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Ninjababy. Osadía formal y temática con un reclamo necesario

Spoilers

La vida de Rakel es un poco acelerada: está corriendo constantemente, tal vez pensando demasiado, algo atareada entre sus bocetos y proyectos. Es artista, dibuja tiras de humor gráfico y sueña con publicar una novela, aunque también con ser astronauta y guardaparques. Vive con su amiga Ingrid, su compañera, su confidente. Rakel, a sus veintitrés años, lleva una vida con más sueños que responsabilidades y está bien que así sea.

Todo se complica cuando un embarazo la sorprende aunque ese no sería el problema exacto de la protagonista, porque la decisión de no tenerlo está tomada y no hay vuelta atrás; ella quiere abortar por cualquier método, lo que sucede es que ya no se puede: han transcurrido más de seis meses y es tarde para hacerlo. Pero: ¿puede una persona estar gestando por más de seis meses sin advertirlo? Sí, claro. Es raro, pero puede ocurrir. Tal como le dice la médica el día que se acerca a la clínica con la intención de interrumpir ese embarazo.

En Noruega, donde nos sitúa la historia, el aborto es legal hasta la semana 12, pasada esa fecha ya no. Y a propósito de esto, hace unos días fue noticia que la iglesia de allí, a través de sus obispos, se pronunció en contra de una propuesta que avalaría hacerlo hasta la semana 18 y esto nos sirve como disparador para escribir unas líneas sobre este film del 2021.

En Ninjababy, el segundo largometraje de la noruega Yngvild Sve Flikke, el tema central podría ser la decisión ya tomada de su protagonista pero la imposibilidad de llevarla a cabo, aunque decir esto sería incompleto porque una serie de cuestionamientos empiezan a hacerla dudar. Interpretada de manera sublime por Kristine Kujath Thorp (sí, la que unos años más tarde haría a la inolvidable Signe en Sick of myself, en otro papel genial) Rakel, empezará a entablar una relación con ese hijo nonato a quien llamará “Ninja Baby” que afectará su entorno a niveles inusitados.

Producto de su imaginación, y como no podía ser de otra manera, en forma de dibujo animado, este bebé ninja sale de vez en cuando de donde está, en busca de cuanto fondo blanco exista para hacer de las suyas, hasta interceder en cada decisión de su vida: Le habla, opina sobre su futuro, se entromete en sus relaciones, incluso en las sexuales. Todo se sostiene en plano de comedia hasta que el tiempo empieza a pasar, el embarazo continúa y los pensamientos del bebé, que lógicamente salen de si misma, calan cada vez más hondo.

Ante la imposibilidad de un aborto pero continuando la idea de no ser madre, Rakel opta por dar al niño en adopción, pero no a cualquiera: en lo que resulta una escena muy interesante que desnuda el proceder de las leyes y los bebés en general, tanto en cuanto al aborto como a la adopción. ¿Puede alguien que renuncia a su maternidad elegir quién va a adoptar a “su” bebé? No, no tiene injerencia, como le responden en base a sus consultas: «Escucharemos tus deseos e intentaremos cumplirlos». En plena disconformidad con el sistema, la protagonista aumenta sus cuestionamientos al mundo sobre los métodos anticonceptivos: ¿Por qué no realizar una vasectomía a las personas con pene a los doce años? Al margen de la legalidad sobre la intervención física de una persona menor de edad (!), es una operación que puede revertirse en caso de que así se desee, sobre todo sabiendo las contraindicaciones que ocasionan las pastillas anticonceptivas y toda la problemática que arrastran las mujeres al consumirlas.

Así como en un momento el bebe sorprende al confirmarse el embarazo, hace lo propio al querer salir de manera prematura en lo que resulta el momento más complejo del film, porque todo se perfilaba hacia el orden: el padre acepta darlo en adopción al igual que Rakel, Ella confía en la relación que está manteniendo con otra persona, incluso comenzando a enamorarse y su hermana manifiesta interés en oficiar de madre, dado que atravesaba inconvenientes para quedar embarazada. Pero como era de esperarse, la vida de Rakel toma esos caminos inesperados y el padre tiene una revelación: Ahora quiere –o debe– hacerse cargo de su hijo. Es decir que si el castillo de naipes había quedado –mas o menos– armado, de un soplido se derrumbó por completo.

Rakel renuncia a ser madre –aunque ya lo había hecho– pero con Bebé Ninja fuera de su vientre. Ella no quiere alimentarla, aunque trata; le da un nombre y se despide. Revelación o no, la bebe (finalmente fue una niña) tiene un padre y quiere hacerse cargo, cosa que su madre no. Fin de la historia.

El film interesa por varios puntos pero sobre todo por su osadía, y como tal, cuando resulta, es doblemente efectiva. No solo por el agregado del personaje animado, que además tiene su justificación a través de la profesión de Rakel, sino por la holgura con la que retrata temas que aun siguen siendo un tabú: además del aborto, me refiero al hecho de que una mujer que tuvo un bebé no tenga intenciones de maternarlo, o a la cosificación del hijo-accesorio en la adopción.

Sobre ese primer punto y el agregado del personaje animado, el cine como lenguaje –con sus formas– cambia. Entonces, exprimir esas posibilidades para enriquecer el relato, me parece un elemento a destacar.

Sobre el segundo y la facilidad para tratar temas sensibles, Rakel es la persona más consecuente que presenta el film, en ningún momento deja de pensar en ella aunque piense en su hija. Porque sabe que no va a cambiar y quiere que "su" bebé reciba lo mejor, y si no va a ser ella quien pueda dárselo, mejor abrirse. Mas aun sabiendo que su padre sí está dispuesto a hacerlo.

Y aunque lamente tener que aclarar esto transitando el año 2024, también este planteo sobre el rol del padre resulta una novedad, una osadía. Lo que queda claro es que es necesario y siempre importante de poner en agenda.

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