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"Barbara" (2017). Director: Mathieu Amalric

El interés principal del director-actor Mathieu Amalric por "Barbara" es el de la de la mitificación de la imagen, la de utilizar el cine como mecanismo de vampirización, para apropiarse de vidas ajenas y desnudarlas de sentimientos, para dejarlas en su más pura y pulcra superficie.

El ejercicio metanarratitivo de "Barbara" consiste en el trabajo de filmación (por un director de cine, Yves Zand, interpretado por el propio Mathieu Amalric) de la vida de la cantante francesa Barbara. Para ello cuenta con una actriz, Brigitte (Jeanne Balibar) que interpreta a la cantante Barbara y cuyo rostro y voz se mimetizan con ella.

Amalric, en su película, al igual que lo hizo con su ópera prima, "Tournée, 2010" (cuyo personaje principal también se apellidaba Zand) trabaja en los márgenes, lo externo al espectáculo. Si en "Tournée" se hablaba de un grupo de cabareteras de segunda categoría y un manager que buscaba trabajo debajo de las piedras, ahí lo que importaba era el viaje, el desplazamiento, enfrentando la ficción (la representación que recordaba a Fellini) con la realidad; en "Barbara" desaparecen, para el espectador, tanto el proceso de filmación de la película como la propia biografía de la cantante.

El gran parecido de Jeanne Balibar con la propia Barbara facilita este proceso, que va rompiendo las fronteras entre realidad y ficción. Es como si se describiese un proceso de "pérdida de identidad", como si ambas vidas, la de la Brigitte actriz y la de Barbara cantante no valiesen más que su propia superficie.

Aquí también, en "Barbara" como ocurría en "Tournée", Amalric se centra en momentos de rodaje (sin informarnos siquiera de que rodaje se trata o si realmente asistimos a un rodaje) para mostrar el proceso de transformación de la actriz en la cantante. Y en paralelo a ese proceso de mimetismo, tenemos esa admiración de Zand hacia ella que, en cierta forma, busca con su película resucitar a Barbara cantante y, al mismo tiempo, recrear (volver a vivir) una experiencia idolátrica de su vida.

Dos obsesiones se mueven al mismo tiempo. Por una parte, la de Yves Zand. En un excelente plano, Zand se levanta de su butaca durante la proyección de un recorte de rodaje. La secuencia recuerda a otra similar de "El crepúsculo de los dioses" cuando Gloria Swanson se contemplaba a sí misma de pie, admirada, ante las imágenes proyectadas de una película suya. Por otra, la obsesión perfeccionista de Brigitte (que al mismo tiempo parece ser la misma que la de Jeanne Balibar). También aquí tenemos una secuencia muy bien rodada: Brigitte ensaya al piano un tema de Barbara mientras contempla las imágenes de la cantante proyectadas sobre una pantalla trasera. Barbara toca el piano con una mano, gesticulando y moviendo los dedos de la mano libre, mientras Brigitte hace los mismos movimientos.

Al dedicar la mayor parte del tiempo a conversaciones poco interesante, a ensayos o desplazamientos en coche, Amalric consigue que los momentos de mimetismo, cuando Brigitte/Balibar/Barbara cantan, se conviertan en instantes supremos.

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