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No esperes demasiado del fin del mundo: Lo que Bobita contó a Godard

Spoilers

Es extraño que una película te sorprenda a estas alturas. No me refiero a no gustarte, que te sorprenda. Por eso cuando te topas inesperadamente con películas que rompen con todo, que demuestran tener una libertad creativa sin igual en estos tiempos en los que parece que todo es tan homogéneo, te sorprendes.

Porque ya no es salirse de la forma, sino tener el talento suficiente como para que eso tenga un valor reseñable. Recientemente, con motivo de una Muestra de Cine Rumano que se está llevando a cabo en varias ciudades de España, pude ver No esperes demasiado del fin del mundo (2023) de Radu Jude; película que tenía ganas de ver desde que recibió buenas críticas en el Festival de Locarno, y desde que Chema Garcia Ibarra (uno de los mejores cineastas independientes de la actualidad), la pusiera entre sus películas favoritas del pasado año.

Las expectativas eran más altas que de costumbre, y lo que presencié no solo cumplió con lo esperado, sino que lo superó con creces. Poco se valora el cine rumano de los últimos años, que demuestra ser de los más libres y diferentes si tomamos propuestas como Bad Luck Banging or Loony Porn (2021) del mismo director, R.M.N. (2021) de Cristian Mungiu o MMXX (2023) de Cristi Puiu, por decir solo unas cuantas.

Ya me encantó Bad Luck Banging or Loony Porn (2021), que acabó llevándose el Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín aquel año, pero creo firmemente que No esperes demasiado del fin del mundo (2023) va un paso más allá en todos los sentidos. Radu Jude ya se ha coronado como uno de los cineastas que mejor manejan la sátira en sus películas, a diferencia de despropósitos patéticos como los de Ruben Östlund; todavía no se ha conseguido igualar el terrorismo cinematográfico que supuso para el cine su horripilante El triángulo tristeza (2022). Radu Jude mira de frente a la cara más deshumanizante del capitalismo en decadencia de la actualidad, con su No esperes demasiado del fin del mundo (2023).

Antes de entrar de lleno en la reseña, toca decir que está protagonizada por Ilinca Manolache, Nina Hoss, Șerban Pavlu o por Ioana Iacob, entre muchos otros; aunque la gran protagonista total sea Ilinca Manolache, que lleva a cabo una de las interpretaciones más bizarras y alucinantes del año pasado. La película se llevó el Premio Especial del Jurado en el Festival de Locarno y el de Mejor Película en el Festival de Gijón. En España se estrenará de la mano de Filmin y en Latino América de la mano de Mubi.

El mundo de Bobita

Es una película que si bien es cierto cuesta entrar en ella en un principio, una vez te sumerges en ella es hipnótica. Habría sido digno de verme en la sala de cine, dado a que estaba totalmente perplejo con lo que estaba viendo ante mí. Sé que es recurrente la hipérbole en la crítica cinematográfica actual, pero es que no hay crítica que pueda haceros llegar la locura que es esta película. Pero no es solo que consiga ser bizarra y totalmente distinta a lo que solemos ver en el cine de autor de la actualidad, es que está planteada con suma inteligencia, llegando a través de esa exageración a modo de sátira, a lugares que pocas películas con estas ambiciones contestatarias y de crítica social han podido llegar; ¡ya quisiera Michael Moore haber hecho una película como la que se ha marcado Radu Jude!

Y es que el estilo de Radu Jude constata que no hay nada mejor que la sátira más mamarracha y desvergonzada, para darle un golpe de lo más certero al sistema capitalista. No la sátira mamarracha de cineastas como Östlund, insisto, sino en propuestas arriesgadas y que no pretenden quedarse en un mero acto superfluo que se intente vender como algo transgresor. Este cineasta rumano no tiene ningún tipo de pudor a la hora de arriesgar y de tomarse la libertad absoluta para romper con lo políticamente correcto. No esperes demasiado del fin del mundo (2023) muestra que se puede hacer un cine concienciado con los problemas de la sociedad actual, a la vez que se puede romper esquemáticamente con las formas en las que derivan la gran mayoría de propuestas de esta índole artística.

Road movie ultra punk

Y es que la gran mayoría de la película, lo que se nos muestra es a una chica yendo de casa en casa de personas que han sufrido todo tipo de accidentes laborales y que se han apuntado al casting de la productora en la que trabaja ella, porque ofrecen una gran remuneración a cambio de salir en él. La película juega con elementos de la actualidad, como pueden ser las redes sociales, desvirtuando y desdibujando de alguna forma la realidad con la ficción; un tema muy recurrente en el cine de hoy en día, como lo pudimos ver en películas como Anatomía de una caída (2023).

Tiene un montaje muy peculiar, que es de las cosas que más fascinantes me resultan de la película. Como ya venía siendo habitual en el cine de Radu Jude, entremezcla distintos formatos en la edición, en una especie de collage bizarro. Aquí decide aunar la narración con una película rumana clásica, para de alguna manera mostrar lo que fue el pueblo rumano y lo que se ha convertido hoy en día entre otras cosas por la tecnología. No entra a dar juicios morales, simplemente lo pone delante del espectador para que saque sus propias conclusiones, en este montaje como digo muy heterogéneo que recuerda de manera inevitable a los que planteaba Godard en su época más radical.

Un plano fijo para la historia

El último acto de No esperes demasiado del fin del mundo (2023) va a pasar a la historia del cine desde ya, no por hacerlo exageradamente largo, sino por conseguir con esa maestría y ese tempo manejar tan coreográficamente lo que sale en escena. Hay una pequeña elipsis, pero casi todo se desencadena sin apenas tener cortes. Es una autentica pasada lo que hace Radu Jude. Qué manera de generar tanta mezcolanza de emociones, que retratan como nunca se había hecho antes la cara menos compasiva y más desvergonzada del sistema capitalista actual; es demoledora la escena, protagonizada en su gran mayoría por actores nóveles.

Lo amarrados que están a sus circunstancias tan precarias, que los llevan a tener que sucumbir ante la falta de escrúpulos de esta productora que no tiene el mínimo ápice de humanidad, dejando al espectador con una sensación muy devastadora de no poder hacer nada para evitar algo, que sabe que sucede a diario en la vida real, pero hacia lo que miramos para otro lado casi siempre. Lo revolucionario es ponerte en frente de ello, en plano fijo y sin necesitar grandes maniobras cinematográficas para generarte esa incomodidad.

Es por ello que encuentro a No esperes demasiado del fin del mundo (2023) como uno de esos filmes que nos muestran el camino que tiene que seguir el cine. Un cine arriesgado, libre y que no busca ser complaciente con tal de llegar a una audiencia más amplia. Demos gracias que existan cineastas tan genuinos y tan formidablemente transgresores como es el caso del gran Radu Jude.

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