manera prevista. La prensa no tarda en tildar a los visitantes de “marcianos”, los periodistas procrean artículos y testimonios exitistas, y la policía se debate entre usar las armas o hacer caso al astrónomo (“¡Deja de ser una placa y actúa como un ser humano!”, grita John a un policía). Acto seguido, una turba termina por acompañar al sheriff para dar caza a la “amenaza”. Los aliens temen por sus vidas y reaccionan, predispuestos a exterminar a los humanos; pero John les propone una alternativa para que puedan volver a su mundo. Resuelta la amenaza, los lugareños nunca sabrán que estuvieron al borde de la muerte; mientras, los extraterrestres abandonan la Tierra.
De manera inversa al miedo suscitado por agentes provenientes del exterior, el film de Arnold/Bradbury trabaja el terror interno; así, It Came from Outer Space juega con los preconceptos del espectador de la época, a quien confunde adrede. La “película de monstruos” dejará de serlo, y vuelca su mirada en los propios seres humanos. Éstos no sabrán qué ocurrió –solo el astrónomo- y se creerán “vencedores”, aun cuando no hayan tenido la satisfacción de disparar una sola bala. De este modo, el film dialoga con películas similares, se vale de sus mismos recursos y sin embargo dice de manera distinta. Las apariciones de los visitantes, la película las disfraza de “ataques”, a partir de gritos y sustos en primer plano, a veces desmentidos por sombras fortuitas, en una serie de equívocos que se acentúan cuando Arnold elige la toma subjetiva y sitúa al espectador en la mirada del alienígena: el recurso es perfecto, porque es ahora quien mira la película –uno mismo– a quien miran los personajes aterrados. Un ardid notable.

Otro aspecto fundamental es la duplicación de cuerpos (originalmente, en su tratamiento argumental, Bradbury describía a los extraterrestres como lagartos con capacidades hipnóticas, sin habilidad replicante); de este modo, It Came from Outer Space se adelanta a las vainas replicantes de La invasión de los usurpadores de cuerpos (1956, Don Siegel) en donde se escuchan sentencias como “Mi madre no es mi madre”, “Parece mi tío pero no es mi tío”. A la vez, el film de Arnold comparte varios aspectos con esa otra obra maestra que es El día que paralizaron la Tierra (1951, Robert Wise): la figura del visitante o “forastero” (y no “invasor”), el amarillismo de los medios, la paranoia ciudadana, la confianza teórica en el ejército (“No es amenaza para el ejército un visitante que esté sepultado”, se escucha en el film de Arnold), la turba frankensteiniana, y el desenlace ambiguo. El film de Arnold, vale subrayar, es capaz de eludir la retórica final que predica el de Wise, con su moraleja de matiz policial.
El homenaje mayor a It Came from Outer Space tiene anécdota. La cuenta el propio Ray Bradbury: “Cuando conocí a Steven Spielberg, al día siguiente del pase privado de Encuentros cercanos del tercer tipo, lo primero que me dijo tras estrecharnos las manos fue:
—¿Le ha gustado su película?
—¿Cómo...? —dije.
—Encuentros no hubiera visto la luz —explicó— si yo no hubiera visto It Came from Outer Space seis veces, cuando era un niño. Gracias.” (en It Came from Outer Space. Ray Bradbury, editado por Donn Albright, Gauntlet, 2004).
Leandro Arteaga
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